Archivos exhiben las dos caras de Colosio

Dolia Estévez / ESA

Documentos desclasificados por el Departamento de Estado, bajo la Ley para la Libertad de Información, revelan los dos rostros de la trágica carrera política de Luis Donaldo Colosio. El primero, entre 1989 y 1993, es el rostro de un joven político ambicioso, decidido a hacer lo que le pidiera Carlos Salinas con tal de ganarse su preferencia; el otro rostro, entre enero y marzo de 1994, proyecta a un candidato acorralado, minimizado y “nada feliz”, debido a la alevosa manipulación que Salinas hace de la rebelión zapatista, concretamente la designación de Manuel Camacho, como Comisionado para la Paz.

Los documentos confidenciales muestran que Colosio empezó a allanar el camino hacia Los Pinos mucho antes del destape. El 25 enero de 1989 se entrevistó por una hora con el embajador Charles Pilliod para tratar de desacreditar a quien desde entonces, anticipaba, sería su más fuerte rival: Cuauhtémoc Cárdenas. De acuerdo con Pilliod, Colosio le dijo que Cárdenas “se hallaba en proceso de ser secuestrado por los comunistas”. Mencionó a Jorge Alcocer y Arnoldo Martínez Verdugo. Luego se esforzó en tratar de convencer al diplomático que, bajo su dirección, el PRI recobraría el terreno perdido en 1988, incluido el Distrito Federal, bastión del cardenismo.

A sabiendas de que EU no tenía derecho de voto pero sí de veto, buscó con ahínco la avenencia de Washington. El 5 octubre de 1990, el embajador John Negroponte informó a Washington que Colosio “está cerca de Salinas, quien lo escogió personalmente para dirigir el PRI y a quien se cree incorporará al gabinete para volverlo presidenciable”.

Otro cable del 7 de abril de 1990, firmado por Witajewki, Cónsul en Hermosillo, dice que de acuerdo con fuentes confidenciales, a Colosio no le interesaba la gubernatura de Sonora, sino la Presidencia. El comunicado, parcialmente tachado, informa que Colosio estaba convencido que después de lograr con “éxito la reestructuración” del PRI y anotarse unas cuantas victorias “más o menos legítimas”, Salinas le daría una supersecretaría. “Esto sería la señal a otros contendientes de que el Presidente había optado por el senador de Sonora como primus inter pares”. Los cálculos de Colosio resultaron premonitorios. El 22 de mayo de 1992, Salinas lo designó titular de Sedesol, oficialmente incorporándolo a la carrera por la sucesión.

COLOSIO, ACORRALADO

De acuerdo con los documentos, en enero de 1994, Colosio fue víctima de dos fuertes reveses de los que no vivió para recuperarse: el levantamiento en Chiapas y el subsecuente protagonismo de Camacho manipulado por Salinas. Tan severo fue el deterioro del candidato, que aunque Jones no consideró factible que fuera a ser sustituido por Camacho, sí vaticinó que quizá tendría que cambiar de estrategia y mensaje para “depender más” de la vieja guardia del PRI. El 11 de enero de 1994, Jones escribió: “Colosio no puede estar feliz con los eventos en Chiapas, tanto por los problemas que están causando como por la publicidad que le están robando”. Jones supuso que la designación de Manuel Camacho “debió de haber dejado atónito a Colosio”.

El 17 de febrero, Jones consignó: “Colosio primero vio cómo los rebeldes, luego el ejército y ahora su archienemigo Camacho, están acaparando casi toda la atención pública”. Esto, dice, lo obliga a hacer una doble campaña: “trabajar las bases durante la semana y las elites políticas los fines de semana. A veces carga su propia maleta, conduce su propio auto o viaja en transporte público”.

Un amplio análisis del 2 de marzo de 1994, elaborado por el Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado, afirma: “Camacho se ha vuelto indispensable para Salinas y el PRI. También ha fortalecido su propia imagen...parece tener acceso ilimitado a Salinas...Colosio (por otra parte), parece no tener participación... en Chiapas”. Consultado por la Embajada respecto a si Camacho podía sustituir a Colosio como candidato, un “priísta sazonado”, a quien el cable no identifica de nombre, “sacudió la cabeza y visiblemente confuso, respondió, ‘las viejas reglas ya no se aplican’”. Tres semanas después, Colosio es asesinado a plena luz del día.

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