Teodoro Rentería Arróyave
Toda la limpia tradición de protección al perseguido político en México, que iniciara con especial decoro y valentía el presidente, Lázaro Cárdenas del Río en 1937, de un solo plumazo o de un solo plomazo fue amortajada por el actual gobierno con el secuestro político e inmediata expulsión del académico colombiano doctor, Miguel Ángel Beltrán Villegas.
En un mundo que parecía derrumbarse en vísperas de la guerra -el fascismo y el nacionalsocialismo se apoderaban de Europa-, México se convirtió en un faro de libertad. Cárdenas decidió abrir sus puertas a los refugiados y perseguidos políticos de distintas regiones del orbe, como León Trotsky, nos recuerda el historiados Alejandro Rosas.
Con la derrota definitiva de la república española en 1939, nos reseña en pocas líneas, cientos de exiliados llegaron provenientes de la península ibérica, para encontrar un refugio seguro en México. Niños, hombres, mujeres, ancianos, profesionistas de todos los campos del saber humano encontraron un remanso de paz dentro de la sociedad mexicana. En poco tiempo se integraron a la vida cotidiana, aportando conocimientos y trabajo al país entero.
Equidistantes 70 años de que asumieron la Presidencia de la República dos michoacanos: en 1936 el general de división Lázaro Cárdenas del Río y en 2006, Felipe Calderón Hinojosa, no es sólo la distancia del tiempo los que los separa, es el sentido mismo del ejercicio del poder, el primero en el basamento del nacionalismo revolucionario y el actual en el caduco neoliberalismo, que hasta algunos algunas hegemonías han iniciado su desmantelamiento sin retorno.
Para los efectos de estas líneas, la limpia tradición humanística de México de proteger al perseguido político y facilitarle el asilo que le asegura integridad física y lo salva de toda clase de vejaciones, ha sido traicionada al expulsar del territorio nacional al doctor Miguel Ángel Beltrán Villegas, quien posee una hoja curricular impresionante, actualmente profesor asociado de tiempo completo de la Universidad Nacional de Colombia y alumno de postdoctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, bajeza para evitar un juicio de extracción, al que tenía derecho de acuerdo a nuestras leyes por el sólo detalle de haber pisado suelo mexicano.
Admirado como docente e investigador, al Dr. Villegas Beltrán le han sido imputados varios cargos sin que existan pruebas, ya que es de conocimiento público que el supuesto computador del comandante guerrillero Raúl Reyes, asesinado juntos con otros por la aviación colombiana en un refugio en la frontera con Ecuador, no constituye prueba válida, sin embargo, sigue siendo instrumento de persecución de quienes disienten o puedan disentir de la política de guerra del gobierno colombiano de Álvaro Uribe Vélez.
De acuerdo con sus colegas y amigos: en todo Estado social de derecho orientado por la garantía y el respeto de los derechos ciudadanos, se parte de la presunción de inocencia, pues se es inocente hasta que se demuestre lo contrario, sin embargo, bajo la política de seguridad democrática del actual gobierno, este principio jurídico ha desaparecido. Tal como lo demuestra el atropello cometido contra las garantías individuales del profesor Miguel Ángel Villegas Beltrán, no obstante que son salvaguardadas por el derecho internacional.
No fue una expulsión la de Villegas Beltrán, se trata primero de un secuestro político y luego de una entrega ignominiosa por ilegal al gobierno de Uribe. Está claro, equidistantes en todo los michoacanos presidentes, Felipe Calderón Hinojosa del partido derechista Acción Nacional y Lázaro Cárdenas del Río, el más grande y preclaro mandatario mexicano del siglo XX y de lo que va del actual, puesto que con determinación y firmeza siempre hizo escuchar la limpia voz de México en los foros internacionales para defender al perseguido y condenar, antes que ninguna otra nación, a los autores sanguinarios de toda persecución política, en esa etapa aberrante y vergonzosa de la historia mundial.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Toda la limpia tradición de protección al perseguido político en México, que iniciara con especial decoro y valentía el presidente, Lázaro Cárdenas del Río en 1937, de un solo plumazo o de un solo plomazo fue amortajada por el actual gobierno con el secuestro político e inmediata expulsión del académico colombiano doctor, Miguel Ángel Beltrán Villegas.
En un mundo que parecía derrumbarse en vísperas de la guerra -el fascismo y el nacionalsocialismo se apoderaban de Europa-, México se convirtió en un faro de libertad. Cárdenas decidió abrir sus puertas a los refugiados y perseguidos políticos de distintas regiones del orbe, como León Trotsky, nos recuerda el historiados Alejandro Rosas.
Con la derrota definitiva de la república española en 1939, nos reseña en pocas líneas, cientos de exiliados llegaron provenientes de la península ibérica, para encontrar un refugio seguro en México. Niños, hombres, mujeres, ancianos, profesionistas de todos los campos del saber humano encontraron un remanso de paz dentro de la sociedad mexicana. En poco tiempo se integraron a la vida cotidiana, aportando conocimientos y trabajo al país entero.
Equidistantes 70 años de que asumieron la Presidencia de la República dos michoacanos: en 1936 el general de división Lázaro Cárdenas del Río y en 2006, Felipe Calderón Hinojosa, no es sólo la distancia del tiempo los que los separa, es el sentido mismo del ejercicio del poder, el primero en el basamento del nacionalismo revolucionario y el actual en el caduco neoliberalismo, que hasta algunos algunas hegemonías han iniciado su desmantelamiento sin retorno.
Para los efectos de estas líneas, la limpia tradición humanística de México de proteger al perseguido político y facilitarle el asilo que le asegura integridad física y lo salva de toda clase de vejaciones, ha sido traicionada al expulsar del territorio nacional al doctor Miguel Ángel Beltrán Villegas, quien posee una hoja curricular impresionante, actualmente profesor asociado de tiempo completo de la Universidad Nacional de Colombia y alumno de postdoctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, bajeza para evitar un juicio de extracción, al que tenía derecho de acuerdo a nuestras leyes por el sólo detalle de haber pisado suelo mexicano.
Admirado como docente e investigador, al Dr. Villegas Beltrán le han sido imputados varios cargos sin que existan pruebas, ya que es de conocimiento público que el supuesto computador del comandante guerrillero Raúl Reyes, asesinado juntos con otros por la aviación colombiana en un refugio en la frontera con Ecuador, no constituye prueba válida, sin embargo, sigue siendo instrumento de persecución de quienes disienten o puedan disentir de la política de guerra del gobierno colombiano de Álvaro Uribe Vélez.
De acuerdo con sus colegas y amigos: en todo Estado social de derecho orientado por la garantía y el respeto de los derechos ciudadanos, se parte de la presunción de inocencia, pues se es inocente hasta que se demuestre lo contrario, sin embargo, bajo la política de seguridad democrática del actual gobierno, este principio jurídico ha desaparecido. Tal como lo demuestra el atropello cometido contra las garantías individuales del profesor Miguel Ángel Villegas Beltrán, no obstante que son salvaguardadas por el derecho internacional.
No fue una expulsión la de Villegas Beltrán, se trata primero de un secuestro político y luego de una entrega ignominiosa por ilegal al gobierno de Uribe. Está claro, equidistantes en todo los michoacanos presidentes, Felipe Calderón Hinojosa del partido derechista Acción Nacional y Lázaro Cárdenas del Río, el más grande y preclaro mandatario mexicano del siglo XX y de lo que va del actual, puesto que con determinación y firmeza siempre hizo escuchar la limpia voz de México en los foros internacionales para defender al perseguido y condenar, antes que ninguna otra nación, a los autores sanguinarios de toda persecución política, en esa etapa aberrante y vergonzosa de la historia mundial.
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