Ante abstención y voto nulo, a la clase política le tiembla

Pedro Echeverría V.

1. No es cierto, nada ha cambiado; las reformas electorales de los últimos 30 años sólo han beneficiado a la clase política. Si eso se llama democracia entonces qué bien cubre a la dictadura de los mismos políticos y funcionarios. Si antes el gobierno tenía el control directo de las elecciones, hoy existe un IFE y un Tribunal controlados por el gobierno y los partidos que son exactamente lo mismo. Cárdenas en 1988 y López Obrador en 2006 lo reconocieron, pero sólo hasta ahí. Sólo se ha creado más burocracia para justificar mucho más dispendio de salarios y gastos. Los partidos registrados, ahora clase política privilegiada, justifican todo el aparato electoral, aunque se critiquen mutuamente para lograr mayor control. ¿Cómo no hacerlo si de allí vienen todos sus privilegios?

2. ¿Cómo decir que estamos igual –dirían los intelectuales orgánicos- si hoy votan las mujeres, votan los jóvenes, las izquierdas y las derechas están representadas donde antes solo dominaba el PRI, si los votos se cuentan de manera independiente, si los medios de información pueden hacer encuestas y denunciar las anomalías, y se tiene un órgano de decisión que el IFE y el TRIFE? Sólo basta con recordar 2005 y 2006. El absoluto control de los órganos electorales por el PAN y el PRI, la abierta intervención del presidente, de los empresarios y, hasta del narcotráfico, en precampañas, selección de candidatos, campañas y elecciones. Los expresidentes Fox y De la Madrid lo han dicho de manera abierta y cínica. ¿Qué hace Calderón sino participar de manera directa en campaña, como aconsejó Fox?

3. Los planteamientos de la abstención electoral, de anular el voto o del voto en blanco, que mucho se han extendido en las últimas semanas, no son una creación artificial sin fundamentos; todo lo contrario, hay una infinidad de elementos que se manifiestan y otros que se silencian porque no se requieren tantos. ¿Votar por qué y por quien? Nadie tiene elementos válidos para convencer a nadie del voto, a no ser por la fuerza de la costumbre, del “patriotismo” y otras tonterías. Que los directivos de cada partido y los familiares de los candidatos voten, no significa que el 90 por ciento restante de los electores tenga que hacerlo. Ni siquiera los más altos dirigentes de los partidos tienen algún argumento válido para convencer a nadie. Se han acumulado males que impiden salir a votar.

4. No es lo mismo anular el voto que abstenerse. Voto nulo sólo significa que no estás de acuerdo con los candidatos, que no confías en los partidos o en el IFE, que nadie te puede decir que no votaste, incluso que estás enojado porque no te hicieron candidato. Abstención quiere decir que estás contra el sistema de gobierno, el sistema económico, el sistema electoral, el IFE, partidos y candidatos. Que en vez de perder el tiempo en ir a las urnas mandas al carajo –de verdad- a “todas las instituciones”; mientras tanto vas a pensar cómo acabar con el sistema político y económico y actuar en consecuencia. Por el contrario votar es avalar el sistema, reforzar al gobierno, aprobar que los pobres se transformen en miserables y que los ricos se hagan multimillonarios, ser cómplice.

5. Son cínicos y no tienen vergüenza. Al IFE, gobierno, empresarios, partidos, medios de información, iglesia y sindicatos, si les deslegitiman el proceso electoral, tendrán que verse obligados a hacer reformas. Por el contrario, si la gente sale a votar en más del 50 por ciento, pueden seguir saqueando y burlando al país durante los próximos tres años. Desafortunadamente muchos honestos políticos que todavía tienen poquitas esperanzas electorales –aunque sean 10 diputados de los 500- se los llevarán entre las patas de los buitres, búfalos y cuervos (PAN y PRI, en parte PRD) que han destrozado este país. Quizá no le tengan miedo al voto nulo o en blanco porque puede representar sólo un uno o dos por ciento, pero la abstención que podría ser del 65 por ciento les da terror.

6. No podré votar por mis tres candidatos y amigos de Iztapalapa, DF –Noroña, Cárdenas y Constanzo- a quienes no les faltará mi voto, pero más vale defender un principio (el de la abstención activa) que si llegara a triunfar cimbraría a todo el sistema. Idealmente podríamos lograr que los del IFE y los ministros se bajen el ofensivo salario que cobran, que el funesto presidente devuelva al ejército a los cuarteles, que se frenen las llamadas reformas estructurales, que se pare y se devuelva el dinero que se adeuda, que se acabe con la invasión de domicilios y el espionaje telefónico, etcétera. ¿Cómo carajos vamos a debilitar o acabar con este sistema de explotación y hambre si seguimos arrastrados ante las medidas que impone para continuar dominando y oprimiéndonos?

7. Ahora, más que nunca, la clase política en bloque puede hacer trampa en los comicios sobre el volumen de los votos. Si a cada partido le aumentan proporcionalmente un diez por ciento de votos aparecería ante el mundo que no hubo abstencionismo y que México es muy democrático. Ese método de aumentar votos se ha practicado a través de los años en muchas elecciones para favorecer a uno u otro partido o candidato. Sin embargo, a pesar de las trampas sistemáticas, los electores, la población, se están haciendo conscientes para conocer el tipo de gobierno y de partidos que se tienen. Podrán aplaudir triunfantes porque el abstencionismo y el voto nulo no los manchó, pero no dejarán de pensar que el próximo año es 2010 y pueden cambiar las cosas.

8. Puede que hayan muchos oportunistas y negociantes promoviendo el voto nulo y el voto en blanco, pero de lo que no hay duda de que hay suficientes argumentos para sustentarlo. Pero de lo que se puede estar seguro es que tras el planteamiento de la abstención electoral está la izquierda más honesta que está hasta la madre del sistema económico, político y electoral. Si el pueblo estuviera organizado y les exigiera que “más del 50 por ciento de abstención en los comicios equivale a que se vayan todos”, la clase política estaría más desesperada y haciendo reformas para lograr que los electores los perdonen sus derroches, fraudes y robos; pero como saben que de acuerdo a las leyes, que ellos mismos han aprobado, con cualquier cantidad de votos pueden gobernar legalmente, entonces les importa un bledo. Pero el pueblo tiene que pensar en hacer algo.

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