Ramón Alberto Garza / Dossier Índigo
Cuando el presidente Felipe Calderón conozca esta mañana el contenido de estas notas y los audios dados a conocer por Reporte Índigo, estará frente a una de las decisiones más complejas y cruciales en lo que va de su sexenio.
Y es que no será fácil escuchar las grabaciones en que el candidato panista Mauricio Fernández Garza, uno de los hijos fundacionales del PAN, revela ante sus electores hechos que califica de “espantosos”.
Uno.— Que las familias del cártel de los Beltrán Leyva tienen como hogar el emblemático municipio de San Pedro Garza García, el corazón corporativo y financiero de la zona metropolitana de Monterrey.
Dos.— Que la tranquilidad de ese municipio insignia del panismo no es producto de su buen gobierno ni de su buena policía, sino de los mismos Beltrán Leyva, que son los custodios de los ciudadanos con el ingreso per cápita más alto de México.
Tres.— Que el candidato del PAN a gobernar ese que fue el primer municipio panista de México, Mauricio Fernández Garza, ya se sentó a la mesa con los Beltrán Leyva.
Cuatro.— Que el plan de seguridad que el candidato del PAN pretende implementar ya está consensuado con los Beltrán Leyva, quienes “están de acuerdo” y lo apoyan, para tranquilidad de sus familias.
Cinco.— Que todo ciudadano que quiera encontrar drogas en las calles del panista San Pedro Garza García lo podrá hacer, siempre que la venta no sea obvia.
Estas revelaciones de quien ya fuera alguna vez alcalde de San Pedro, también diputado federal panista y candidato del PAN a la gubernatura de Nuevo León, pegan directamente en la línea de flotación política del PAN, pero sobre todo de Los Pinos.
Salvo que Germán Martínez haga un deslinde inmediato, su discurso de la alianza del narco con los priístas se viene abajo. Desconocer y deslistar a Mauricio de la boleta del 5 de julio será un precio muy barato a pagar, antes que contaminar con esas alianzas inconfesables al panismo de todo México y pagar un muy elevado precio electoral.
Porque aquí hay un panista confeso de pactar con uno de los más poderosos cárteles. Y no es el candidato de un pobladito en alguna región olvidada.
Tampoco es un arribista del PRI, como Virgilio Mendoza, el pico suelto candidato a diputado de Colima, cuyas grabaciones —reveladas por Reporte Índigo— exhibieron su traición al presidente Calderón, a Germán y a la candidata panista Marta Sosa.
Fernández Garza no es un criminal. Es un personaje del más elevado perfil político y económico en una ciudad cosmopolita como Monterrey, enclave nacional del panismo.
Pero quien deberá pintar muy clara su raya será el presidente Calderón. Lo confesado por el candidato panista de San Pedro es un acto de lesa traición a la lucha que su administración libra contra el narcotráfico, buscando recuperar la seguridad nacional.
¿Cómo explicar a los mandos del Ejército mexicano que mientras nuestros soldados pagan con su vida la terrible guerra contra el crimen organizado, un candidato panista de elevado perfil se sienta a la mesa a pactar con el enemigo y a entregarle la plaza?
Estamos, sin lugar a dudas, en un punto de quiebre. El presidente Calderón tiene la última palabra.
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Cuando el presidente Felipe Calderón conozca esta mañana el contenido de estas notas y los audios dados a conocer por Reporte Índigo, estará frente a una de las decisiones más complejas y cruciales en lo que va de su sexenio.
Y es que no será fácil escuchar las grabaciones en que el candidato panista Mauricio Fernández Garza, uno de los hijos fundacionales del PAN, revela ante sus electores hechos que califica de “espantosos”.
Uno.— Que las familias del cártel de los Beltrán Leyva tienen como hogar el emblemático municipio de San Pedro Garza García, el corazón corporativo y financiero de la zona metropolitana de Monterrey.
Dos.— Que la tranquilidad de ese municipio insignia del panismo no es producto de su buen gobierno ni de su buena policía, sino de los mismos Beltrán Leyva, que son los custodios de los ciudadanos con el ingreso per cápita más alto de México.
Tres.— Que el candidato del PAN a gobernar ese que fue el primer municipio panista de México, Mauricio Fernández Garza, ya se sentó a la mesa con los Beltrán Leyva.
Cuatro.— Que el plan de seguridad que el candidato del PAN pretende implementar ya está consensuado con los Beltrán Leyva, quienes “están de acuerdo” y lo apoyan, para tranquilidad de sus familias.
Cinco.— Que todo ciudadano que quiera encontrar drogas en las calles del panista San Pedro Garza García lo podrá hacer, siempre que la venta no sea obvia.
Estas revelaciones de quien ya fuera alguna vez alcalde de San Pedro, también diputado federal panista y candidato del PAN a la gubernatura de Nuevo León, pegan directamente en la línea de flotación política del PAN, pero sobre todo de Los Pinos.
Salvo que Germán Martínez haga un deslinde inmediato, su discurso de la alianza del narco con los priístas se viene abajo. Desconocer y deslistar a Mauricio de la boleta del 5 de julio será un precio muy barato a pagar, antes que contaminar con esas alianzas inconfesables al panismo de todo México y pagar un muy elevado precio electoral.
Porque aquí hay un panista confeso de pactar con uno de los más poderosos cárteles. Y no es el candidato de un pobladito en alguna región olvidada.
Tampoco es un arribista del PRI, como Virgilio Mendoza, el pico suelto candidato a diputado de Colima, cuyas grabaciones —reveladas por Reporte Índigo— exhibieron su traición al presidente Calderón, a Germán y a la candidata panista Marta Sosa.
Fernández Garza no es un criminal. Es un personaje del más elevado perfil político y económico en una ciudad cosmopolita como Monterrey, enclave nacional del panismo.
Pero quien deberá pintar muy clara su raya será el presidente Calderón. Lo confesado por el candidato panista de San Pedro es un acto de lesa traición a la lucha que su administración libra contra el narcotráfico, buscando recuperar la seguridad nacional.
¿Cómo explicar a los mandos del Ejército mexicano que mientras nuestros soldados pagan con su vida la terrible guerra contra el crimen organizado, un candidato panista de elevado perfil se sienta a la mesa a pactar con el enemigo y a entregarle la plaza?
Estamos, sin lugar a dudas, en un punto de quiebre. El presidente Calderón tiene la última palabra.
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