Carro completo, triunfo pírrico

Pulso crítico / J. Enrique Olivera Arce

“El ganador no toma todo porque, para gobernar, requiere del concurso de los demás. Es el fin de los gobiernos divididos y el inicio de los compartidos.”

Manlio Fabio Beltrones


Las encuestas electorales, como ya es públicamente sabido, arrojan aquellos resultados que benefician a quien las paga. Sin embargo, sin querer queriendo algunas veces suelen ser útiles. Reflejan la dinámica del proceso de reacomodo de las diversas fuerzas políticas a lo largo de un proceso electoral, la intencionalidad del ejercicio como instrumento propagandístico de manipulación social y, por qué no, también una aproximación consecuente a la realidad.

Bajo esta óptica, llama la atención la amplia difusión de un panfleto a todo color repartido en todo el Estado a través de la prensa escrita en donde vino encartado, con el que se divulgan los resultados de la última encuesta de Mitofsky, que a 12 días de la elección del 5 de julio otorga al PRI en Veracruz carro completo. Y no es para menos, pues apenas una semana antes tanto el PRI como el PAN daban por hecho que el carro completo era prácticamente imposible para ambos partidos, dado el clima de polarización que ha venido caracterizando al proceso electoral en marcha.

Folletín en mano, en los círculos políticos y tertulias de café se discuten los resultados apuntados; la sorpresa no es minúscula y la justificación de los mismos para quien se inclina a favor del priísmo, es atribuible, como siempre, al “efecto Fidel” y no a los candidatos, sus perfiles, propuestas o promesas de campaña. Para quienes no comulgan con la “fidelidad”, la encuesta está cuchareada y ven en ella mano negra. Los menos, analizan, echan números, recurren a rumores y comentarios que con anterioridad mencionaban que el PRI podría perder 5 o 6 distritos y, no cuadrándoles las cifras, llaman a tener paciencia y esperar los resultados finales de la elección, ante la posibilidad de sorpresas no esperadas como el triunfo del candidato del PANAL en Huatusco.

En términos de racionalidad democrática, si es que ello tuviera cabida en las actuales circunstancias del país, lo que debería estar a discusión no es la certeza o falacia de la posibilidad del carro completo para uno u otro partido; elementos como la legalidad y la legitimidad de la elección tienen mayor peso, ante el cuestionamiento de la representatividad democrática y rechazo creciente al sistema de partidos políticos en México. Esto no se da, prevaleciendo la fórmula calderonista del “haiga sido como haiga sido”, con un voto se gana.

Pasándose por alto que, estimándose a nivel nacional alrededor de un 60% de abstencionismo como escenario más optimista para el 5 de julio, en Veracruz sobre este mismo supuesto, los partidos contendientes se disputarían un máximo de 2.1 millones de votos, correspondiéndole al ganador con carro completo, si nos atenemos a los porcentajes expuestos en el panfleto de marras, apenas algo así como un poco más de 1 millón de sufragios. Lo que equivale a que la bancada priísta veracruzana en la Cámara de Diputados, habría sido electa por el 20 % del total de votantes registrados en el padrón electoral de la entidad.

Esto último sin contar con que de darse un muy posible incremento en el bajísimo y por tanto poco creíble porcentaje que la encuesta le asigna al PRD y Convergencia, este sería a costa de los dos partidos punteros.

Triunfo pírrico para el PRI y su carro completo, que podría ser legal pero no de ninguna manera legitimo; lejos de reflejar el más del 90 por ciento de aceptación del proyecto priísta de la Fidelidad, como presume el propio gobernador Herrera Beltrán, pondría en evidencia la pobreza de la representatividad democrática en la vida política de una sociedad plural como la veracruzana.

Y lo más preocupante. De acuerdo con la encuesta de marras, la votación a favor del PAN, PRD y partidos menores alcanzaría el otro 20 % restante, dando lugar a un empate entre el partido que gobierna en Veracruz y los que se le oponen, generándose un clima de polarización política que lejos de atemperarse una vez pasada la elección, se vería recrudecido precisamente en el punto de partida para el proceso electoral del 2010, poniendo en riesgo la gobernabilidad en la última fase de la administración a cargo del Maestro Fidel Herrera Beltrán.

¿Esto es lo deseable para el PRI en Veracruz en su aspiración a carro completo? Seguramente no, pero el triunfalismo desbocado suele ser mal consejero en un régimen en el que se rinde culto a la egolatría.

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