Laura M. López Murillo
En algún lugar beligerante, el fragor de una lucha sin cuartel no admite sesgos éticos ni morales, porque el encono superlativo de la contienda corresponde a la cuantía del botín; quien obtenga los laureles de la victoria electoral, obtendrá el derecho indiscutible de trazar el rumbo de la nación…
El próximo 5 de Julio se decidirá en las urnas el control del legislativo, el desenlace del calderonismo, la definición de las fuerzas en la partidocracia, el rumbo hacia la presidencia del 2012. Los privilegios y canonjías derivados del triunfo en las urnas determinan la ferocidad de los ataques entre los contendientes.
Por eso, los delitos y el crimen se han incorporado a este proceso electoral como la estrategia predominante: candidatos de todos los partidos a diputaciones, alcaldías y gubernaturas, han sido acusados de presuntas actividades y conductas ilícitas. Algunos ya abandonaron las candidaturas, otros han sido aprehendidos y muchos enfrentan escándalos y campañas de desprestigio.
La forzada evocación de tragedias y la exhibición de evidencias de corrupción abundan y surgen en todas las trincheras hacia todos los frentes de batalla. Sin embargo, la crisis económica y las ambigüedades de la pseudo reforma electoral, evidencias reales y contundentes de la incompetencia generalizada de la clase gobernante no se han esgrimido como armas en la contienda, porque la legislación electoral y la crisis que ahora nos flagela son el resultado de la confabulación de todas las fuerzas políticas.
Pero la ferocidad de las acusaciones sólo es mediática porque son raras y escasas las denuncias que se presentan ante las autoridades correspondientes. Tal vez, la crueldad de los ataques está maquiavélicamente calculada porque los cañonazos mediáticos no culminan en una sentencia judicial, sólo perturban el ambiente, provocan el escarnio y el rechazo, manifestaciones a las que la clase política ya es inmune.
El ejecutivo federal ostenta el combate al crimen organizado como el estandarte en todos los frentes de la campaña electoral y esa es la línea inamovible del discurso de los candidatos de Acción Nacional. Haciendo alarde de su capacidad para asimilar y deglutir a sus adversarios, el ejecutivo federal ha implementado, en pleno proceso electoral, propuestas y proyectos surgidos en la oposición. Vgrs: los vales de medicamentos para subsanar la insuficiencia del sector salud.
El cinismo del partido gobernante es ya insufrible: su dirigente nacional, Germán Martínez, es el vocero exacerbado de la consigna presidencial, el peón encargado de esparcir la podredumbre en la contienda; en contraste, la parsimonia de los candidatos panistas sólo puede interpretarse como la confianza en la orquestación de una elección de estado, o como la táctica de victimizar a los candidatos para atraer el voto por compasión.
Sea como fuere, el bajo perfil de todos los candidatos se disimula bajo el impacto mediático de los partidos que han movilizado a sus militantes más conocidos y carismáticos. Gracias a la estrategia testimonial resucitó la figura irreverente del candidato Vicente Fox, Enrique Peña Nieto apoya a los candidatos priísta los fines de semana.
El despliegue de las armas y el encono de los ataques sólo se justifican por el botín de esta guerra; pero los adversarios han desestimado el relieve del campo de batalla. El electorado estoico que soporta el bombardeo de la mugre partidista, está a punto de desprenderse de la apatía social que permitió el ascenso de una elite gobernante sin sensibilidad social.
El 5 de Julio es una fecha crucial. No sólo se medirá la fuerza de las huestes de la partidocracia, también se ponderará el grado de hartazgo y repudio de la ciudadanía a la partidocracia, a esa clase minoritaria que decide el futuro de todos los mexicanos en función de sus intereses y beneficios.
El día de los comicios termina la cruel temporada de divulgación de las verdades que se mantuvieron ocultas para exhibir a los adversarios en tiempos de proselitismo, cuando el fragor de una lucha sin cuartel no admite sesgos éticos ni morales; pero ese día es también, una oportunidad irrepetible para hacer valer la voluntad de la ciudadanía… porque los laureles de la victoria electoral confieren el derecho indiscutible de trazar el rumbo de la nación…
Laura M. López Murillo es Lic. en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos Especializada en Literatura en el Itesm.
En algún lugar beligerante, el fragor de una lucha sin cuartel no admite sesgos éticos ni morales, porque el encono superlativo de la contienda corresponde a la cuantía del botín; quien obtenga los laureles de la victoria electoral, obtendrá el derecho indiscutible de trazar el rumbo de la nación…
El próximo 5 de Julio se decidirá en las urnas el control del legislativo, el desenlace del calderonismo, la definición de las fuerzas en la partidocracia, el rumbo hacia la presidencia del 2012. Los privilegios y canonjías derivados del triunfo en las urnas determinan la ferocidad de los ataques entre los contendientes.
Por eso, los delitos y el crimen se han incorporado a este proceso electoral como la estrategia predominante: candidatos de todos los partidos a diputaciones, alcaldías y gubernaturas, han sido acusados de presuntas actividades y conductas ilícitas. Algunos ya abandonaron las candidaturas, otros han sido aprehendidos y muchos enfrentan escándalos y campañas de desprestigio.
La forzada evocación de tragedias y la exhibición de evidencias de corrupción abundan y surgen en todas las trincheras hacia todos los frentes de batalla. Sin embargo, la crisis económica y las ambigüedades de la pseudo reforma electoral, evidencias reales y contundentes de la incompetencia generalizada de la clase gobernante no se han esgrimido como armas en la contienda, porque la legislación electoral y la crisis que ahora nos flagela son el resultado de la confabulación de todas las fuerzas políticas.
Pero la ferocidad de las acusaciones sólo es mediática porque son raras y escasas las denuncias que se presentan ante las autoridades correspondientes. Tal vez, la crueldad de los ataques está maquiavélicamente calculada porque los cañonazos mediáticos no culminan en una sentencia judicial, sólo perturban el ambiente, provocan el escarnio y el rechazo, manifestaciones a las que la clase política ya es inmune.
El ejecutivo federal ostenta el combate al crimen organizado como el estandarte en todos los frentes de la campaña electoral y esa es la línea inamovible del discurso de los candidatos de Acción Nacional. Haciendo alarde de su capacidad para asimilar y deglutir a sus adversarios, el ejecutivo federal ha implementado, en pleno proceso electoral, propuestas y proyectos surgidos en la oposición. Vgrs: los vales de medicamentos para subsanar la insuficiencia del sector salud.
El cinismo del partido gobernante es ya insufrible: su dirigente nacional, Germán Martínez, es el vocero exacerbado de la consigna presidencial, el peón encargado de esparcir la podredumbre en la contienda; en contraste, la parsimonia de los candidatos panistas sólo puede interpretarse como la confianza en la orquestación de una elección de estado, o como la táctica de victimizar a los candidatos para atraer el voto por compasión.
Sea como fuere, el bajo perfil de todos los candidatos se disimula bajo el impacto mediático de los partidos que han movilizado a sus militantes más conocidos y carismáticos. Gracias a la estrategia testimonial resucitó la figura irreverente del candidato Vicente Fox, Enrique Peña Nieto apoya a los candidatos priísta los fines de semana.
El despliegue de las armas y el encono de los ataques sólo se justifican por el botín de esta guerra; pero los adversarios han desestimado el relieve del campo de batalla. El electorado estoico que soporta el bombardeo de la mugre partidista, está a punto de desprenderse de la apatía social que permitió el ascenso de una elite gobernante sin sensibilidad social.
El 5 de Julio es una fecha crucial. No sólo se medirá la fuerza de las huestes de la partidocracia, también se ponderará el grado de hartazgo y repudio de la ciudadanía a la partidocracia, a esa clase minoritaria que decide el futuro de todos los mexicanos en función de sus intereses y beneficios.
El día de los comicios termina la cruel temporada de divulgación de las verdades que se mantuvieron ocultas para exhibir a los adversarios en tiempos de proselitismo, cuando el fragor de una lucha sin cuartel no admite sesgos éticos ni morales; pero ese día es también, una oportunidad irrepetible para hacer valer la voluntad de la ciudadanía… porque los laureles de la victoria electoral confieren el derecho indiscutible de trazar el rumbo de la nación…
Laura M. López Murillo es Lic. en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos Especializada en Literatura en el Itesm.
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