Héctor Gómora / Rebelión
La desinformación y la ignorancia –que vienen a ser guisantes de la misma vaina- son aliados indispensables del poder despótico. Cuando se les supera y se ven las cosas como realmente son, muchas veces tal experiencia va acompañada de una náusea indescriptible, porque al encontrarse con la verdad frecuentemente nos topamos también con el cinismo; uno de tales dimensiones que deja con la boca abierta a quienes no han perdido la sensibilidad.
Ejemplos de esto se dan prácticamente a diario. Comentemos uno. El pasado 25 de abril el gobierno de México anunció que ya había suscrito oficialmente un nuevo préstamo con el Banco Mundial, por 1 503.75 millones de dólares.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han sido por décadas (desde la posguerra) las dos principales armas con las cuales los países ricos han conservado su dominio sobre los pobres. No son sólo los intereses, sino algo de lo cual no se informa: que para prestar dinero siempre exigen al gobierno solicitante la aplicación de medidas bestiales, como recortar severamente el gasto público y realizar modificaciones estructurales –incluidas las de tipo legal- para que la economía del país quede completamente abierta a la penetración y el control de la inversión privada extranjera y nacional. Los resultados de medio siglo de aplicar estas políticas en el Tercer Mundo son harto conocidos para quien apaga la tele y abre buenos libros: desplome de la economía interna, descapitalización del campo y la industria nacionales, reducción de derechos laborales, servicios públicos malos e insuficientes…en síntesis, pobreza creciente.
México es uno de los países donde esto se ha aplicado más profundamente (quizá sólo superado por Argentina, que hace unos años tocó fondo). Las industrias eléctrica y petrolera, máximas riquezas de la nación, están ya bastante controladas por capitales privados; se han hecho modificaciones legales para privatizar el legendario ejido mexicano, base de la propiedad social de la tierra; se han recortado derechos laborales de una forma bestial y se reduce cada vez más el gasto para educación y salud, provocando el deterioro de instituciones que antes fueron el orgullo de este país (con todo y la corrupción del PRI). Esto se debe a tres décadas de préstamos pedidos al BM y al FMI.
Por eso siempre que puedo cito esa expresión de Noam Chomsky: el uso de la fuerza para controlar al Tercer Mundo siempre ha sido el último recurso, porque el BM y el FMI son instrumentos más baratos y eficaces. Basta con asegurarse que en los países pobres haya gobiernos peleles, dispuestos a endeudarnos.
México está gobernado por el neoliberalismo desde fines de los ochentas hasta la fecha. Las últimas –hasta ahora- administraciones del corrupto Partido Revolucionario Institucional sentaron las bases, que ha seguido sin desviación alguna el Partido Acción Nacional, no menos corrupto y con el regalo extra de su mentalidad decimonónica. Las dos presidencias que lleva (2000 a la fecha) no han mostrado ninguna diferencia en cuanto al proyecto económico.
El nuevo préstamo pedido al BM es buena prueba de ello, pero además en este caso todo está envuelto en un cinismo impresionante; porque, según el gobierno mexicano, ese dinero se destinará a un programa llamado Oportunidades, enfocado a combatir la pobreza.
El discurso oficial dice que el programa está dirigido a unos 5 millones de familias, para que alrededor de 25 millones de personas puedan hacer frente a las condiciones de pobreza extrema (diario La Jornada, 26 de abril). De esta manera vemos que el círculo se cierra: el BM impone políticas que generan pobreza, y tiempo después se le pide prestado más dinero para aliviar la pobreza que él mismo generó. Éste prestará más dinero con iguales condiciones…y así hasta la náusea…o hasta que el país decida ser libre.
Aún más cínicos son los comentarios de Axel van Trotsenburg, director del Banco Mundial para Colombia y México: “Buscamos apoyar al gobierno en sus esfuerzos para aliviar el impacto social que afecta a millones de mexicanos a consecuencia de la desaceleración económica”. ¡Ah, cómo es necesario el conocimiento, el combate a la ignorancia! Sólo así se entiende que el subdesarrollo es una situación que obedece a causas estructurales y no coyunturales; que no se genera en unos cuantos meses, como resultado de una “desaceleración económica”, sino de un proceso con causas históricas claramente identificables. No se trata de que los mexicanos, venezolanos, uruguayos, bolivianos y demás sean flojos por naturaleza. Son causas estructurales que se remontan al pasado colonial y a las estrategias que los países colonizadores han desarrollado para seguir controlando y explotando a sus antiguas colonias, que aunque formalmente independientes, siguen sin liberarse económicamente, salvo contadas excepciones.
Pero actualmente varias naciones, como Venezuela, Bolivia, Brasil y Uruguay, están cortando sus relaciones con el BM y señalando, ya sin falsas cortesías diplomáticas, que dicho organismo es uno de los principales generadores de miseria en el mundo. Rechazan sus “propuestas” de política económica y arman sus propios proyectos.
¿Y en México?
A contrapelo de los signos más progresistas del Tercer Mundo, acá siguen gobernando los lacayos del sector empresarial y financiero trasnacional, y siguen entregado enormes trozos de soberanía para recibir dinero que, además de que seguramente no se usará íntegramente para lo declarado, nos costará nuevas medidas neoliberales, antihumanas, que sólo ensancharán la brecha.
Hace tiempo se dijo que México va en el cabús de la historia: hasta atrás. Y signos los hay. Se empeñan en debatir si se debe implantar la pena de muerte, cuando otras naciones ya la está quitando de su marco legal; mientras a nivel internacional avanzan los derechos de las mujeres y se regula el aborto, acá una dura ofensiva de la derecha está cerrando todas las opciones, sin permitirlo en casi ninguna circunstancia; ahora se pretende armar una discusión sobre si deben ser prohibidas las marchas y protestas sociales…y la política económica del gobierno sigue siendo de total sumisión al Consenso de Washington, mientras otros gobiernos decidieron levantar la cabeza.
Sí…en el cabús de la historia. Pero es mejor saberlo, para saber cuánto hay que trabajar. Mejor empezamos ya.
La desinformación y la ignorancia –que vienen a ser guisantes de la misma vaina- son aliados indispensables del poder despótico. Cuando se les supera y se ven las cosas como realmente son, muchas veces tal experiencia va acompañada de una náusea indescriptible, porque al encontrarse con la verdad frecuentemente nos topamos también con el cinismo; uno de tales dimensiones que deja con la boca abierta a quienes no han perdido la sensibilidad.
Ejemplos de esto se dan prácticamente a diario. Comentemos uno. El pasado 25 de abril el gobierno de México anunció que ya había suscrito oficialmente un nuevo préstamo con el Banco Mundial, por 1 503.75 millones de dólares.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han sido por décadas (desde la posguerra) las dos principales armas con las cuales los países ricos han conservado su dominio sobre los pobres. No son sólo los intereses, sino algo de lo cual no se informa: que para prestar dinero siempre exigen al gobierno solicitante la aplicación de medidas bestiales, como recortar severamente el gasto público y realizar modificaciones estructurales –incluidas las de tipo legal- para que la economía del país quede completamente abierta a la penetración y el control de la inversión privada extranjera y nacional. Los resultados de medio siglo de aplicar estas políticas en el Tercer Mundo son harto conocidos para quien apaga la tele y abre buenos libros: desplome de la economía interna, descapitalización del campo y la industria nacionales, reducción de derechos laborales, servicios públicos malos e insuficientes…en síntesis, pobreza creciente.
México es uno de los países donde esto se ha aplicado más profundamente (quizá sólo superado por Argentina, que hace unos años tocó fondo). Las industrias eléctrica y petrolera, máximas riquezas de la nación, están ya bastante controladas por capitales privados; se han hecho modificaciones legales para privatizar el legendario ejido mexicano, base de la propiedad social de la tierra; se han recortado derechos laborales de una forma bestial y se reduce cada vez más el gasto para educación y salud, provocando el deterioro de instituciones que antes fueron el orgullo de este país (con todo y la corrupción del PRI). Esto se debe a tres décadas de préstamos pedidos al BM y al FMI.
Por eso siempre que puedo cito esa expresión de Noam Chomsky: el uso de la fuerza para controlar al Tercer Mundo siempre ha sido el último recurso, porque el BM y el FMI son instrumentos más baratos y eficaces. Basta con asegurarse que en los países pobres haya gobiernos peleles, dispuestos a endeudarnos.
México está gobernado por el neoliberalismo desde fines de los ochentas hasta la fecha. Las últimas –hasta ahora- administraciones del corrupto Partido Revolucionario Institucional sentaron las bases, que ha seguido sin desviación alguna el Partido Acción Nacional, no menos corrupto y con el regalo extra de su mentalidad decimonónica. Las dos presidencias que lleva (2000 a la fecha) no han mostrado ninguna diferencia en cuanto al proyecto económico.
El nuevo préstamo pedido al BM es buena prueba de ello, pero además en este caso todo está envuelto en un cinismo impresionante; porque, según el gobierno mexicano, ese dinero se destinará a un programa llamado Oportunidades, enfocado a combatir la pobreza.
El discurso oficial dice que el programa está dirigido a unos 5 millones de familias, para que alrededor de 25 millones de personas puedan hacer frente a las condiciones de pobreza extrema (diario La Jornada, 26 de abril). De esta manera vemos que el círculo se cierra: el BM impone políticas que generan pobreza, y tiempo después se le pide prestado más dinero para aliviar la pobreza que él mismo generó. Éste prestará más dinero con iguales condiciones…y así hasta la náusea…o hasta que el país decida ser libre.
Aún más cínicos son los comentarios de Axel van Trotsenburg, director del Banco Mundial para Colombia y México: “Buscamos apoyar al gobierno en sus esfuerzos para aliviar el impacto social que afecta a millones de mexicanos a consecuencia de la desaceleración económica”. ¡Ah, cómo es necesario el conocimiento, el combate a la ignorancia! Sólo así se entiende que el subdesarrollo es una situación que obedece a causas estructurales y no coyunturales; que no se genera en unos cuantos meses, como resultado de una “desaceleración económica”, sino de un proceso con causas históricas claramente identificables. No se trata de que los mexicanos, venezolanos, uruguayos, bolivianos y demás sean flojos por naturaleza. Son causas estructurales que se remontan al pasado colonial y a las estrategias que los países colonizadores han desarrollado para seguir controlando y explotando a sus antiguas colonias, que aunque formalmente independientes, siguen sin liberarse económicamente, salvo contadas excepciones.
Pero actualmente varias naciones, como Venezuela, Bolivia, Brasil y Uruguay, están cortando sus relaciones con el BM y señalando, ya sin falsas cortesías diplomáticas, que dicho organismo es uno de los principales generadores de miseria en el mundo. Rechazan sus “propuestas” de política económica y arman sus propios proyectos.
¿Y en México?
A contrapelo de los signos más progresistas del Tercer Mundo, acá siguen gobernando los lacayos del sector empresarial y financiero trasnacional, y siguen entregado enormes trozos de soberanía para recibir dinero que, además de que seguramente no se usará íntegramente para lo declarado, nos costará nuevas medidas neoliberales, antihumanas, que sólo ensancharán la brecha.
Hace tiempo se dijo que México va en el cabús de la historia: hasta atrás. Y signos los hay. Se empeñan en debatir si se debe implantar la pena de muerte, cuando otras naciones ya la está quitando de su marco legal; mientras a nivel internacional avanzan los derechos de las mujeres y se regula el aborto, acá una dura ofensiva de la derecha está cerrando todas las opciones, sin permitirlo en casi ninguna circunstancia; ahora se pretende armar una discusión sobre si deben ser prohibidas las marchas y protestas sociales…y la política económica del gobierno sigue siendo de total sumisión al Consenso de Washington, mientras otros gobiernos decidieron levantar la cabeza.
Sí…en el cabús de la historia. Pero es mejor saberlo, para saber cuánto hay que trabajar. Mejor empezamos ya.
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