Gustavo Lomelín
Cada vez es más evidente que la economía mexicana va a tocar fondo en este segundo trimestre del año con una caída ligeramente mayor a -9 por ciento. Sin embargo, la recuperación se iniciará de manera lenta y gradual hasta abril o mayo de 2010 en el mejor escenario. En pleno año político electoral, el costo social de la recesión económica seguirá acumulándose.
Las cifras son ya preocupantes: al cierre de abril sumaron 2.4 millones de mexicanos desempleados, lo que, aunado a las pocas oportunidades para conseguir trabajo en puestos califi cados, provocó que la población subempleada llegara a 5.1 millones de personas, es decir 63 por ciento más de lo registrado en diciembre pasado. El costo social es ya mayor al de la crisis de 1995.
No hay medidas mágicas. La inversión privada seguirá semiparalizada porque no tiene crédito ni mercado. Mientras, el gasto público cada vez se muestra más regresivo, es decir está mal aprovechado y no ayuda a la población más pobre sino a los grupos privilegiados de siempre.
De hecho, el gasto corriente del gobierno de Felipe Calderón representa 140 por ciento de los ingresos tributarios.
Los elevados salarios de la alta burocracia y más aún del Poder Judicial de la Federación, generan grandes inequidades y tela de dónde cortar si realmente se quisieran liberar recursos para canalizarlos a la inversión en obra e infraestructura para generar empleos.
En Estados Unidos, el presidente Barack Obama entendió este paradigma y ha corregido a tiempo, pero en México Felipe Calderón no sólo no lo asume, sino que ha minimizado el tamaño de la crisis. Eso ha redundado en un mayor desplome de la actividad económica mexicana y en desempleo. En vez de recortar sus privilegios, Calderón va por todo en una elección de Estado para ampliarse el margen fi scal y tratar de evitar la explosión de la crisis social que pronto tocará la puerta.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Cada vez es más evidente que la economía mexicana va a tocar fondo en este segundo trimestre del año con una caída ligeramente mayor a -9 por ciento. Sin embargo, la recuperación se iniciará de manera lenta y gradual hasta abril o mayo de 2010 en el mejor escenario. En pleno año político electoral, el costo social de la recesión económica seguirá acumulándose.
Las cifras son ya preocupantes: al cierre de abril sumaron 2.4 millones de mexicanos desempleados, lo que, aunado a las pocas oportunidades para conseguir trabajo en puestos califi cados, provocó que la población subempleada llegara a 5.1 millones de personas, es decir 63 por ciento más de lo registrado en diciembre pasado. El costo social es ya mayor al de la crisis de 1995.
No hay medidas mágicas. La inversión privada seguirá semiparalizada porque no tiene crédito ni mercado. Mientras, el gasto público cada vez se muestra más regresivo, es decir está mal aprovechado y no ayuda a la población más pobre sino a los grupos privilegiados de siempre.
De hecho, el gasto corriente del gobierno de Felipe Calderón representa 140 por ciento de los ingresos tributarios.
Los elevados salarios de la alta burocracia y más aún del Poder Judicial de la Federación, generan grandes inequidades y tela de dónde cortar si realmente se quisieran liberar recursos para canalizarlos a la inversión en obra e infraestructura para generar empleos.
En Estados Unidos, el presidente Barack Obama entendió este paradigma y ha corregido a tiempo, pero en México Felipe Calderón no sólo no lo asume, sino que ha minimizado el tamaño de la crisis. Eso ha redundado en un mayor desplome de la actividad económica mexicana y en desempleo. En vez de recortar sus privilegios, Calderón va por todo en una elección de Estado para ampliarse el margen fi scal y tratar de evitar la explosión de la crisis social que pronto tocará la puerta.
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