Francisco A. García Saint-Charles.
Se podría decir que el México moderno, surgió a partir de la lucha, al parecer inconclusa, que enfrentó al magisterio callista con los destacamentos más radicales de la derecha clerical. La guerra cristera, su resultado, matizó política e ideológicamente al país, hasta que se empezó a reconvertir al país para sumirlo en la noche del neoliberalismo que hasta el momento nos cubre. El régimen autoritario que surge de los sucesivos gobiernos de los caudillos revolucionarios, tiene como una de sus características, al corporativismo; todo en el país, ya sea más cerca o más lejos del corazón del México de la época, tiene que ver con el sindicato, éste a su vez se adscribe a la central, y la central es una parte sustantiva del partido, y el partido es el Nacional Revolucionario; más tarde, en 1938, cambiara su nombre y afilará y profundizará su carácter corporativo al dar a luz al Partido de la Revolución Mexicana.
El régimen de Cárdenas es el que termina la etapa radical de la revolución democrática, nacionalista y capitalista, por la que había peleado en realidad la facción carrancista, de la que el general formó parte. La modernización capitalista de México termina aceleradamente con el contenido democrático burgués del movimiento revolucionario de 1910 – 1940, es hasta 1940 hasta donde llega esa etapa original de radicalismo democrático burgués, más allá, se construye un México capitalista, a secas, pero que hereda de la etapa anterior una concepción ideológica jacobina, un sistema político social corporativo, un sistema electoral de partido político único, una burguesía nacional en vía de reestructuración y un clero católico derrotado y revanchista (decía Villa en una de esas frases contundentes: un cura sólo es un hombre de negocios).
El México que van construyendo los diversos gobiernos civiles, a partir de Alemán, tienen en común con las aspiraciones de Cárdenas y de Francisco Múgica, lo que el régimen de Salinas, Zedillo y más tarde Fox y ahora lo que queda del régimen de Calderón, tienen de común con las aspiraciones del periodo que se dilata de López Mateos a Echeverría. Podemos ver cómo de una manera casi imperceptible, la beligerancia de la burguesía y su posicionamiento político ha ido incrementándose en la medida en la que el Estado revolucionario ha sido desmontado, suplido por un modelo de acumulación neoliberal y la hegemonía del partido electoral único, se ha convertido en una antigualla.
Pero ¿qué ha quedado del periodo cardenista hasta nuestros días? Bueno, han quedado por lo menos dos cosas que han resultado funcionales a los propósitos de la burguesía, que en los hechos concretos, actúa como lo que es en realidad: la dueña del país. Las dos cosas que han sido heredadas por los gobiernos neoliberales (priístas y panistas yunqueros) son: el mismo clero católico beligerante como nunca y un magisterio corporativizado, acompañado de un sistema sindical, en términos generales, corporativo y desnaturalizado, puesto que ya no obtiene nada de la estructura de gobierno federal, excepto las palmaditas en el hombro del gobernante en turno, cada primero de mayo, y, por supuesto, el control de las cuotas, el manejo patrimonialista de la estructura sindical.
Pero ¿y el magisterio nacional? Desde que nace, el magisterio nace encajonado, así como es organizado y neutralizado el campesinado revolucionario con el otorgamiento del reparto agrario y el apoyo estatal diversificado para que el campesinado posesionarlo produzca; claro, a cambio de la tierra, se olvida de los latifundios que surgen junto al proceso de mimetismo que ocurre con los generales corruptos que se convierten en los nuevos hacendados y latifundistas y la nueva burguesía, primero agraria, luego agrícola y después industrial. Así pasará también, con los obreros mineros, electricistas, ferrocarrileros, petroleros, los de la metalurgia, de la industria automovilística, de las cerveceras, etc., cual más, cual menos, está corporativizado.
Y eso ayuda a que los salarios sean bajos, a que los precios de los distintos productos que venden los trabajadores agrícolas, ejidales, también lo sean, y la riqueza que no se objetiva en la magnitud de los salarios, se objetiva en la magnitud de la ganancia, se traslada, y para que ese proceso de traslado sea efectivo, funciona el corsé del modelo sindical corporativo. Bueno. ¿Y el magisterio y la educación? ¿Qué ha pasado con ese binomio a partir del proceso de adocenamiento del filo democrático de la revolución burguesa, después de Cárdenas? La obra de ese magisterio ha sido de claroscuros, tanto en educación como en su participación política.
No podría ni siquiera pensarse en un país como el que tenemos, si no hubiera un magisterio como el que hay. Son casi 24 millones, los jóvenes y niños que se distribuyen en los distintos subsistemas de educación básica (preescolar, primaria y secundaria), a ésos, agreguemos alrededor de 7 millones de jóvenes que están estacionados en este momento en bachillerato y luego, agreguemos la población estudiantil en el nivel de educación superior en sus modalidades de educación abierta sabatina, y la de asistencia diaria. Fácilmente son más de 30 millones de estudiantes los que están matriculados en el sistema de educación pública, incluidas desde luego, la UNAM, la UAM y la universidad fundada en el DF durante la jefatura de López Obrador. Por lo menos en América Latina no hay otro sistema educativo de tales proporciones y eficiencia, a no ser que de la actual clase política que administra cotidianamente al país, la gran mayoría escupa sobre sus orígenes escolares.
Desde luego que el magisterio nacional (y debemos aclarar que cuando decimos: magisterio nacional, nos referimos al aglutinado sólo en el SNTE) hoy día tiene muchas carencias, carencias que se expresan en nuestro manejo restringido de técnicas didácticas, en nuestra restringida afición a la lectura de materiales que nos actualicen en diversas corrientes que reflexionan en torno a la pregunta de ¿cómo educamos los profesores en nuestro trabajo? O ¿educamos los profesores en nuestro trabajo? ¿Qué podemos entender por educar? más aún ¿los dos contenidos clásicos del concepto educación: conducir, guiar, orientar, etc., o bien: hacer salir, extraer, sacar a la luz, etc., nos muestran a una escuela tradicional o una escuela “constructivista”?
Ya se había tocado en una anterior colaboración, que en la escuela nacional pública actual no se realiza alguna actividad educativa que instrumente los valores implícitos por ejemplo, en la Constitución Política del país, ni los que subyacen en los diversos documentos que expresen objetivos curriculares, ni los que están en los diversos textos que un día sí y otro también, manejamos, tanto los alumnos como los profesores.
No hay un acuerdo explícito de realizar un trabajo educativo en ese sentido; lo que se dice en los discursos de los políticos, se queda en esos discursos.
Los rasgos fundamentales de nuestra escuela pública tradicional, los que forman “su cultura”, son principalmente, el autoritarismo y la formalidad; estos dos rasgos: el autoritarismo y la formalidad, son exudados directamente del complejo de relaciones codificadas y estructuradas que objetivan a un campo de interacciones que, en los hechos concretos, conforman la matriz del poder en el país, un poder que no es otro que el originado en la etapa inicial del corporativismo, estas relaciones codificadas y estructuradas que expresan ese campo de interacciones que a su vez son la estructura del poder, estructuran los campos ajenos a la educación, afectan e infectan las estructuras de las interacciones laborales, sociales y personales; estas estructuras tienen la capacidad además, de estructurar a sus fines particulares, a las estructuras de esos campos, son, como diría Bourdieu, estructuras estructurantes.
El problema de esta estructura de poder que subsume a las demás, es el autoritarismo, la impunidad (en términos de políticos profesionales, específica pero no únicamente) y la formalidad, entendida ésta como la habilidad de poder simular una serie de características externas, que no coinciden con las características reales de la conformación valoral del Yo interno. Es decir, aprendemos a simular y a disimular. En nuestro país, no hay quien le gane en el disimulo y en la simulación, a los políticos profesionales autoritarios, corruptos, impunes y organizados para acciones criminales, y entre los políticos profesionales de este tipo, no hay quien le gane a los políticos panistas y a los de Nueva Alianza.
Hace 15 o 20 días, a la fecha, se convocó en la ciudad de Misantla, por un exvanguardista de primera línea y exmiembro del Grupo Político de la Sección 32 del SNTE, a una reunión de representantes sindicales del SNTE en el estado, representantes sindicales del SNTE en el estado, significa que la convocatoria incluía a los integrantes de las secciones 32 (federal) y 56 (estatal). Sólo acudieron al llamado de Moreno Ramos (elemento importante de Nueva Alianza) algunos de los representantes de la 56, con Callejas Briones a la cabeza, 25 de los 40 elementos que conforman a su comité, no lo acompañaron.
La reunión fue, aparte el simbolismo implícito, la expresión de dos cosas: el rompimiento de Callejas Arroyo con Gordillo Morales en su negativa de operar juntos en ocasión de las próximas elecciones federales intermedias, así como una demostración de su control sindical caciquil en la 32 y, la declaración de Callejas Briones, por otro lado, asumiéndose como un político “aliancista” que no logró aliarse con 25 de sus compañeros de comité.
Pero no sólo ocurre lo anterior. Dentro del comité ejecutivo de la Secc. 56, ha surgido una organización que se autodenomina Frente Magisterial Veracruzano y, que actualmente, incorpora a sus siglas profesores de todos los sindicatos estatales. Este frente se adscribe al PRI y se ha dado una organización estatal en la que resuena también el calor electoral; su dirigente estatal es una Secretaria General, tienen representantes distritales y municipales.
Ud. sabe, amigo lector, que cualquier candidato a diputado debe contar, como un documento indispensable, una estructura electoral en la que se respalda y hace viable su candidatura al triunfo; bueno, el Secretario General formal del partido Nueva alianza, es el Prof. Carlos García de La Cruz (Secc. 56), pero el Srio. Gral. real, es el Prof. Francisco Pineda (también de la Secc. 56) Entonces ¿cómo hallamos al magisterio del SNTE en Veracruz, en tiempos electorales? Una sección aliada con Gordillo Morales (Secc. 56, estatal, 24 mil asociados y dividida en su Comité Ejecutivo y a nivel de la sección misma, pero… ojo, todos son, sindicalmente, formalmente, leales a la Sra.), la otra, aliada con Herrera Beltrán y el PRI (Secc. 32, federal, alrededor de 100 mil asociados y con un férreo control en el comité ejecutivo y en la sección toda, por Callejas Arroyo y formalmente aliados sindicales de la Sra.)
¿Qué se busca con este aparente galimatías? Bien, los candidatos a diputados de Nueva Alianza, preferentemente, serán apoyados por la estructura de la Secc. 56, para lograrlo han acordado en principio la siguiente “estrategia”: cada elemento del comité ejecutivo seccional (así como está) buscará a 20 profesores, con los que formará lo que llaman Seccional de Escuela, hará tantos como su versatilidad se lo permita; cada seccional de escuela buscará promotores de escuela, a los profesores se les ubicará por escuela y domicilio, puesto que les están pidiendo su credencial de elector, se les pide y pedirá su apoyo de diverso tipo para estar en las casillas electorales, como ser representante de partido, por ejemplo. Este ejercicio electoral corporativo tiene sus antecedentes más remotos en la época del partido político único.
¿Por qué ese gasto (gasto que sale de nuestros impuestos) tan desmedido en unas elecciones intermedias, como el que hace Nueva Alianza? Bueno, la historia es digna de contarse: Nueva Alianza no va en alianza, en esta ocasión, con el PAN, partido con el que comparte principios políticos e ideológicos en mayor medida (ambos partidos son de derecha radical, sólo que el PAN es una derecha clerial, yunquera, montaraz, machista, misógina; Nueva Alianza representa a la derecha radical fascista, más a tono con el espíritu de la burguesía neoliberal actual, más peligroso aún) Gordillo Morales está desesperada porque sus socios-sirvientes-incondicionales, aparentemente no están haciendo bien su tarea; la tarea consiste en lograr inducir hacia SU partido el 2% de la votación nacional para que su registro sea permanente, y a partir de allí convertirse en un nuevo vampiro electoral que morderá el cuello del presupuesto formado con nuestros impuestos. ¿Hay alguna razón para que el ciudadano y ciudadana comunes consideren un voto por Nueva Alianza? No, no hay ninguna. Este partido, menos que ningún otro, tiene algo en común con los intereses de los trabajadores de tipo diverso, que deben trabajar para comer y no viven de cortar el cupón, como Gordillo Morales (la fortuna personal de la arpía se calcula en un poco más de 7 mil millones de dólares)
Pero ¿por qué otra razón debemos reflexionar no votar por Nueva Alianza? Independientemente de que las razones para hacerlo forman legión, consideremos no votar por Nueva Alianza porque sus candidatos SÓLO OBEDECERÁN lo que les ordene la Sra. y sólo harán lo que les pida la Sra. que hagan. Otro peligro es el de que junto con los diputados y senadores del PAN formen mayoría en el Congreso y entonces surgirán las leyes más atroces y contrarias a los intereses de la ciudadanía común mexicana. La derecha radical, clerical, junquera y fascista YA está celebrando por anticipado su triunfo. Ahora se da el surgimiento de una corriente que invita a no votar, hagámosle caso y no votemos por el PAN ni por NUEVA ALIANZA, ni un voto a estos partidos de derecha. No insinúo, sin decirlo, que es bueno que se vote por el PRI o por PRD, pero sí creo que entre Beatriz Paredes y Jesús Ortega hay más distancia con el Yunque y el clero católico decimonónico, que entre éstos y Germán Martínez y Felipe Calderón. Si nos unimos y nos organizamos, podemos aguarle la fiesta a la derecha.
Se podría decir que el México moderno, surgió a partir de la lucha, al parecer inconclusa, que enfrentó al magisterio callista con los destacamentos más radicales de la derecha clerical. La guerra cristera, su resultado, matizó política e ideológicamente al país, hasta que se empezó a reconvertir al país para sumirlo en la noche del neoliberalismo que hasta el momento nos cubre. El régimen autoritario que surge de los sucesivos gobiernos de los caudillos revolucionarios, tiene como una de sus características, al corporativismo; todo en el país, ya sea más cerca o más lejos del corazón del México de la época, tiene que ver con el sindicato, éste a su vez se adscribe a la central, y la central es una parte sustantiva del partido, y el partido es el Nacional Revolucionario; más tarde, en 1938, cambiara su nombre y afilará y profundizará su carácter corporativo al dar a luz al Partido de la Revolución Mexicana.
El régimen de Cárdenas es el que termina la etapa radical de la revolución democrática, nacionalista y capitalista, por la que había peleado en realidad la facción carrancista, de la que el general formó parte. La modernización capitalista de México termina aceleradamente con el contenido democrático burgués del movimiento revolucionario de 1910 – 1940, es hasta 1940 hasta donde llega esa etapa original de radicalismo democrático burgués, más allá, se construye un México capitalista, a secas, pero que hereda de la etapa anterior una concepción ideológica jacobina, un sistema político social corporativo, un sistema electoral de partido político único, una burguesía nacional en vía de reestructuración y un clero católico derrotado y revanchista (decía Villa en una de esas frases contundentes: un cura sólo es un hombre de negocios).
El México que van construyendo los diversos gobiernos civiles, a partir de Alemán, tienen en común con las aspiraciones de Cárdenas y de Francisco Múgica, lo que el régimen de Salinas, Zedillo y más tarde Fox y ahora lo que queda del régimen de Calderón, tienen de común con las aspiraciones del periodo que se dilata de López Mateos a Echeverría. Podemos ver cómo de una manera casi imperceptible, la beligerancia de la burguesía y su posicionamiento político ha ido incrementándose en la medida en la que el Estado revolucionario ha sido desmontado, suplido por un modelo de acumulación neoliberal y la hegemonía del partido electoral único, se ha convertido en una antigualla.
Pero ¿qué ha quedado del periodo cardenista hasta nuestros días? Bueno, han quedado por lo menos dos cosas que han resultado funcionales a los propósitos de la burguesía, que en los hechos concretos, actúa como lo que es en realidad: la dueña del país. Las dos cosas que han sido heredadas por los gobiernos neoliberales (priístas y panistas yunqueros) son: el mismo clero católico beligerante como nunca y un magisterio corporativizado, acompañado de un sistema sindical, en términos generales, corporativo y desnaturalizado, puesto que ya no obtiene nada de la estructura de gobierno federal, excepto las palmaditas en el hombro del gobernante en turno, cada primero de mayo, y, por supuesto, el control de las cuotas, el manejo patrimonialista de la estructura sindical.
Pero ¿y el magisterio nacional? Desde que nace, el magisterio nace encajonado, así como es organizado y neutralizado el campesinado revolucionario con el otorgamiento del reparto agrario y el apoyo estatal diversificado para que el campesinado posesionarlo produzca; claro, a cambio de la tierra, se olvida de los latifundios que surgen junto al proceso de mimetismo que ocurre con los generales corruptos que se convierten en los nuevos hacendados y latifundistas y la nueva burguesía, primero agraria, luego agrícola y después industrial. Así pasará también, con los obreros mineros, electricistas, ferrocarrileros, petroleros, los de la metalurgia, de la industria automovilística, de las cerveceras, etc., cual más, cual menos, está corporativizado.
Y eso ayuda a que los salarios sean bajos, a que los precios de los distintos productos que venden los trabajadores agrícolas, ejidales, también lo sean, y la riqueza que no se objetiva en la magnitud de los salarios, se objetiva en la magnitud de la ganancia, se traslada, y para que ese proceso de traslado sea efectivo, funciona el corsé del modelo sindical corporativo. Bueno. ¿Y el magisterio y la educación? ¿Qué ha pasado con ese binomio a partir del proceso de adocenamiento del filo democrático de la revolución burguesa, después de Cárdenas? La obra de ese magisterio ha sido de claroscuros, tanto en educación como en su participación política.
No podría ni siquiera pensarse en un país como el que tenemos, si no hubiera un magisterio como el que hay. Son casi 24 millones, los jóvenes y niños que se distribuyen en los distintos subsistemas de educación básica (preescolar, primaria y secundaria), a ésos, agreguemos alrededor de 7 millones de jóvenes que están estacionados en este momento en bachillerato y luego, agreguemos la población estudiantil en el nivel de educación superior en sus modalidades de educación abierta sabatina, y la de asistencia diaria. Fácilmente son más de 30 millones de estudiantes los que están matriculados en el sistema de educación pública, incluidas desde luego, la UNAM, la UAM y la universidad fundada en el DF durante la jefatura de López Obrador. Por lo menos en América Latina no hay otro sistema educativo de tales proporciones y eficiencia, a no ser que de la actual clase política que administra cotidianamente al país, la gran mayoría escupa sobre sus orígenes escolares.
Desde luego que el magisterio nacional (y debemos aclarar que cuando decimos: magisterio nacional, nos referimos al aglutinado sólo en el SNTE) hoy día tiene muchas carencias, carencias que se expresan en nuestro manejo restringido de técnicas didácticas, en nuestra restringida afición a la lectura de materiales que nos actualicen en diversas corrientes que reflexionan en torno a la pregunta de ¿cómo educamos los profesores en nuestro trabajo? O ¿educamos los profesores en nuestro trabajo? ¿Qué podemos entender por educar? más aún ¿los dos contenidos clásicos del concepto educación: conducir, guiar, orientar, etc., o bien: hacer salir, extraer, sacar a la luz, etc., nos muestran a una escuela tradicional o una escuela “constructivista”?
Ya se había tocado en una anterior colaboración, que en la escuela nacional pública actual no se realiza alguna actividad educativa que instrumente los valores implícitos por ejemplo, en la Constitución Política del país, ni los que subyacen en los diversos documentos que expresen objetivos curriculares, ni los que están en los diversos textos que un día sí y otro también, manejamos, tanto los alumnos como los profesores.
No hay un acuerdo explícito de realizar un trabajo educativo en ese sentido; lo que se dice en los discursos de los políticos, se queda en esos discursos.
Los rasgos fundamentales de nuestra escuela pública tradicional, los que forman “su cultura”, son principalmente, el autoritarismo y la formalidad; estos dos rasgos: el autoritarismo y la formalidad, son exudados directamente del complejo de relaciones codificadas y estructuradas que objetivan a un campo de interacciones que, en los hechos concretos, conforman la matriz del poder en el país, un poder que no es otro que el originado en la etapa inicial del corporativismo, estas relaciones codificadas y estructuradas que expresan ese campo de interacciones que a su vez son la estructura del poder, estructuran los campos ajenos a la educación, afectan e infectan las estructuras de las interacciones laborales, sociales y personales; estas estructuras tienen la capacidad además, de estructurar a sus fines particulares, a las estructuras de esos campos, son, como diría Bourdieu, estructuras estructurantes.
El problema de esta estructura de poder que subsume a las demás, es el autoritarismo, la impunidad (en términos de políticos profesionales, específica pero no únicamente) y la formalidad, entendida ésta como la habilidad de poder simular una serie de características externas, que no coinciden con las características reales de la conformación valoral del Yo interno. Es decir, aprendemos a simular y a disimular. En nuestro país, no hay quien le gane en el disimulo y en la simulación, a los políticos profesionales autoritarios, corruptos, impunes y organizados para acciones criminales, y entre los políticos profesionales de este tipo, no hay quien le gane a los políticos panistas y a los de Nueva Alianza.
Hace 15 o 20 días, a la fecha, se convocó en la ciudad de Misantla, por un exvanguardista de primera línea y exmiembro del Grupo Político de la Sección 32 del SNTE, a una reunión de representantes sindicales del SNTE en el estado, representantes sindicales del SNTE en el estado, significa que la convocatoria incluía a los integrantes de las secciones 32 (federal) y 56 (estatal). Sólo acudieron al llamado de Moreno Ramos (elemento importante de Nueva Alianza) algunos de los representantes de la 56, con Callejas Briones a la cabeza, 25 de los 40 elementos que conforman a su comité, no lo acompañaron.
La reunión fue, aparte el simbolismo implícito, la expresión de dos cosas: el rompimiento de Callejas Arroyo con Gordillo Morales en su negativa de operar juntos en ocasión de las próximas elecciones federales intermedias, así como una demostración de su control sindical caciquil en la 32 y, la declaración de Callejas Briones, por otro lado, asumiéndose como un político “aliancista” que no logró aliarse con 25 de sus compañeros de comité.
Pero no sólo ocurre lo anterior. Dentro del comité ejecutivo de la Secc. 56, ha surgido una organización que se autodenomina Frente Magisterial Veracruzano y, que actualmente, incorpora a sus siglas profesores de todos los sindicatos estatales. Este frente se adscribe al PRI y se ha dado una organización estatal en la que resuena también el calor electoral; su dirigente estatal es una Secretaria General, tienen representantes distritales y municipales.
Ud. sabe, amigo lector, que cualquier candidato a diputado debe contar, como un documento indispensable, una estructura electoral en la que se respalda y hace viable su candidatura al triunfo; bueno, el Secretario General formal del partido Nueva alianza, es el Prof. Carlos García de La Cruz (Secc. 56), pero el Srio. Gral. real, es el Prof. Francisco Pineda (también de la Secc. 56) Entonces ¿cómo hallamos al magisterio del SNTE en Veracruz, en tiempos electorales? Una sección aliada con Gordillo Morales (Secc. 56, estatal, 24 mil asociados y dividida en su Comité Ejecutivo y a nivel de la sección misma, pero… ojo, todos son, sindicalmente, formalmente, leales a la Sra.), la otra, aliada con Herrera Beltrán y el PRI (Secc. 32, federal, alrededor de 100 mil asociados y con un férreo control en el comité ejecutivo y en la sección toda, por Callejas Arroyo y formalmente aliados sindicales de la Sra.)
¿Qué se busca con este aparente galimatías? Bien, los candidatos a diputados de Nueva Alianza, preferentemente, serán apoyados por la estructura de la Secc. 56, para lograrlo han acordado en principio la siguiente “estrategia”: cada elemento del comité ejecutivo seccional (así como está) buscará a 20 profesores, con los que formará lo que llaman Seccional de Escuela, hará tantos como su versatilidad se lo permita; cada seccional de escuela buscará promotores de escuela, a los profesores se les ubicará por escuela y domicilio, puesto que les están pidiendo su credencial de elector, se les pide y pedirá su apoyo de diverso tipo para estar en las casillas electorales, como ser representante de partido, por ejemplo. Este ejercicio electoral corporativo tiene sus antecedentes más remotos en la época del partido político único.
¿Por qué ese gasto (gasto que sale de nuestros impuestos) tan desmedido en unas elecciones intermedias, como el que hace Nueva Alianza? Bueno, la historia es digna de contarse: Nueva Alianza no va en alianza, en esta ocasión, con el PAN, partido con el que comparte principios políticos e ideológicos en mayor medida (ambos partidos son de derecha radical, sólo que el PAN es una derecha clerial, yunquera, montaraz, machista, misógina; Nueva Alianza representa a la derecha radical fascista, más a tono con el espíritu de la burguesía neoliberal actual, más peligroso aún) Gordillo Morales está desesperada porque sus socios-sirvientes-incondicionales, aparentemente no están haciendo bien su tarea; la tarea consiste en lograr inducir hacia SU partido el 2% de la votación nacional para que su registro sea permanente, y a partir de allí convertirse en un nuevo vampiro electoral que morderá el cuello del presupuesto formado con nuestros impuestos. ¿Hay alguna razón para que el ciudadano y ciudadana comunes consideren un voto por Nueva Alianza? No, no hay ninguna. Este partido, menos que ningún otro, tiene algo en común con los intereses de los trabajadores de tipo diverso, que deben trabajar para comer y no viven de cortar el cupón, como Gordillo Morales (la fortuna personal de la arpía se calcula en un poco más de 7 mil millones de dólares)
Pero ¿por qué otra razón debemos reflexionar no votar por Nueva Alianza? Independientemente de que las razones para hacerlo forman legión, consideremos no votar por Nueva Alianza porque sus candidatos SÓLO OBEDECERÁN lo que les ordene la Sra. y sólo harán lo que les pida la Sra. que hagan. Otro peligro es el de que junto con los diputados y senadores del PAN formen mayoría en el Congreso y entonces surgirán las leyes más atroces y contrarias a los intereses de la ciudadanía común mexicana. La derecha radical, clerical, junquera y fascista YA está celebrando por anticipado su triunfo. Ahora se da el surgimiento de una corriente que invita a no votar, hagámosle caso y no votemos por el PAN ni por NUEVA ALIANZA, ni un voto a estos partidos de derecha. No insinúo, sin decirlo, que es bueno que se vote por el PRI o por PRD, pero sí creo que entre Beatriz Paredes y Jesús Ortega hay más distancia con el Yunque y el clero católico decimonónico, que entre éstos y Germán Martínez y Felipe Calderón. Si nos unimos y nos organizamos, podemos aguarle la fiesta a la derecha.
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