Miguel Ángel Granados Chapa / Plaza Pública
Al mismo tiempo que en Chihuahua el jefe nacional del PAN se complacía a sí mismo en su predecible discurso contra el gobernador José Reyes Baeza, a quien en confianzudo tuteo invitaba a escoger entre el bien y el mal, los cinco obispos católicos de esa entidad hicieron profesión de fe priista. Habían mudado ya su talante político cuando en 1998 el tricolor Patricio Martínez, conocido por su ostensible catolicismo, desplazó al PAN del gobierno estatal. Pero se habían recatado de proponer el voto a favor del tricolor. Ahora abandonaron su prudencia y, sin tener que decirlo de modo expreso, tomaron posición en plena campaña electoral.
Todo surgió en torno de Juan Blanco, el ex alcalde capitalino que estuvo preso la semana pasada, acusado como está de cohecho, que habría consistido en canjear favores con un proveedor del ayuntamiento, beneficiario de una jugosa concesión para tratar la basura a cambio de aportaciones a campañas políticas del PAN. Como quiera que Blanco es candidato a diputado federal en el proceso que concluirá en cuatro semanas, su aprehensión fue convertida por el PAN en un episodio electoral que, en la lógica de la propaganda panista en torno al narcotráfico, derivó en acusaciones no por vagas y genéricas menos severas contra Baeza Terrazas. Las formuló en conferencia de prensa citada ex profeso la senadora Teresa Ortuño, y las refrendó el alto mando panista, que el domingo acompañó a Blanco en la reanudación de su campaña.
El viernes anterior el gobierno de Chihuahua había respondido a la acusaciones al viejo estilo priista, corporativo y sectorial. Un importante número de empresarios, ganaderos, empresarios agrícolas, notarios, legisladores, alcaldes e intelectuales suscribieron un mensaje "a la ciudadanía" en que abonaron la conducta del gobernador. Ayer lunes a esa posición se agregaron los prelados de la provincia eclesiástica de Chihuahua. Aunque su expresión tiene modalidades propias: es una carta encomiástica dirigida a Baeza Terrazas, al calce de la cual le manifiestan su "aprecio y oraciones", el argumento es el mismo del viernes pasado. Párrafos enteros aparecen lo mismo en una comunicación que en la otra, lo que indica que los obispos dieron su firma a un texto redactado fuera de su espacio propio.
Los señores obispos de Ciudad Juárez, Renato Ascencio León; Cuauhtémoc-Madera, Juan Guillermo López Soto; José Fernández Arteaga, arzobispo de Chihuahua; José Andrés Corral Arredondo, obispo de Parral, y Gerardo de Jesús Rojas López, de Nuevo Casas Grandes, con las mismas palabras que los empresarios y representantes de las fuerzas vivas chihuahuenses dicen al gobernador: "Coincidimos en que aún falta mucho para erradicar la violencia que existe en nuestro Estado" (el viernes en ese punto se dijo entidad). E incurren en la errata del mensaje anterior al hablar de los gobiernos federales, siendo que sólo hay uno, cuando con las mismas palabras se refieren al "trabajo conjunto y coordinado entre los gobiernos federales, estatales y municipales". Por igual, a empresarios y otros, y a los obispos, les consta que Baeza Terrazas ha promovido e impulsado el esfuerzo por la seguridad chihuahuense y que él "solicitó la presencia de las fuerzas federales en la entidad y ha buscado, en todo momento, que el Operativo Conjunto Chihuahua sea modelo, aun a nivel nacional, en la cooperación e integración de los cuerpos de seguridad en los órdenes federal, estatal y municipal".
Pero el apoyo episcopal a Baeza Terrazas es más amplio que el expuesto en el mensaje del viernes. En el tono afectuoso que impregna la carta, los prelados lo acompañan "en los momentos difíciles que pasa, por las diversas opiniones vertidas en contra de una labor que consideramos sana". Y en una clara alusión al PAN, expresan su anhelo de que "todos los grupos que tienen también encomienda de conducción del pueblo en los diversos aspectos, sepan superar opciones personales o políticas que pudieran estorbar la lucha por el bien común".
Tras elogiarlo, en tono semejante y aun con términos análogos a los del mensaje empresarial, como "hombre íntegro y prudente y que es apreciado por su congruencia de vida en la comunidad" y al avalar "su trayectoria al servicio de la política, así como su conducta en público y en privado, en donde invariablemente ha antepuesto los intereses de la ciudadanía a los propios y personales", los obispos concluyen: "Quiera el Dador de toda autoridad concedemos (sic por concedernos) que nuestras palabras lo fortalezcan en su deber y empeño por hacer de nuestro Estado una familia enriquecida por la confianza y llena de esperanza en un próximo mejor futuro".
Desde mediados del siglo XX, el Episcopado Mexicano en general mantenía afinidades con el gobierno priista y su partido. En Chihuahua mismo, en 1986 esa inercia se rompió. El arzobispo don Adalberto Almeida Merino, don Manuel Talamás, obispo de Juárez, y don José Llaguno, de la Tarahumara, protestaron contra el fraude priista en la elección estatal de que salió gobernador el ahora senador Fernando Baeza (al punto de pretender cancelar los oficios religiosos) y promovieron talleres por la democracia de que surgió el fermento que hizo de aquella entidad la segunda en lograr la alternancia en la gubernatura.
Ya que evocamos al señor Llaguno, sacerdote y obispo ejemplar, debe hacerse notar la ausencia entre los firmantes de la carta abierta de apoyo al gobernador del obispo de la Tarahumara, Rafael Sandoval Sandoval.
Cajón de Sastre
Nacido en Florencia el 22 de septiembre de 1932, Alejandro Rossi murió el 5 de junio de 2009 en la Ciudad de México donde decidió vivir y morir. Se había graduado aquí, en la UNAM, y luego estudió filosofía en Alemania e Inglaterra. En la Universidad Nacional, donde alcanzó el rango de investigador emérito, escribió Lenguaje y significado, obra de vasto alcance y profanidad filosófica aparecida en 1969. Poco después, si radicaba en ella, descendió de la torre de marfil y durante un lustro publicó en las revistas de Octavio Paz, Plural y Vuelta, su Manual del distraído, que como libro apareció por primera vez en 1978. Lo formaron textos breves, filosos, profundos, cuya prosa ejemplar se desplegó en lo que quizá fue su obra postrera, Edén. Vida imaginada, aparecida en 2006. Sus honras fúnebres en Bellas Artes sintetizaron el servicio que hizo a México.
Al mismo tiempo que en Chihuahua el jefe nacional del PAN se complacía a sí mismo en su predecible discurso contra el gobernador José Reyes Baeza, a quien en confianzudo tuteo invitaba a escoger entre el bien y el mal, los cinco obispos católicos de esa entidad hicieron profesión de fe priista. Habían mudado ya su talante político cuando en 1998 el tricolor Patricio Martínez, conocido por su ostensible catolicismo, desplazó al PAN del gobierno estatal. Pero se habían recatado de proponer el voto a favor del tricolor. Ahora abandonaron su prudencia y, sin tener que decirlo de modo expreso, tomaron posición en plena campaña electoral.
Todo surgió en torno de Juan Blanco, el ex alcalde capitalino que estuvo preso la semana pasada, acusado como está de cohecho, que habría consistido en canjear favores con un proveedor del ayuntamiento, beneficiario de una jugosa concesión para tratar la basura a cambio de aportaciones a campañas políticas del PAN. Como quiera que Blanco es candidato a diputado federal en el proceso que concluirá en cuatro semanas, su aprehensión fue convertida por el PAN en un episodio electoral que, en la lógica de la propaganda panista en torno al narcotráfico, derivó en acusaciones no por vagas y genéricas menos severas contra Baeza Terrazas. Las formuló en conferencia de prensa citada ex profeso la senadora Teresa Ortuño, y las refrendó el alto mando panista, que el domingo acompañó a Blanco en la reanudación de su campaña.
El viernes anterior el gobierno de Chihuahua había respondido a la acusaciones al viejo estilo priista, corporativo y sectorial. Un importante número de empresarios, ganaderos, empresarios agrícolas, notarios, legisladores, alcaldes e intelectuales suscribieron un mensaje "a la ciudadanía" en que abonaron la conducta del gobernador. Ayer lunes a esa posición se agregaron los prelados de la provincia eclesiástica de Chihuahua. Aunque su expresión tiene modalidades propias: es una carta encomiástica dirigida a Baeza Terrazas, al calce de la cual le manifiestan su "aprecio y oraciones", el argumento es el mismo del viernes pasado. Párrafos enteros aparecen lo mismo en una comunicación que en la otra, lo que indica que los obispos dieron su firma a un texto redactado fuera de su espacio propio.
Los señores obispos de Ciudad Juárez, Renato Ascencio León; Cuauhtémoc-Madera, Juan Guillermo López Soto; José Fernández Arteaga, arzobispo de Chihuahua; José Andrés Corral Arredondo, obispo de Parral, y Gerardo de Jesús Rojas López, de Nuevo Casas Grandes, con las mismas palabras que los empresarios y representantes de las fuerzas vivas chihuahuenses dicen al gobernador: "Coincidimos en que aún falta mucho para erradicar la violencia que existe en nuestro Estado" (el viernes en ese punto se dijo entidad). E incurren en la errata del mensaje anterior al hablar de los gobiernos federales, siendo que sólo hay uno, cuando con las mismas palabras se refieren al "trabajo conjunto y coordinado entre los gobiernos federales, estatales y municipales". Por igual, a empresarios y otros, y a los obispos, les consta que Baeza Terrazas ha promovido e impulsado el esfuerzo por la seguridad chihuahuense y que él "solicitó la presencia de las fuerzas federales en la entidad y ha buscado, en todo momento, que el Operativo Conjunto Chihuahua sea modelo, aun a nivel nacional, en la cooperación e integración de los cuerpos de seguridad en los órdenes federal, estatal y municipal".
Pero el apoyo episcopal a Baeza Terrazas es más amplio que el expuesto en el mensaje del viernes. En el tono afectuoso que impregna la carta, los prelados lo acompañan "en los momentos difíciles que pasa, por las diversas opiniones vertidas en contra de una labor que consideramos sana". Y en una clara alusión al PAN, expresan su anhelo de que "todos los grupos que tienen también encomienda de conducción del pueblo en los diversos aspectos, sepan superar opciones personales o políticas que pudieran estorbar la lucha por el bien común".
Tras elogiarlo, en tono semejante y aun con términos análogos a los del mensaje empresarial, como "hombre íntegro y prudente y que es apreciado por su congruencia de vida en la comunidad" y al avalar "su trayectoria al servicio de la política, así como su conducta en público y en privado, en donde invariablemente ha antepuesto los intereses de la ciudadanía a los propios y personales", los obispos concluyen: "Quiera el Dador de toda autoridad concedemos (sic por concedernos) que nuestras palabras lo fortalezcan en su deber y empeño por hacer de nuestro Estado una familia enriquecida por la confianza y llena de esperanza en un próximo mejor futuro".
Desde mediados del siglo XX, el Episcopado Mexicano en general mantenía afinidades con el gobierno priista y su partido. En Chihuahua mismo, en 1986 esa inercia se rompió. El arzobispo don Adalberto Almeida Merino, don Manuel Talamás, obispo de Juárez, y don José Llaguno, de la Tarahumara, protestaron contra el fraude priista en la elección estatal de que salió gobernador el ahora senador Fernando Baeza (al punto de pretender cancelar los oficios religiosos) y promovieron talleres por la democracia de que surgió el fermento que hizo de aquella entidad la segunda en lograr la alternancia en la gubernatura.
Ya que evocamos al señor Llaguno, sacerdote y obispo ejemplar, debe hacerse notar la ausencia entre los firmantes de la carta abierta de apoyo al gobernador del obispo de la Tarahumara, Rafael Sandoval Sandoval.
Cajón de Sastre
Nacido en Florencia el 22 de septiembre de 1932, Alejandro Rossi murió el 5 de junio de 2009 en la Ciudad de México donde decidió vivir y morir. Se había graduado aquí, en la UNAM, y luego estudió filosofía en Alemania e Inglaterra. En la Universidad Nacional, donde alcanzó el rango de investigador emérito, escribió Lenguaje y significado, obra de vasto alcance y profanidad filosófica aparecida en 1969. Poco después, si radicaba en ella, descendió de la torre de marfil y durante un lustro publicó en las revistas de Octavio Paz, Plural y Vuelta, su Manual del distraído, que como libro apareció por primera vez en 1978. Lo formaron textos breves, filosos, profundos, cuya prosa ejemplar se desplegó en lo que quizá fue su obra postrera, Edén. Vida imaginada, aparecida en 2006. Sus honras fúnebres en Bellas Artes sintetizaron el servicio que hizo a México.
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