Waldo Albarracín Sánchez
El 10 de diciembre de 1948 se proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, treinta artículos que contienen referentes éticos de vida individual y colectiva. El décimo tercero señala: “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2.- Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”. Transcurrieron 60 años, sin embargo muchos gobiernos no terminan de aprender tan importantes lecciones de vida civilizada y fraterna.
Entre las características fundamentales que resaltan la virtud de los derechos humanos, están precisamente la Universalidad, integralidad, interdependencia, indivisibilidad, imprescriptibilidad y la extraterritorialidad. Es esta última la que quiero utilizar para el análisis del tema a abordar, si los derechos humanos son extraterritoriales, significa que rigen más allá de las fronteras, es decir que cuando una persona sale de su país por diversas causas, entre ellas las de buscar mejores condiciones de vida, lleva consigo sus derechos, nos los deja en su casa y valen allá donde se encuentre. Entonces resulta irracional e injusto criminalizar ese hecho. Sin embargo en los últimos tiempos advertimos con impotencia, cómo determinados gobiernos especialmente europeos, aplican políticas absolutamente inhumanas, satanizando el fenómeno migratorio, creando las condiciones jurídicas para encarcelar a cuanto inmigrante ingrese en su territorio, con mayor saña si se trata del tercer mundo, como si los europeos jamás hubiesen migrado, olvidan que, especialmente en el siglo anterior Latinoamérica les abrió los brazos. Ignoran deliberadamente que, la historia de nuestro continente está caracterizada no sólo por la llegada de inmigrantes, sino de invasores que vinieron a saquear irracionalmente nuestros recursos mineralógicos, sometiendo a los indígenas a repudiables regímenes de esclavitud.
La construcción del muro que divide las fronteras entre Estados Unidos y México, constituye otra muestra clara que esta problemática se la pretende allanar a través de métodos que contradicen los principios enarbolados por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Entender el fenómeno de la inmigración bajo la lógica del derecho insoslayable que tiene toda persona y su familia de sobrevivir frente a grandes limitaciones económico sociales , es un imperativo categórico para los Estados receptores, aunque ello depende mucho de la calidad humana de sus gobernantes, que, como en el caso de Italia, parecen aún no entender.
Pero los inmigrantes, pese a los atropellos del que son víctimas, la xenofobia y el racismo, no perdieron la fe y cada vez mas van adquiriendo mayor conciencia sobre sus derechos. Este 4 de junio en Madrid España, se concentraron frente a la embajada de Italia para pedir la retirada de la “Ley de Seguridad de Inmigración, aprobada por el Parlamento Italiano a instancias del Gobierno de Silvio Berlusconi, por entender que se trata de una normativa que se asemeja a las de fascismo del dictador Benito Mussolini.
Durante la concentración. Instituciones como la Federación Estatal de Asociación de Inmigrantes y Refugiados en España, reclamaron la mediación de la Unión Europea, para forzar al Gobierno Italiano retire dicha normativa que criminaliza la inmigración ilegal en ese país. Pidieron también a las autoridades comunitarias se deje sin efecto la denominada Directiva de Retorno, aprobada en junio de 2008 por la Eurocámara.
Los puestos de control migratorio se convirtieron en verdaderos escenarios de tremendas violaciones a los derechos humanos, a través de vejámenes que a diario se cometen contra las personas.
Es hora de entender que todos tenemos derechos y es bajo esa premisa que deberán encontrarse soluciones solidarias y justas, a este fenómeno, en el marco del respeto a la dignidad humana.
El 10 de diciembre de 1948 se proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, treinta artículos que contienen referentes éticos de vida individual y colectiva. El décimo tercero señala: “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2.- Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”. Transcurrieron 60 años, sin embargo muchos gobiernos no terminan de aprender tan importantes lecciones de vida civilizada y fraterna.
Entre las características fundamentales que resaltan la virtud de los derechos humanos, están precisamente la Universalidad, integralidad, interdependencia, indivisibilidad, imprescriptibilidad y la extraterritorialidad. Es esta última la que quiero utilizar para el análisis del tema a abordar, si los derechos humanos son extraterritoriales, significa que rigen más allá de las fronteras, es decir que cuando una persona sale de su país por diversas causas, entre ellas las de buscar mejores condiciones de vida, lleva consigo sus derechos, nos los deja en su casa y valen allá donde se encuentre. Entonces resulta irracional e injusto criminalizar ese hecho. Sin embargo en los últimos tiempos advertimos con impotencia, cómo determinados gobiernos especialmente europeos, aplican políticas absolutamente inhumanas, satanizando el fenómeno migratorio, creando las condiciones jurídicas para encarcelar a cuanto inmigrante ingrese en su territorio, con mayor saña si se trata del tercer mundo, como si los europeos jamás hubiesen migrado, olvidan que, especialmente en el siglo anterior Latinoamérica les abrió los brazos. Ignoran deliberadamente que, la historia de nuestro continente está caracterizada no sólo por la llegada de inmigrantes, sino de invasores que vinieron a saquear irracionalmente nuestros recursos mineralógicos, sometiendo a los indígenas a repudiables regímenes de esclavitud.
La construcción del muro que divide las fronteras entre Estados Unidos y México, constituye otra muestra clara que esta problemática se la pretende allanar a través de métodos que contradicen los principios enarbolados por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Entender el fenómeno de la inmigración bajo la lógica del derecho insoslayable que tiene toda persona y su familia de sobrevivir frente a grandes limitaciones económico sociales , es un imperativo categórico para los Estados receptores, aunque ello depende mucho de la calidad humana de sus gobernantes, que, como en el caso de Italia, parecen aún no entender.
Pero los inmigrantes, pese a los atropellos del que son víctimas, la xenofobia y el racismo, no perdieron la fe y cada vez mas van adquiriendo mayor conciencia sobre sus derechos. Este 4 de junio en Madrid España, se concentraron frente a la embajada de Italia para pedir la retirada de la “Ley de Seguridad de Inmigración, aprobada por el Parlamento Italiano a instancias del Gobierno de Silvio Berlusconi, por entender que se trata de una normativa que se asemeja a las de fascismo del dictador Benito Mussolini.
Durante la concentración. Instituciones como la Federación Estatal de Asociación de Inmigrantes y Refugiados en España, reclamaron la mediación de la Unión Europea, para forzar al Gobierno Italiano retire dicha normativa que criminaliza la inmigración ilegal en ese país. Pidieron también a las autoridades comunitarias se deje sin efecto la denominada Directiva de Retorno, aprobada en junio de 2008 por la Eurocámara.
Los puestos de control migratorio se convirtieron en verdaderos escenarios de tremendas violaciones a los derechos humanos, a través de vejámenes que a diario se cometen contra las personas.
Es hora de entender que todos tenemos derechos y es bajo esa premisa que deberán encontrarse soluciones solidarias y justas, a este fenómeno, en el marco del respeto a la dignidad humana.
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