Investigan en la UNAM cómo controlar la rabia para murciélago

Boletín UNAM-DGCS-340
Ciudad Universitaria

* Científicos del Instituto de Ecología intentan modelar, predecir y prevenir brotes en el campo mexicano
* A nivel mundial, constituye uno de los 10 padecimientos que ocasionan más pérdidas humanas y económicas


Alrededor del mundo, la rabia constituye uno de los 10 padecimientos que ocasionan más pérdidas humanas y económicas, y en México es considerada una enfermedad emergente. Tan sólo en 2008, en Yucatán, y poco antes en Guerrero y Jalisco, se registró una alta mortandad de ganado vacuno por rabia paralítica bovina.

Si bien ha sido casi controlada con la vacunación de perros (antes los principales transmisores del virus rábico), hoy el mayor número de casos en animales domésticos y, ocasionalmente, en seres humanos, es causado por murciélagos que se alimentan de sangre (hematófagos).

Para entender los factores que determinan un brote en colonias de esos mamíferos, un grupo de investigadores de la UNAM, encabezado por Rodrigo Medellín Legorreta, del Instituto de Ecología y director del Programa para la Conservación de los Murciélagos Mexicanos, estudia desde 2007 las implicaciones ecológicas y epidemiológicas de ese padecimiento en comunidades de quirópteros, así como las variables socioeconómicas que propician la aparición de rabia paralítica bovina en el país.

“El objetivo es modelar, predecir y prevenir brotes rábicos, particularmente en las zonas del campo mexicano más golpeadas por la economía y la política. También se pretende calcular las pérdidas económicas que provocan”, dijo.

Los brotes rábicos, por varios factores

Debido a que los murciélagos hematófagos sólo habitan en zonas tropicales, este proyecto se realiza en el norte de Puebla, la Península de Yucatán, Michoacán, Jalisco y Guerrero.

Hasta ahora, se han identificado 14 tipos de virus rábicos y cada uno tiene su historia evolutiva, ruta de infección y portador.

Existen varias teorías sobre los brotes rábicos y una de ellas supone que podrían relacionarse con la alteración del hábitat, porque la población de ciertas especies originales se incrementa y, en consecuencia, surgen enfermedades que se convierten en grandes problemas epizoóticos.

Por ello, los investigadores analizan si en ambientes conservados es menos probable un brote; esta parte del proyecto está a cargo de Gerardo Suzan, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia.

Esos mamíferos son los principales portadores del virus en zonas rurales-ganaderas, por lo que se detectan y tipifican variantes virales en colonias de Desmodus rotundus (la principal de las tres especies de murciélagos hematófagos que existen), así como en comunidades de varias especies de quirópteros insectívoros y frugívoros. También se pretende saber qué porcentaje de una colonia está infectado y con qué variantes del virus rábico, señaló Medellín Legorreta.

Otra hipótesis sugiere que los brotes podrían estar relacionados con el estrés, porque baja las defensas inmunológicas de los murciélagos hematófagos y, por consiguiente, los predispone a la infección.

Debido a que una sequía podría desencadenar tensión, los investigadores analizan series de tiempo para identificar brotes. “De ser cierto, se tendría un primer elemento para predecir cuándo se presentarán”, comentó.

La escasez de comida podría ser otro factor desencadenante de estrés, aseguró; el cambio de uso de suelo ocasiona la falta de alimento y, en consecuencia, una baja resistencia inmunológica.

La patogenia de la rabia

Como parte del proyecto, y en colaboración de Elizabeth Loza del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias, los universitarios estudian la patogenia de la rabia.

“Al entender cómo avanza la infección dentro del murciélago y cuánto tiempo tarda éste en convertirse en rabioso y transmisor del virus, se podrán hacer proyecciones. Si hubo un brote en febrero de 2008, seremos capaces de saber en qué mes ocurrió la inoculación de la colonia y determinar qué factores ecológicos y meteorológicos influyeron”, apuntó Medellín Legorreta.

Con la ayuda de la genética molecular se analiza el excremento de los murciélagos hematófagos para saber qué porcentaje de la dieta de una colonia es de sangre de vaca, venado, cerdo, cabra o humana, “aunque es raro que muerdan a personas”, aclaró.

Con datos recabados a lo largo de dos años, los investigadores esperan identificar los factores que determinan un brote rábico y después, junto con los institutos de Biología de la UNAM y de Ecología de Xalapa, hacer modelaciones para predecir uno.

Si se comprueba que la incidencia es menor en zonas forestadas, entonces los gobiernos estatales y federal, ONG, universidades y ganaderos deberán dedicarse a restaurar las selvas, concluyó Medellín Legorreta.

Los murciélagos hematófagos

Una colonia de murciélagos hematófagos se integra por no más de 60 individuos, aunque se han encontrado grupos de hasta 500; pesan alrededor de 20 gramos y sus dedos pulgares les sirven para apoyarse al caminar sobre sus presas. En promedio viven 10 ó 20 años.

Sus caninos e incisivos son grandes, utilizan los primeros como tijeras para cortar el pelo y dejar la piel al desnudo, y los segundos para hacer una mordida del tamaño y forma de medio confeti.

Ingieren un máximo de dos cucharadas soperas de sangre por noche, y pueden alimentarse de ella porque disponen de unos riñones especializados, de corteza ancha, que filtran y desechan altas concentraciones de hierro.

La saliva, benéfica

En la década de los 80, un estudio realizado por Medellín Legorreta y Alejandro Alagón Cano, del Instituto de Biotecnología, demostró que la saliva de los murciélagos hematófagos puede disolver un coágulo sin causar hemorragias internas.

Con la saliva, se elabora un medicamento para combatir trombos en el torrente sanguíneo; el desarrollo está en sus últimas etapas de prueba en seres humanos, y en un par de años podría salir al mercado.

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