Seguiremos hablando de cochinadas. Pérdida de confianza en la democracia simulada

Pulso crítico / J. Enrique Olivera Arce

México, en vez de consolidar su democracia va en camino de convertirse en un Estado fallido caracterizado por “la descentralización del autoritarismo y la metástasis de la corrupción”. El resultado es un país donde “el Estado se vacía de poder y la sociedad de confianza”.

Lorenzo Meyer: Muñoz Ledo, ideas y política


Si la magnificada crisis de salud pública puso a prueba al pueblo de México, exhibiendo al mismo tiempo las onerosas carencias resultantes de un desmantelado deliberado de los servicios de salud pública a cargo del Estado, el “Derecho de Réplica” , libro de la autoría del controvertido y corrupto empresario Carlos Ahumada, cimbró a toda la Nación al poner en evidencia el estrecho vínculo de la cúpula del PRI y el PAN con el poder fáctico en el diseño y puesta en escena de un auténtico complot en contra de la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, bajo el considerando de que el político tabasqueño constituía “un peligro para México”.

La amenaza epidémica y todas sus consecuencias económicas y sociales, pasó a segundo plano. El tema a debate es el contenido y alcances del libro en cuestión, en tanto que confirma la percepción generalizada de que gracias al presunto complot que derivara en un grosero fraude electoral, Calderón Hinojosa, aprendiz de brujo, está hundiendo al país; careciendo en lo absoluto no sólo de legitimidad para desempeñar el cargo que ostenta, también de visión de Estado, sensibilidad política y capacidad para enfrentar los grandes retos de un Estado Nación que no logra trascender los terrenos del subdesarrollo. Así como en el caso de la influenza los cerdos no tienen la culpa, puesto que los marranos han sido otros, el peligro real para el presente y futuro del país, reside en el contubernio evidente entre un empresariado contrario a los intereses de la Nación y la oportunista y desclasada partidocracia bajo el control del PRI y del PAN.

Revolviéndose, lo más emblemático de la clase gobernante dice dudar de la autenticidad de los señalamientos anotados por Ahumada. “no es creíble en tanto que el libro aparece dentro del escenario del proceso electoral en puerta”, manifiestan los protagonistas de “Derecho de Réplica” pretendiendo evitar el cisma político. Gritos y sombrerazos serán inútiles, las condiciones en que vive México son propicias para que los ciudadanos, tras la presunción del fraude electoral del 2006, den por confirmada la ofensa. Andrés Manuel López Obrador ha sido el primero en afirmar que el contenido del libro de Ahumada confirma que la mafia que gobierna a este país, le robó la presidencia.

Ya habíamos comentado que destacados analistas políticos europeos manejaban la tesis de que la crisis sistémica global arrastraría, a su paso, a las anquilosadas estructuras políticas de una democracia simulada, previendo un ascenso organizativo y programático de movimientos contestatarios en la mayoría de los países del orbe, dispuestos a recuperar la representatividad secuestrada. Lo que es dable observar en México es la creciente crisis de credibilidad del sistema político y su falta de capacidad de maniobra para contener el también creciente malestar social. La crisis económica, ya calificada oficialmente como en recesión, así como sus manifestaciones recurrentes en materia de seguridad, educación, salud, alimentación y carestía, entre otras, hace de la vida política ente vulnerable, acercándonos a la peligrosa encrucijada de la ingobernabilidad.

En este contexto, no estaría de más releer a Porfirio Muñoz Ledo. Si “La Ruptura que viene” pone al desnudo al PAN y al régimen calderonista, hoy se hace imprescindible para entender medianamente un escenario en el que a la debacle de Acción Nacional se suma la del PRI, aliado en lo sustantivo de las fuerzas políticas y económicas retardatarias, internas y externas, que el primero representa. Si las confesiones de Carlos Ahumada, delincuente confeso, son o no creibles y aceptadas por la sociedad, lo que no se puede echar en saco roto es la profundidad de la crisis de los partidos políticos en México, así como la urgente necesidad de reconstruir al país a partir de una auténtica Reforma del Estado, desde abajo y con la participación consecuente de las mayorías.

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