Por la crisis se deterioran calidad alimentaria y niveles nutricionales de la población

Boletín UNAM-DGCS-304
Ciudad Universitaria

* En algunos municipios de Oaxaca, Guerrero e Hidalgo se vive una situación de hambruna estacional

* El integrante del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, Felipe Torres Torres, señaló que esta situación afecta progresivamente a sectores más amplios de la sociedad


Se calcula que en los últimos 30 años y por las crisis económicas, los mexicanos han experimentado un deterioro en sus ingresos cercano al 70 por ciento, lo que obliga a las familias no a cambiar la estructura del consumo que ya tenían, sino a comprar menos volúmenes de los mismos productos, estableció el académico de la UNAM, Felipe Torres Torres.

El integrante del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, precisó que tan sólo en los últimos dos años se reportó un deterioro del ingreso cercano al 30 por ciento, que coincide con un repunte internacional en el precio de los principales cereales y una contracción económica interna que ha incidido en los niveles de desempleo. Esto ha obligado a las familias más pobres o en pobreza extrema a cambiar de hábitos alimentarios.

En los dos últimos años, añadió, se produjo un fuerte incremento en el costo de los alimentos básicos, como aceite, con un aumento de más de 100 por ciento; carne y pan, con 60 por ciento más, al igual que la tortilla.

Tal repunte —que se combina con un deterioro en el poder adquisitivo de la población y la falta de ingresos— obliga a que las familias modifiquen ciertos hábitos. Si en un hogar antes se compraban dos kilos de tortilla, ahora sólo es un kilo o kilo y medio. Se modifican sustancialmente los volúmenes adquiridos.

Ante la grave crisis global, habrá un deterioro más rápido tanto de la calidad alimentaria como de los niveles nutricionales de la población por la caída de la actividad económica, lo que se suma a otros factores extraeconómicos, como la epidemia por el virus de la influenza A H1N1, advirtió el catedrático.

El deterioro, reveló, cada vez afecta a sectores más amplios de la población, pero la situación se agrava con las familias más pobres, que gastan alrededor del 60 por ciento de sus ingresos en alimentos.

Si bien por la crisis de 1995 se calculaba que había entre 10 y 12 millones de personas con problemas críticos de nutrición, hoy esta cifra se ha triplicado y algunos de esos sectores, dependiendo de la época del año o el aumento de los precios, han pasado a una situación de hambruna estacional, sobre todo en algunos municipios de Oaxaca, Guerrero e Hidalgo.

Torres Torres explicó que antes las familias tenían la posibilidad de comprar carne, pero ahora ésta se ha convertido en un producto prohibitivo, sobre todo para el 50 por ciento de la población, que padece pobreza o pobreza extrema.

Ahora, debe sustituir ese producto por algún tipo de verdura, dependiendo de su costo, que también es volátil, o por algunas proteínas de origen animal de menor calidad, como vísceras o embutidos, apuntó.

El académico refirió que las modificaciones en las estrategias de la alimentación de los mexicanos provocadas por la crisis han implicado un costo importante para la comunidad y para los responsables de las políticas sociales, porque incide de manera importante en las enfermedades. Por ejemplo, la diabetes, asociada al consumo excesivo de azúcares y carbohidratos, se ha vuelto un problema de salud pública.

El economista advirtió que México está en situación de vulnerabilidad alimentaria porque importa prácticamente de todo, pero donde tiene mayores problemas con los cereales, en particular maíz y trigo, porque compra en el extranjero la tercera parte del maíz, cerca del 70 por ciento del arroz y más de la mitad del trigo, además de un porcentaje elevado de leche.

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