México, Sociedad Anónima

Ramón Alberto Garza / Dossier Índigo

Todos conocíamos la trama de los videoescándalos de Carlos Ahumada. Pero sin confesión de por medio sus entretelones eran patrimonio de la mitología del “compló”.

Hoy la historia es distinta. Y fue el propio Carlos Ahumada, El Señor de los Videos, el que terminó por confirmar la mano que meció esta cuna de lobos. La de Carlos Salinas de Gortari.

Y todos, irremediablemente todos, perredistas, panistas y priístas, interpretaron magistralmente el papel que les asignó el director de escena, quien también se adueñó del estelar como el villano favorito.

Unos, los perredistas, le acercaron a Salinas los videos. Otros, los panistas, le instrumentaron la transmisión por televisión.

Y los del gobierno del Cambio, con Fox al frente, aceptaron canjear la difusión por la libertad y el respeto a la fortuna de Raúl, el hermano incómodo. Ilícito por ilícito.

Por eso Derecho de Réplica sólo confirma que el sistema político mexicano en una gigantesca pantalla de colores, emblemas y partidos, donde nada importan principios, ideales, plataformas, electores o ciudadanos. Dominan los intereses.

Lo que vale es la defensa a ultranza de los privilegios de una élite política y económica que tiene los recursos para disponer de haciendas y voluntades, para comprar asientos en el Congreso y manosear para su causa las siglas de los partidos.

El libro de Carlos Ahumada deja al descubierto quién tiene la capacidad de levantar 35 millones de pesos de sindicatos y de tesorerías. Y que aún debiendo 365 millones, puede entrar sin problemas en posesión de los videos y operar con ellos “el compló”.

Y que desde la sombra, como todavía lo intenta hacer hoy, puede manejar la voluntad y el destino de la nación.

Lo mismo consiguió el beneplácito del presidente en turno, que el cabildeo de los líderes de los más influyentes partidos políticos. Para su causa política, para la causa personal de su hermano.

Lo que Derecho de Réplica deja al descubierto es la confirmación de quién es el presidente del Consejo de Administración de esa empresa que hoy sabemos que se llama México S.A. Y que basta ver el directorio de aquellos que manejan las áreas estratégicas del gobierno, de la economía, del petróleo, de la energía, del crédito al campo, de la seguridad, para descubrir los hilos del libro que todavía está por escribirse.

Aquel que revelará que ninguno de ellos tiene credencial como panista con más antigüedad que lo que lleva el actual sexenio.

Y que su experiencia la doctoraron en uno u otro sexenio tricolor. Unos con De la Madrid, otros con Salinas, otros con Zedillo.

Aparecerán entonces las cofradías de telecomunicaciones, de la construcción, de los energéticos. Las de los priístas empanizados que se van juntos de crucero, a bucear, a Las Vegas o a esquiar.

Y todos, por supuesto, controlados por el manejo privilegiado que da la información recopilada y manipulada desde otro monopolio, el de la seguridad nacional. Que también pertenece a los que compran y venden los videos que terminan en escándalos.

¿Ahora sí habrá alguien en Los Pinos que abra por fin los ojos para terminar de aceptar, finalmente, dónde está “el compló”?

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