Álvaro Cepeda Neri
La “madre patria”, la España integrada de hispánicos y gachupines, no pierde oportunidad para estar pendiente de nosotros los ex de las colonias, inventando otorgar premios al por mayor y por cualquier pretexto; los reyes, de esa monarquía parlamentaria constitucional, visitan sus antiguos dominios y hacen acto de presencia para mantener vivas las relaciones.
Y organizan reuniones que llaman cumbres de Iberoamérica o Hispanoamérica, como aquella donde el casi dictador de Venezuela y Juan Carlos dieron la nota con aquel “¡Por qué no te callas!” al hablantín de Chávez, para luego terminar dándose un abrazo ya que los intereses españoles en la patria de Simón Bolívar son superiores a cualquier enojo de anécdota.
Empero, en la constantemente premiación a los intelectuales mexicanos y de otros países de nuestro continente, a veces aciertan en las distinciones. Claro que no tiene chiste que la UNAM obtenga el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, ya que nuestra todavía máxima casa de estudios superiores (que cada año rechaza a 70 mil aspirantes por medio de exámenes de admisión, como en el Politécnico, amañados con la finalidad de quitarse de encima a solicitantes entre los que hay cabezas brillantes y que son tiradas al desperdicio), tiene cualidades para ganar ese galardón que, por sus características, en honor a la verdad, más se merecía el diario The New York Times, quien quedó en segundo lugar.
Pero, dentro de esa fiesta de premios, uno distinguió al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, fundado por Samuel Ruiz en honor del fraile dominico que llegado con los conquistadores optó por la defensa de los indios (y cuya obra monumental: Historia de las Indias, de Bartolomé de las Casas, es un testimonio admirablemente desgarrador).
Al Centro, pues, domiciliado en el municipio de San Cristóbal de las Casas y dedicado a la defensa de los pueblos indígenas de Chiapas, le entregaron el premio en un acto donde el panista y enemigo de los indígenas embajador de Calderón en España, Jorge Zermeño decidió no asistir, ya que se siente gachupín.
El premiado, en este caso, realmente hace que los príncipes de Asturias y quienes entregaron el mismo sean quienes debieron sentirse halagados. Premiar a quienes se dedican a continuar la labor de Bartolomé de las Casas y que no necesitan reconocimiento, de todas formas significa que la regla general de dar premios por montón, tiene su excepción.
Son los defensores de los indígenas, despreciados ahora más por los panistas-calderonistas, quienes honraron a los que les otorgaron la distinción. No todo “está podrido en Dinamarca” y el distingo al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas nos dice que en un acto valeroso lo mejor de España decidió entregar un premio a los luchadores por los indios mexicanos, que continúan siendo vejados y explotados por quienes en los poderes públicos dejan de cumplir lo dispuesto en la Constitución, para mantener en la pobreza y la marginación a esos mexicanos.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
La “madre patria”, la España integrada de hispánicos y gachupines, no pierde oportunidad para estar pendiente de nosotros los ex de las colonias, inventando otorgar premios al por mayor y por cualquier pretexto; los reyes, de esa monarquía parlamentaria constitucional, visitan sus antiguos dominios y hacen acto de presencia para mantener vivas las relaciones.
Y organizan reuniones que llaman cumbres de Iberoamérica o Hispanoamérica, como aquella donde el casi dictador de Venezuela y Juan Carlos dieron la nota con aquel “¡Por qué no te callas!” al hablantín de Chávez, para luego terminar dándose un abrazo ya que los intereses españoles en la patria de Simón Bolívar son superiores a cualquier enojo de anécdota.
Empero, en la constantemente premiación a los intelectuales mexicanos y de otros países de nuestro continente, a veces aciertan en las distinciones. Claro que no tiene chiste que la UNAM obtenga el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, ya que nuestra todavía máxima casa de estudios superiores (que cada año rechaza a 70 mil aspirantes por medio de exámenes de admisión, como en el Politécnico, amañados con la finalidad de quitarse de encima a solicitantes entre los que hay cabezas brillantes y que son tiradas al desperdicio), tiene cualidades para ganar ese galardón que, por sus características, en honor a la verdad, más se merecía el diario The New York Times, quien quedó en segundo lugar.
Pero, dentro de esa fiesta de premios, uno distinguió al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, fundado por Samuel Ruiz en honor del fraile dominico que llegado con los conquistadores optó por la defensa de los indios (y cuya obra monumental: Historia de las Indias, de Bartolomé de las Casas, es un testimonio admirablemente desgarrador).
Al Centro, pues, domiciliado en el municipio de San Cristóbal de las Casas y dedicado a la defensa de los pueblos indígenas de Chiapas, le entregaron el premio en un acto donde el panista y enemigo de los indígenas embajador de Calderón en España, Jorge Zermeño decidió no asistir, ya que se siente gachupín.
El premiado, en este caso, realmente hace que los príncipes de Asturias y quienes entregaron el mismo sean quienes debieron sentirse halagados. Premiar a quienes se dedican a continuar la labor de Bartolomé de las Casas y que no necesitan reconocimiento, de todas formas significa que la regla general de dar premios por montón, tiene su excepción.
Son los defensores de los indígenas, despreciados ahora más por los panistas-calderonistas, quienes honraron a los que les otorgaron la distinción. No todo “está podrido en Dinamarca” y el distingo al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas nos dice que en un acto valeroso lo mejor de España decidió entregar un premio a los luchadores por los indios mexicanos, que continúan siendo vejados y explotados por quienes en los poderes públicos dejan de cumplir lo dispuesto en la Constitución, para mantener en la pobreza y la marginación a esos mexicanos.
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