Dolia Estévez
Decenas de documentos secretos desclasificados por el Departamento de Estado, bajo la Ley para la Libertad de Información, corroboran que durante los sexenios de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas (1982-1994) se gestó un contubernio entre México y Washington para minimizar el combate al narcotráfico, a cambio de la permanencia del PRI en el poder. Washington negó una “doble moral”; prefirió llamarle “equilibrio de prioridades”.
En un memorando de dos páginas a Ronald Reagan, fechado el 26 de enero de 1988 (en preparación a su último encuentro con De la Madrid, el 13 de febrero en Mazatlán), el Secretario de Estado, George Shultz, admite: “Mi gran preocupación está en el área de drogas. Algunos en la Administración y el Congreso buscarán negarle a México la certificación de ‘país cooperante’. Si no manejamos esto con acierto, estaremos minando todos los avances que hemos alcanzado en otras áreas y debilitando los esfuerzos de De la Madrid y Salinas para preservar la estabilidad interna.
De hecho, México ha hecho un gran esfuerzo contra las drogas. Es comprensible que resientan declaraciones de funcionarios de EU menospreciando esos esfuerzos o alegando complicidades delictivas por parte de altos funcionarios del Gobierno de México. Sugiero que el tema drogas sea el centro de sus discusiones privadas (en el texto original) con De la Madrid, a diferencia de las sesiones más abiertas que deberán resaltar los logros.”
En la colección destaca otro memorando de 7 páginas sin fecha legible, en el que Elliot Abrams (de triste fama por su complicidad delictiva en el Contragate), le dice a Schultz: “Su identificación con las políticas de austeridad del gobierno están afectando la popularidad de Carlos Salinas, escogido personalmente por De la Madrid para sucederlo. Salinas tiene garantizado el triunfo, pero quizá con abstencionismo y fraude electoral.”
El entonces subsecretario adjunto para el Hemisferio Occidental, añade: “Muchos consideran que los programas para combatir el narcotráfico son insuficientes. Los traficantes y productores de drogas están ganando terreno. Algunos temen que México se vuelva otra Colombia; el programa está siendo socavado por malos manejos, corrupción y una aparente falta de voluntad política para tomar medidas duras y arriesgadas para reducir el tráfico y la producción de drogas; (aun así), el estigma de negarle la certificación desataría una tormenta política en México. Haría de EU tema de la campaña electoral y reduciría el campo de maniobra de Salinas para cooperar con EU.”
México fue certificado y Salinas, cumpliendo la profecía de Abrams, ganó con fraude, lo que no impidió que Washington lo promoviera mundialmente como ejemplo de “buen gobierno”, según consta en otro documento de 1993, del que nos ocuparemos la próxima semana.
PASCUAL, ATORADO
Aun cuando el Gobierno de México dio el beneplácito hace seis semanas, la designación de Carlos Pascual como Embajador de EU en México no ha prosperado. La Casa Blanca tuvo que posponer el anuncio oficial, el que haría previo a la visita de Barack Obama a México en abril, porque su ratificación senatorial se complicó.
Irónicamente, el motivo no es México sino Cuba. El senador demócrata Robert Menéndez, miembro cubanoamericano del Comité de Relaciones Exteriores, se opone al contenido del informe US Policy Toward a Cuba in Transition, de la Institución Brookings, que propone una mayor apertura hacia la isla. El responsable del estudio es Pascual, director del Programa de Política Exterior.
La Casa Blanca está negociando con Menéndez destrabar el nombramiento. Se anticipa un acuerdo favorable. De lo contrario, se buscaría una “salida decorosa” para Pascual, que podría ser otra Embajada.
CASA LLENA
Como en los años de gloria del PRI, Beatriz Paredes llenó el salón de conferencias del Woodrow Wilson Center el martes pasado. La presidenta tricolor respondió a casi todas las preguntas, desde la polarización instigada por el PAN, el deterioro de la imagen de los partidos, la corrupción, gobernabilidad, el papel del ejército en el combate a las drogas, hasta Pemex, Roberto Madrazo y la presencia de México en la región. Eso sí, declinó calificar, en una escala de 1 a 10, la gestión de Felipe Calderón. (
Decenas de documentos secretos desclasificados por el Departamento de Estado, bajo la Ley para la Libertad de Información, corroboran que durante los sexenios de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas (1982-1994) se gestó un contubernio entre México y Washington para minimizar el combate al narcotráfico, a cambio de la permanencia del PRI en el poder. Washington negó una “doble moral”; prefirió llamarle “equilibrio de prioridades”.
En un memorando de dos páginas a Ronald Reagan, fechado el 26 de enero de 1988 (en preparación a su último encuentro con De la Madrid, el 13 de febrero en Mazatlán), el Secretario de Estado, George Shultz, admite: “Mi gran preocupación está en el área de drogas. Algunos en la Administración y el Congreso buscarán negarle a México la certificación de ‘país cooperante’. Si no manejamos esto con acierto, estaremos minando todos los avances que hemos alcanzado en otras áreas y debilitando los esfuerzos de De la Madrid y Salinas para preservar la estabilidad interna.
De hecho, México ha hecho un gran esfuerzo contra las drogas. Es comprensible que resientan declaraciones de funcionarios de EU menospreciando esos esfuerzos o alegando complicidades delictivas por parte de altos funcionarios del Gobierno de México. Sugiero que el tema drogas sea el centro de sus discusiones privadas (en el texto original) con De la Madrid, a diferencia de las sesiones más abiertas que deberán resaltar los logros.”
En la colección destaca otro memorando de 7 páginas sin fecha legible, en el que Elliot Abrams (de triste fama por su complicidad delictiva en el Contragate), le dice a Schultz: “Su identificación con las políticas de austeridad del gobierno están afectando la popularidad de Carlos Salinas, escogido personalmente por De la Madrid para sucederlo. Salinas tiene garantizado el triunfo, pero quizá con abstencionismo y fraude electoral.”
El entonces subsecretario adjunto para el Hemisferio Occidental, añade: “Muchos consideran que los programas para combatir el narcotráfico son insuficientes. Los traficantes y productores de drogas están ganando terreno. Algunos temen que México se vuelva otra Colombia; el programa está siendo socavado por malos manejos, corrupción y una aparente falta de voluntad política para tomar medidas duras y arriesgadas para reducir el tráfico y la producción de drogas; (aun así), el estigma de negarle la certificación desataría una tormenta política en México. Haría de EU tema de la campaña electoral y reduciría el campo de maniobra de Salinas para cooperar con EU.”
México fue certificado y Salinas, cumpliendo la profecía de Abrams, ganó con fraude, lo que no impidió que Washington lo promoviera mundialmente como ejemplo de “buen gobierno”, según consta en otro documento de 1993, del que nos ocuparemos la próxima semana.
PASCUAL, ATORADO
Aun cuando el Gobierno de México dio el beneplácito hace seis semanas, la designación de Carlos Pascual como Embajador de EU en México no ha prosperado. La Casa Blanca tuvo que posponer el anuncio oficial, el que haría previo a la visita de Barack Obama a México en abril, porque su ratificación senatorial se complicó.
Irónicamente, el motivo no es México sino Cuba. El senador demócrata Robert Menéndez, miembro cubanoamericano del Comité de Relaciones Exteriores, se opone al contenido del informe US Policy Toward a Cuba in Transition, de la Institución Brookings, que propone una mayor apertura hacia la isla. El responsable del estudio es Pascual, director del Programa de Política Exterior.
La Casa Blanca está negociando con Menéndez destrabar el nombramiento. Se anticipa un acuerdo favorable. De lo contrario, se buscaría una “salida decorosa” para Pascual, que podría ser otra Embajada.
CASA LLENA
Como en los años de gloria del PRI, Beatriz Paredes llenó el salón de conferencias del Woodrow Wilson Center el martes pasado. La presidenta tricolor respondió a casi todas las preguntas, desde la polarización instigada por el PAN, el deterioro de la imagen de los partidos, la corrupción, gobernabilidad, el papel del ejército en el combate a las drogas, hasta Pemex, Roberto Madrazo y la presencia de México en la región. Eso sí, declinó calificar, en una escala de 1 a 10, la gestión de Felipe Calderón. (
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