Los encuentros de Ahumada con Salinas y El Jefe Diego

RAÚL MONGE

Proceso publicó en su número 1432 del 11 de abril del 2004 las entrevistas que realizadas a dos escoltas de Carlos Ahumada, en las que cuentan sobre los encuentros que sostuvo su jefe con el expresidente Carlos Salinas de Gortari y con el entonces senador del PAN, Diego Fernández de Cevallos. A continuación reproducimos íntegro ese reportaje.


Localizados por Proceso, dos escoltas del empresario aprehendido en Cuba se deciden a descorrer el velo y dan pormenores de la agenda de su expatrón en los últimos meses, antes de que estallara el escándalo de la corrupción videograbada y videodifundida: los seis encuentros que Carlos Ahumada sostuvo con su "tocayo" Salinas y las cinco reuniones -con la probabilidad de una sexta en el Hotel Intercontinental- que tuvo con el senador Diego Fernández de Cevallos, además de varias citas con directivos de las principales televisoras nacionales.

Antes de huir de México y de refugiarse en La Habana, en donde fue detenido el 30 de marzo acusado de quebranto patrimonial en perjuicio del erario capitalino, Carlos Ahumada visitó al menos dos veces a Carlos Salinas de Gortari en la casa del expresidente, ubicada en Dulce Oliva número 157 "B", colonia Villa Coyoacán, en la capital del país.
Previamente, en septiembre y diciembre de 2003, el empresario de origen argentino, que elevó notablemente su fortuna con la obra pública del gobierno de la ciudad -sobre todo durante la gestión de Rosario Robles-, sostuvo otras cuatro reuniones con Salinas, la última de ellas, casi al finalizar el año, en otra residencia del exmandatario, ubicada en Camino a Santa Teresa número 480, colonia Bosques del Pedregal, delegación Tlalpan.
En una larga entrevista con Proceso, realizada en un Sanborns de esta ciudad, Ricardo Torres de la Cruz y Julio Carrasco Romero, quienes hasta el 5 de marzo último trabajaron como escoltas y a la vez choferes del propietario del Grupo Quart, revelan lo anterior y afirman que, en febrero último, Carlos Ahumada se reunió por lo menos cinco veces con el senador Diego Fernández de Cevallos, y que en tres ocasiones hizo otro tanto con los abogados penalistas Juan y Antonio Collado, quienes en la actualidad llevan la defensa del empresario.
Precisan que las cinco entrevistas de Ahumada con el actual legislador del Partido Acción Nacional (PAN) se efectuaron en el bufete de éste, localizado en Virreyes número 845, colonia Lomas de Virreyes, delegación Miguel Hidalgo.
Estos encuentros se verificaron entre el 9 y el 20 de febrero, día éste en el que pudo haberse producido una sexta entrevista con el senador, cuando Ahumada presentó y ratificó, en un salón del hotel Intercontinental, una denuncia penal por el presunto delito de extorsión contra funcionarios del Gobierno del Distrito Federal. Más tarde, Ahumada viajó a Las Vegas, en donde se encontró con el exsecretario de Finanzas del gobierno capitalino, Gustavo Ponce, actualmente prófugo de la justicia por su probable participación en el quebranto de 31 millones de pesos en agravio de la delegación Gustavo A. Madero.
Los agentes de la Policía Bancaria e Industrial (PBI) que prestaron sus servicios a Ahumada recuerdan, así mismo, que antes de que su jefe se viera envuelto en líos con la justicia, se entrevistó con otros personajes políticos y directivos de la televisión, entre ellos: el exdirector de la Lotería Nacional en el pasado sexenio, Carlos Salomón Cámara; el gobernador del Estado de México, Arturo Montiel Rojas; el vicepresidente de Televisa, Bernardo Gómez; el director de Comunicaciones y Asuntos Públicos de TV Azteca, Jorge Mendoza, y el presidente de CNI-Canal 40, Javier Moreno Valle.
Responsable de la seguridad de Cecilia Gurza y de sus tres hijos -dos mujeres y un varón-, y desde el 5 de diciembre de 2003 jefe de Escoltas de Ahumada, Torres de la Cruz fue testigo de uno de los encuentros, a finales del año pasado, entre Carlos Ahumada y Carlos Salinas.
Recuerda que, en esa ocasión, el propietario del Grupo Quart le pidió a su compañero Julio Carrasco Romero trasladarlo a la calle de Camino a Santa Teresa. Su patrón iba acompañado de otra persona de la que nunca supo el nombre, y él viajó en el asiento del copiloto.
En el trayecto, su jefe dijo por el teléfono celular: "Ya vamos para allá, tocayo". En ese momento, Torres de la Cruz no sabía con quién hablaba su patrón.
De 30 años de edad, Torres de la Cruz añade que no tuvieron problemas para ingresar en el fraccionamiento localizado en el número 480 de la calle Camino a Santa Teresa, aunque refiere que su compañero Julio Carrasco Romero provocó la ira de Ahumada al no dar con la casa que buscaban. A gritos e insultos, dice, Ahumada ordenó a aquél bajarse del auto.
A consecuencia de ese incidente, Torres de la Cruz se puso al volante y, siguiendo las indicaciones del empresario, llegaron hasta una casa con un portón de madera. Ahumada le ordenó entrar a la cochera una vez que ésta se abriera, así como estacionar el vehículo en batería.
El miembro de la Policía Bancaria e Industrial, que desde 1999 prestaba sus servicios a la empresa Pagoza Urbanizadores y Constructores, S.A. de C.V., cuenta que Ahumada y su acompañante caminaron por un pasillo y que, 10 minutos más tarde, atravesó por el mismo lugar el expresidente Carlos Salinas, en dirección al mismo sitio al que había ingresado su patrón.
Agrega que, tres cuartos de hora después, Ahumada salió de la casa y le ordenó dejarle el auto y que se trasladara a la empresa en una camioneta tipo Cherokee que lo esperaba fuera del fraccionamiento.
-¿Fue la única vez que tuvo a la vista a Carlos Salinas?
-Sí. El señor Carlos Ahumada siempre nos pedía que lo dejáramos a una cuadra de la casa, que permaneciéramos en el auto y que no volteáramos la vista.
Carrasco Romero tercia y puntualiza que Ahumada comenzó a frecuentar la casa de Dulce Oliva número 157 "B" desde septiembre del año pasado, y recuerda perfectamente que la última vez que llevó a su jefe a ese domicilio fue en febrero último, poco antes de que se dieran a conocer los videos de la corrupción.
-¿Nunca le dijo adónde iba o con quién se iba a entrevistar?
-No, el señor Ahumada nunca decía con quién se iba a reunir; sólo una vez lo escuché comentar por teléfono que se encontraría con "el tocayo". Era muy reservado, siempre estaba enojado y nos trataba muy mal.
A Julio Carrasco Romero le llamó la atención el hecho de que Ahumada cuidaba mucho los detalles cuando se dirigía al domicilio de Dulce Oliva. Dice que, antes de llegar a la casa, le ordenaba detener la marcha del vehículo y se comunicaba por teléfono con "el tocayo", avisándole que ya había llegado. Sólo así, dice, podía continuar.
No olvida tampoco que casi siempre salió a recibirlo un hombre robusto, de entre 30 y 35 años de edad, que vestía ropa deportiva y portaba varios teléfonos celulares, y que en ese lugar permanecía su jefe entre 30 y 35 minutos.
En una de las visitas a la calle de Dulce Oliva 157 "B", según Carrasco Romero, Ahumada salió y le pidió llevarlo al Sanborns de Palmas, donde lo esperaba un sujeto del cual desconoce su nombre. Ahumada y el individuo se subieron luego al Mercedes Benz y ahí el desconocido le dijo a su jefe que si podían ir a la casa de la hermana del "tocayo", en Prolongación Reforma número 2394, colonia Lomas de Chapultepec.
Una vez ahí, continúa, Ahumada y su acompañante descendieron y entraron a la residencia pintada de blanco, en donde permanecieron más o menos una hora.

Los encuentros con Diego

Según Carrasco Romero, Ahumada invirtió también buena parte de su tiempo con Diego Fernández de Cevallos, con quien se reunió por lo menos cinco veces durante el pasado febrero.
Relata que la primera visita que hicieron al despacho de Virreyes 845 fue el lunes 9 de febrero, un día después de uno de sus encuentros en la casa de Salinas en Villa Coyoacán. En esa ocasión vio llegar también a los hermanos Collado, con quienes solía reunirse su patrón.
-¿Usted vio personalmente al senador Fernández de Cevallos?
-Siempre salía a recibir al señor Carlos Ahumada.
-¿El 20 de febrero Ahumada se reunió con Diego Fernández en el hotel Intercontinental?
-Le soy sincero: estuve ahí, pero no le puedo asegurar con quiénes se reunió, porque iba solo ese día.
Señala que sí alcanzó a ver a lo lejos al senador Fernández de Cevallos, pero no puede afirmar que el legislador haya hablado con su jefe.
Lo que sí tiene claro es que Ahumada salió del hotel conversando con el abogado Juan Collado y que ahí se despidieron.
De acuerdo con Carrasco, ese día su jefe le pidió luego conducirlo a su domicilio, en callejón de San Antonio número 56, colonia San Ángel Inn, en donde más tarde se entrevistó con los gerentes del Grupo Quart: Eva Rodríguez Lozano, Daniel Romano, Araceli Garfias, Raúl Rizo y Héctor Iturbe.
Cuenta que, a eso de las siete de la noche, Ahumada salió de su casa y le pidió trasladarlo al aeropuerto de Toluca. Durante el trayecto, prosigue, se comunicó por teléfono con Lidia Uribe, a quien recogieron en la bajada de la lateral del Periférico, a la altura de Altavista.
Y agrega que en el aeropuerto ya lo esperaba el capitán de la aeronave que, ahora sabe, los trasladó a Las Vegas.

Las otras entrevistas

En su relato, Carrasco recuerda que, el mismo lunes 9 de febrero, Carlos Ahumada se entrevistó con el gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, en una casa cercana al domicilio de Fernández de Cevallos, en la calle de Explanada, colonia Lomas Virreyes -en donde permaneció dos horas y media-, y que el 2 de marzo último recibió instrucciones de la secretaria de su patrón, Karla "N", de comprar salsas picantes y galletas para meterlas en una maleta que, recuerda, estaba llena de alimentos.
Cumplió, además, con las instrucciones de dejar aquella maleta en casa de Rosario Robles la madrugada del 3 de marzo. Luego, la expresidenta nacional del PRD viajaría a La Habana, Cuba, en el avión de Ahumada, junto con María Eugenia López Brun, secretaria de Finanzas del Comité Ejecutivo Nacional del PRD durante la gestión de Robles.
Antes de ese viaje, el 17 de febrero, Ahumada había organizado una fiesta en honor de Robles en el restaurante Suntory de Insurgentes, donde, asegura, estuvieron la hija de la exjefa de Gobierno, Mariana; el exdelegado en Iztapalapa, Ramón Sosamontes; el actual jefe delegacional en Iztacalco, Armando Quintero, y el exdirector de la Lotería Nacional, Carlos Salomón, entre otros.
Ese día, continúa, Ahumada le regaló a Robles Berlanga una camioneta tipo Jeep color rojo.
Carrasco fue testigo también de las reuniones que tuvo Ahumada a finales del año pasado con Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa. Según el escolta, dos de esos encuentros se realizaron en las instalaciones de avenida Chapultepec, y uno más se hizo fuera.
Con Jorge Mendoza, directivo de TV Azteca, Ahumada se entrevistó el 10 de febrero pasado, donde estuvo, así mismo, el entonces director de Operaciones del diario El Independiente, Raymundo Rivapalcio, dice, e indica que llevó una sola vez a su jefe a las instalaciones de CNI-Canal 40.
A su vez, el escolta Torres de la Cruz puntualiza que, aparte de Rosario Robles, estuvieron al menos una vez, en las oficinas de avenida Revolución 1601, Carlos Ímaz, jefe delegacional de Tlalpan (hoy bajo licencia), y Leticia Robles, actual jefa delegacional de Álvaro Obregón.
-¿Cuántas veces estuvo en ese lugar René Bejarano?
-Estuvo dos o tres veces el año pasado.
-¿Usted o su compañero llevaron alguna vez al señor Ahumada a la residencia de Los Pinos?
-No, nunca.
-¿Con algún funcionario federal o estatal?
-No.
-¿Cómo describiría al señor Ahumada?
-Era una persona muy camaleónica. Por cualquier cosa, cambiaba de carácter. Había ocasiones en que, sin deberla ni temerla, pagábamos los platos rotos.
-¿En qué sentido?
-Recibíamos gritos, humillaciones, insultos y golpes.
Ricardo Torres de la Cruz asegura que a él, en lo personal, lo golpeó en tres ocasiones en un año.
-¿Era generoso con ustedes?
-A nosotros nos costaba lo que teníamos. No teníamos reposo, teníamos que estar desde las seis de la mañana hasta las dos o tres de la madrugada, y en ocasiones nos seguíamos de filo.
-¿Cuántos escoltas tenía Ahumada a su servicio?
-Seis.
-¿Nunca fue víctima de un atentado?
-En el tiempo que estuvimos, no.
-¿Era un hombre que tuviera miedo?
-No lo reflejaba. Si tenía miedo de algo, no lo reflejaba.
Antes de dar por terminada la entrevista, Carrasco Romero y Torres de la Cruz confiesan que tienen miedo de sufrir alguna represalia y de perder su fuente de trabajo. Por ello rechazaron dejarse tomar fotografías.
"Éste es nuestro único modo de vivir; si esto se acaba, ¿qué hacemos? Nadie nos va a aceptar porque ya estamos marcados", dice Carrasco.
Y remata Romero: "Estamos viviendo una terrible pesadilla".
Según pudo saber el reportero, los otros escoltas de Ahumada se dieron de baja de la Policía Bancaria y, al parecer, se enrolaron en la policía del Estado de México.

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