Jenaro Villamil / Apro
Cuenta Manuel Bartlett, exsenador y exsecretario de Gobernación, que en alguna ocasión tuvo un encuentro desagradable, en sus oficinas del gobierno de Puebla, con un grupo encabezado por Aquiles Córdova Morán, dirigente histórico de Antorcha Campesina.
Córdova Morán le exigió una "cuota" de alcaldes y de posiciones para su movimiento en varios municipios de Puebla. Para afianzar su reclamo, Córdova le presumió uno de sus padrinazgos: el de Raúl Salinas de Gortari, el "hermano incómodo" del expresidente Carlos Salinas.
Bartlett se negó a darle las cuotas de poder que los antorchistas pedían. Y así le fue. Bloquearon carreteras, reclamaron prebendas, en especial licencias para taxis y una serie de privilegios, todo a nombre de la "lucha de clases" y de eliminar la desigualdad social.
Con esos antecedentes, no es de extrañar que el pasado domingo el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto fuera el invitado estelar de una magna concentración organizada por los antorchistas en el estadio Azteca de la Ciudad de México, para celebrar el 35 aniversario de este grupo que se fundó en 1974 y que ha degenerado en una de las redes clientelares más chantajistas y antidemocráticas del país.
Peña Nieto no fue el único mandatario invitado. En ese evento también estuvo el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, que con mano dura reprimió al movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), y con generosidad presupuestal ha mantenido a Antorcha Campesina.
También asistió la senadora María de los Angeles Moreno, exdirigente del PRI nacional y operadora de las alianzas de Beatriz Paredes en el Distrito Federal.
Sin embargo, la presencia de Peña Nieto adquiere especial notoriedad. Obsesionado con "pintar de rojo" –color emblemático de su adelantada campaña por la Presidencia en el 2012-- todo el Estado de México, el gobernador que presume de modernidad telegénica busca con Antorcha Campesina la recuperación de uno de los bastiones de este grupo: el municipio de Chimalhuacán.
Este es un municipio emblemático de los problemas del Estado de México. Ahí surgió el liderazgo de María Eulalia Guadalupe Buendía Torres, La Loba, famosa invasora de terrenos que trabajó al amparo de los intereses de Carlos Hank González, su padrino, protector y mecenas.
Chimalhuacán es además una de las zonas más disputadas por el crimen organizado en el Estado de México, junto con Huixquilucan, Nezahualcóyotl y Ecatepec y, por si fuera poco, es pieza clave para expandir la influencia de Peña Nieto hacia la zona conurbada del Distrito Federal, en especial Iztapalapa, la delegación fracturada por la lucha interna entre las corrientes de René Arce, aliado a Nueva Izquierda (NI), y de Izquierda Unida (IU), que ha defendido la candidatura de Clara Brugada.
En Chimalhuacán se han registrado los crímenes contra mujeres más graves de los últimos años, con un patrón muy parecido a los asesinatos seriales de Ciudad Juárez, Chihuahua.
Tan sólo entre 2005 y 2006, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio documentó 14 crímenes de mujeres donde se aplicó violencia extrema: sus cuerpos fueron arrojados en los lotes baldíos de este municipio famoso por los tiraderos de basura y por el alto grado de encono social. Las autoridades judiciales han evitado una investigación a fondo sobre estos casos.
Por si fuera poco, 53% de los 600 mil pobladores de Chimalhuacán vive con menos de dos salarios mínimos. Y esta miseria se transforma en el caldo de cultivo clásico para que Antorcha Campesina medre con la precariedad y garantice el control político.
Desde que Aquiles Córdova asumió el mando del movimiento antorchista, los métodos para eliminar cualquier disidencia y mantener un férreo control entre los colonos "afiliados" se han vuelto muy similares a los que hicieron famoso a Sendero Luminoso, en Perú.
El líder de los antorchistas en el Estado de México es Jesús Tolentino Román, experto no sólo en "acciones directas" –como llaman los antorchistas a los bloqueos viales y a las movilizaciones de corte paramilitar que los caracterizan--, sino también en negocios inmobiliarios.
Actualmente es el candidato priista a la alcaldía de Chimalhuacán.
De acuerdo con el columnista Miguel Angel Granados Chapa, Tolentino en su anterior gestión como alcalde protagonizó un enfrentamiento muy violento con La Loba, "quien en esa coyuntura perdió el favor de las autoridades mexiquenses que, al estar del lado de Tolentino, hicieron pagar a la dirigente de colonos invasiones de tierras que antaño habían consentido" (Plaza Pública, 23 de junio de 2009).
Sin embargo, la alianza entre el rojo de la Fuerza Mexiquense que encabeza Peña Nieto y el rojo de las banderas de Antorcha, anticipa otra operación más peligrosa.
Revive el experimento de padrinazgo político y clientelar que Raúl Salinas de Gortari, al amparo del poder de su hermano, construyó para hacer negocios turbios.
Esta es la otra cara del reality show que Peña Nieto no exhibe en sus spots televisivos ni en su multimillonaria campaña de "operación política" en el Estado de México y en otras entidades, donde Antorcha Campesina ya le ofreció trabajar rumbo al relevo presidencial del 2012.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Cuenta Manuel Bartlett, exsenador y exsecretario de Gobernación, que en alguna ocasión tuvo un encuentro desagradable, en sus oficinas del gobierno de Puebla, con un grupo encabezado por Aquiles Córdova Morán, dirigente histórico de Antorcha Campesina.
Córdova Morán le exigió una "cuota" de alcaldes y de posiciones para su movimiento en varios municipios de Puebla. Para afianzar su reclamo, Córdova le presumió uno de sus padrinazgos: el de Raúl Salinas de Gortari, el "hermano incómodo" del expresidente Carlos Salinas.
Bartlett se negó a darle las cuotas de poder que los antorchistas pedían. Y así le fue. Bloquearon carreteras, reclamaron prebendas, en especial licencias para taxis y una serie de privilegios, todo a nombre de la "lucha de clases" y de eliminar la desigualdad social.
Con esos antecedentes, no es de extrañar que el pasado domingo el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto fuera el invitado estelar de una magna concentración organizada por los antorchistas en el estadio Azteca de la Ciudad de México, para celebrar el 35 aniversario de este grupo que se fundó en 1974 y que ha degenerado en una de las redes clientelares más chantajistas y antidemocráticas del país.
Peña Nieto no fue el único mandatario invitado. En ese evento también estuvo el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, que con mano dura reprimió al movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), y con generosidad presupuestal ha mantenido a Antorcha Campesina.
También asistió la senadora María de los Angeles Moreno, exdirigente del PRI nacional y operadora de las alianzas de Beatriz Paredes en el Distrito Federal.
Sin embargo, la presencia de Peña Nieto adquiere especial notoriedad. Obsesionado con "pintar de rojo" –color emblemático de su adelantada campaña por la Presidencia en el 2012-- todo el Estado de México, el gobernador que presume de modernidad telegénica busca con Antorcha Campesina la recuperación de uno de los bastiones de este grupo: el municipio de Chimalhuacán.
Este es un municipio emblemático de los problemas del Estado de México. Ahí surgió el liderazgo de María Eulalia Guadalupe Buendía Torres, La Loba, famosa invasora de terrenos que trabajó al amparo de los intereses de Carlos Hank González, su padrino, protector y mecenas.
Chimalhuacán es además una de las zonas más disputadas por el crimen organizado en el Estado de México, junto con Huixquilucan, Nezahualcóyotl y Ecatepec y, por si fuera poco, es pieza clave para expandir la influencia de Peña Nieto hacia la zona conurbada del Distrito Federal, en especial Iztapalapa, la delegación fracturada por la lucha interna entre las corrientes de René Arce, aliado a Nueva Izquierda (NI), y de Izquierda Unida (IU), que ha defendido la candidatura de Clara Brugada.
En Chimalhuacán se han registrado los crímenes contra mujeres más graves de los últimos años, con un patrón muy parecido a los asesinatos seriales de Ciudad Juárez, Chihuahua.
Tan sólo entre 2005 y 2006, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio documentó 14 crímenes de mujeres donde se aplicó violencia extrema: sus cuerpos fueron arrojados en los lotes baldíos de este municipio famoso por los tiraderos de basura y por el alto grado de encono social. Las autoridades judiciales han evitado una investigación a fondo sobre estos casos.
Por si fuera poco, 53% de los 600 mil pobladores de Chimalhuacán vive con menos de dos salarios mínimos. Y esta miseria se transforma en el caldo de cultivo clásico para que Antorcha Campesina medre con la precariedad y garantice el control político.
Desde que Aquiles Córdova asumió el mando del movimiento antorchista, los métodos para eliminar cualquier disidencia y mantener un férreo control entre los colonos "afiliados" se han vuelto muy similares a los que hicieron famoso a Sendero Luminoso, en Perú.
El líder de los antorchistas en el Estado de México es Jesús Tolentino Román, experto no sólo en "acciones directas" –como llaman los antorchistas a los bloqueos viales y a las movilizaciones de corte paramilitar que los caracterizan--, sino también en negocios inmobiliarios.
Actualmente es el candidato priista a la alcaldía de Chimalhuacán.
De acuerdo con el columnista Miguel Angel Granados Chapa, Tolentino en su anterior gestión como alcalde protagonizó un enfrentamiento muy violento con La Loba, "quien en esa coyuntura perdió el favor de las autoridades mexiquenses que, al estar del lado de Tolentino, hicieron pagar a la dirigente de colonos invasiones de tierras que antaño habían consentido" (Plaza Pública, 23 de junio de 2009).
Sin embargo, la alianza entre el rojo de la Fuerza Mexiquense que encabeza Peña Nieto y el rojo de las banderas de Antorcha, anticipa otra operación más peligrosa.
Revive el experimento de padrinazgo político y clientelar que Raúl Salinas de Gortari, al amparo del poder de su hermano, construyó para hacer negocios turbios.
Esta es la otra cara del reality show que Peña Nieto no exhibe en sus spots televisivos ni en su multimillonaria campaña de "operación política" en el Estado de México y en otras entidades, donde Antorcha Campesina ya le ofreció trabajar rumbo al relevo presidencial del 2012.
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