Pedro Echeverría V.
1. ¡Cuántas veces los izquierdistas hemos gritado en las calles que el pueblo está con nosotros y la realidad es que no es así! En nuestros programas y en nuestros pensamientos están los trabajadores; siempre representamos sus intereses históricos e inmediatos, pero su pensamiento mediatizado o enajenado está con los burgueses que lo han manipulado durante siglos. Se dan cuenta de su realidad en las luchas sociales, en sus batallas de clase social, pero en la familia y en los comicios actúan como individuos al servicio de las clases dominantes. En las votaciones actúan como individuos aislados y solitarios, con miedo a ser castigados. Por eso llegarían a votar por un Estado policía.
2. La radio y la televisión, sobre todo esta última, mantienen a la mayoría de la población en condiciones de profunda enajenación durante más de seis horas del día. Con programas hábilmente planeados, dirigidos a la creación de valores de consumo de mercancías a partir de repetir una y mil veces qué es lo bueno, lo bonito y elegante, parecen crear ilusiones y necesidades a la gente para que no se queden sin consumir. Por ese camino van modelando a radioescuchas y televidentes a una forma de pensar y actuar que al pasar los años se convierte en “la cultura”. Con esa manipulación al pueblo por los medios informativos se llega a la dependencia.
3. Aunque algunos pequeños sectores de izquierda y seres pensantes no se dejen manipular fácilmente, el 90 por ciento de la población que frecuenta esos aparatos al servicio de la ideología dominante, se mueve al ritmo de los mensajes de la radio y la TV. En los movimientos sociales les mentamos la madre a esos medios o por lo menos nos burlamos de ellos, pero basta con preguntar la opinión de una persona en la calle para darnos cuenta de que repiten lo que escucharon o vieron horas antes en los medios informativos. Por eso se ha dicho que los maestros (o los opinadores) sólo son correas de transmisión de la ideología de la clase dominante.
4. En México, por el papel manipulador de los medios, mucha gente ha llegado a exigir la aplicación de la pena de muerte o por lo menos “el castigo ejemplar para los delincuentes”, precisamente porque esos medios difunden esa ideología mediante entrevistas y comentarios bien escogidos. Parecería que la población pide una “patria ordenada” con la vigilancia permanente del ejército y la policía. Afortunadamente no es toda la población, sino sólo un sector de poderosos empresarios y altos políticos panistas que usando a los medios logran difundir con amplitud su ideología. Pero penetran tanto los medios que es posible que pronto se pida un Estado policíaco.
5. Más que miedo a la llamada inseguridad, la población mexicana lo que necesita son empleos e ingresos que les alcancen para vivir. Si en vez de que el (des) gobierno de Felipe Calderón dilapide miles de millones de pesos en comprar armas, en aumentarles salarios al ejército y contratar decenas de miles de policías, esas cantidades las dedicara a crear empleos, otra cosa sería México: tendría empleos, ingresos y seguridad. Pero el auto llamado “presidente del empleo” durante su campaña política, pasará a la historia como el “presidente del desempleo” ya como gobierno. Nunca en la historia del país hubo tantos y tantos millones de desempleados y desplome de la producción.
6. He tenido desde siempre la convicción de que los únicos preocupados en el país por la inseguridad son los grandes ricos y sus familias que circulan con gigantescos automóviles blindados y con una fuerte guardia de guaruras. También hay sectores de las clases medias altas muy preocupados porque ya no se pueden mover “con la libertad que lo hacían antes”. Lo malo es que ambos sectores (los ricos y los menos ricos) aparentan ignorar cuál es el origen de los robos, los secuestros y de la llamada delincuencia. Para éstos son la “delincuencia organizada”, cuando no quieren ver que es la miseria, el desempleo, la desesperación de más de 30 millones de seres humanos.
7. Si la mayoría de la población tuviese empleos bien pagados sólo los enfermos por la ideología del dinero y los negocios se dedicarían a los asaltos, los secuestros y los robos. Los narcotraficantes no tendrían los millones de empleados campesinos, indígenas y pobres que les sirven como agricultores, transportadores y comerciantes, ni tampoco tendrían la extensión del mercado que tienen en los EEUU y México. Por cierto, ¿Cuál es el tamaño de mercado en cuanto al volumen de venta en esos dos países? ¿No será que el mercado yanqui es mucho más grande y lo que hacen las autoridades mexicanas es servir de policía para cuidar los intereses de los EEUU?
8. Aparentemente el gobierno de Calderón, según su propaganda política, le ha propinado certeros golpes a los narcotraficantes; sin embargo la realidad es muy distinta. El narco está vivito y coleando y cada día se demuestra que su penetración en las esferas gubernamentales es cada vez mayor. Son ya miles de muertos inocentes, además de miembros del ejército y narcotraficantes enfrentados en la mayoría de los estados de la República. Se ha dado el dato de 11 mil personas muertas en los últimos años sin que se tenga idea de cuándo termine esa guerra. ¿Espera acaso Calderón llevarse los seis años con una especie de Estado policíaco militar instalado?
9. Para evitar que la población siga siendo manipulada por derecha política y empresarial es necesario llevar adelante las luchas clasistas. Los procesos electorales, sobre todos como el mexicano, responden al individualismo. ¿Cómo un pueblo, una sociedad puede votar colectivamente por sus propios intereses, es decir por sus tierras, sus créditos, sus derechos colectivos? Si los procesos electorales siguen organizándose como procesos con votos individuales podría darse el caso que los mismos electores elijan a sus propios asesinos y para eso contribuyen los medios de información. ¿No cabe una revisión profunda de esos procesos electorales individualistas?
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
1. ¡Cuántas veces los izquierdistas hemos gritado en las calles que el pueblo está con nosotros y la realidad es que no es así! En nuestros programas y en nuestros pensamientos están los trabajadores; siempre representamos sus intereses históricos e inmediatos, pero su pensamiento mediatizado o enajenado está con los burgueses que lo han manipulado durante siglos. Se dan cuenta de su realidad en las luchas sociales, en sus batallas de clase social, pero en la familia y en los comicios actúan como individuos al servicio de las clases dominantes. En las votaciones actúan como individuos aislados y solitarios, con miedo a ser castigados. Por eso llegarían a votar por un Estado policía.
2. La radio y la televisión, sobre todo esta última, mantienen a la mayoría de la población en condiciones de profunda enajenación durante más de seis horas del día. Con programas hábilmente planeados, dirigidos a la creación de valores de consumo de mercancías a partir de repetir una y mil veces qué es lo bueno, lo bonito y elegante, parecen crear ilusiones y necesidades a la gente para que no se queden sin consumir. Por ese camino van modelando a radioescuchas y televidentes a una forma de pensar y actuar que al pasar los años se convierte en “la cultura”. Con esa manipulación al pueblo por los medios informativos se llega a la dependencia.
3. Aunque algunos pequeños sectores de izquierda y seres pensantes no se dejen manipular fácilmente, el 90 por ciento de la población que frecuenta esos aparatos al servicio de la ideología dominante, se mueve al ritmo de los mensajes de la radio y la TV. En los movimientos sociales les mentamos la madre a esos medios o por lo menos nos burlamos de ellos, pero basta con preguntar la opinión de una persona en la calle para darnos cuenta de que repiten lo que escucharon o vieron horas antes en los medios informativos. Por eso se ha dicho que los maestros (o los opinadores) sólo son correas de transmisión de la ideología de la clase dominante.
4. En México, por el papel manipulador de los medios, mucha gente ha llegado a exigir la aplicación de la pena de muerte o por lo menos “el castigo ejemplar para los delincuentes”, precisamente porque esos medios difunden esa ideología mediante entrevistas y comentarios bien escogidos. Parecería que la población pide una “patria ordenada” con la vigilancia permanente del ejército y la policía. Afortunadamente no es toda la población, sino sólo un sector de poderosos empresarios y altos políticos panistas que usando a los medios logran difundir con amplitud su ideología. Pero penetran tanto los medios que es posible que pronto se pida un Estado policíaco.
5. Más que miedo a la llamada inseguridad, la población mexicana lo que necesita son empleos e ingresos que les alcancen para vivir. Si en vez de que el (des) gobierno de Felipe Calderón dilapide miles de millones de pesos en comprar armas, en aumentarles salarios al ejército y contratar decenas de miles de policías, esas cantidades las dedicara a crear empleos, otra cosa sería México: tendría empleos, ingresos y seguridad. Pero el auto llamado “presidente del empleo” durante su campaña política, pasará a la historia como el “presidente del desempleo” ya como gobierno. Nunca en la historia del país hubo tantos y tantos millones de desempleados y desplome de la producción.
6. He tenido desde siempre la convicción de que los únicos preocupados en el país por la inseguridad son los grandes ricos y sus familias que circulan con gigantescos automóviles blindados y con una fuerte guardia de guaruras. También hay sectores de las clases medias altas muy preocupados porque ya no se pueden mover “con la libertad que lo hacían antes”. Lo malo es que ambos sectores (los ricos y los menos ricos) aparentan ignorar cuál es el origen de los robos, los secuestros y de la llamada delincuencia. Para éstos son la “delincuencia organizada”, cuando no quieren ver que es la miseria, el desempleo, la desesperación de más de 30 millones de seres humanos.
7. Si la mayoría de la población tuviese empleos bien pagados sólo los enfermos por la ideología del dinero y los negocios se dedicarían a los asaltos, los secuestros y los robos. Los narcotraficantes no tendrían los millones de empleados campesinos, indígenas y pobres que les sirven como agricultores, transportadores y comerciantes, ni tampoco tendrían la extensión del mercado que tienen en los EEUU y México. Por cierto, ¿Cuál es el tamaño de mercado en cuanto al volumen de venta en esos dos países? ¿No será que el mercado yanqui es mucho más grande y lo que hacen las autoridades mexicanas es servir de policía para cuidar los intereses de los EEUU?
8. Aparentemente el gobierno de Calderón, según su propaganda política, le ha propinado certeros golpes a los narcotraficantes; sin embargo la realidad es muy distinta. El narco está vivito y coleando y cada día se demuestra que su penetración en las esferas gubernamentales es cada vez mayor. Son ya miles de muertos inocentes, además de miembros del ejército y narcotraficantes enfrentados en la mayoría de los estados de la República. Se ha dado el dato de 11 mil personas muertas en los últimos años sin que se tenga idea de cuándo termine esa guerra. ¿Espera acaso Calderón llevarse los seis años con una especie de Estado policíaco militar instalado?
9. Para evitar que la población siga siendo manipulada por derecha política y empresarial es necesario llevar adelante las luchas clasistas. Los procesos electorales, sobre todos como el mexicano, responden al individualismo. ¿Cómo un pueblo, una sociedad puede votar colectivamente por sus propios intereses, es decir por sus tierras, sus créditos, sus derechos colectivos? Si los procesos electorales siguen organizándose como procesos con votos individuales podría darse el caso que los mismos electores elijan a sus propios asesinos y para eso contribuyen los medios de información. ¿No cabe una revisión profunda de esos procesos electorales individualistas?
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