Teodoro Rentería Arróyave
Ni somos salvadores de la humanidad y mucho menos somos contribuyentes de la ciencia como pretende presentarnos con fines mediáticos el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, por el contrario, por culpa de todos los gobiernos federales de las últimas décadas. México sufre un torpe y criminal rezago en ciencia, más preciso en investigación.
Sobre la primera declaración, ni siquiera vale la pena analizarla puesto que por su propio peso cae: a las autoridades de salud, por ese mismo rezago, les tomó con las manos en las bisagras de las puertas, en la improvisación total, la epidemia “Humana”, a pesar de que el primer mandatario insista en que la actuación de su gobierno “fue clave para vigilar y mitigar la expansión de la enfermedad, pues con la información oportuna, los países han tenido el tiempo y oportunidad para enfrentar este virus y prevenir su contagio”.
En el segundo aspecto, ¿cómo es posible que el actual huésped de Los Pinos, con bombo y platillo, haga entrega de la cepa del virus A H1N1 a las autoridades sanitarias internacionales, cuando lo único que está demostrando es la incapacidad del país para desarrollar los medicamentos y las vacunas para salvar vidas de mexicanos y seguramente del mundo?
No lo decimos nosotros, nos remitimos a dos autoridades en la materia que tratan el tema con valentía y pundonor: La ciencia en México, una tragedia nacional, afirma la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, AMC, y emite un puntual y enérgico “ya basta” ante la discriminación a la ciencia que han hecho los gobiernos y señala la necesidad de que haya una política que nos permita como país superar problemas de rezago científico y de dependencia tecnológica.
Calderón Hinojosa, sin rubor alguno, nos dicen algunos médicos que por razones obvias omitimos sus nombres, hizo la entrega simbólica del virus A H1N1 a Phillippe Lamy, representante en México de la Organización Mundial de la Salud, OMS, exacto, para que se desarrolle y produzca una nueva vacuna accesible para producirla y aplicarla en el extranjero y no en nuestro país, como debería de ser su cometido.
El rezago científico al que México se enfrenta actualmente no es por la calidad de investigadores con el que se cuenta, sino por el escaso impulso que el gobierno ha dado a este sector, denunció por su parte el Premio Nobel de Química, Mario Molina. Por ello mismo demandó del gobierno federal estructurar políticas de apoyo que impulsen el desarrollo de la ciencia y que generen más científicos de calidad internacional.
México destinará en este año 6.6 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB, al rubro salud, del cual sólo el 0.6 por ciento será para desarrollo de ciencia básica y aplicada, explica la investigadora Ruiz Gutiérrez, por eso nuestro país ocupa entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, el último lugar en inversión: destina 0.33 por ciento del PIB de 2009, a diferencia de Suecia, que lidera la lista, con 4 por ciento. La organización recomienda una inversión mínima de 2.26 por ciento.
Rosaura Ruiz Gutiérrez advierte que la no inversión en ciencia “sale muy caro, sólo en 2005 pagamos más de 2 mil millones de dólares por la compra de tecnología, estamos pagando la factura de no tener la infraestructura para analizar el virus”, eso aunado a nuestros enfermos y muertos son precisamente los costos del rezago, por eso mismo, ni somos salvadores de la humanidad y mucho somos contribuyentes de la ciencia.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Ni somos salvadores de la humanidad y mucho menos somos contribuyentes de la ciencia como pretende presentarnos con fines mediáticos el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, por el contrario, por culpa de todos los gobiernos federales de las últimas décadas. México sufre un torpe y criminal rezago en ciencia, más preciso en investigación.
Sobre la primera declaración, ni siquiera vale la pena analizarla puesto que por su propio peso cae: a las autoridades de salud, por ese mismo rezago, les tomó con las manos en las bisagras de las puertas, en la improvisación total, la epidemia “Humana”, a pesar de que el primer mandatario insista en que la actuación de su gobierno “fue clave para vigilar y mitigar la expansión de la enfermedad, pues con la información oportuna, los países han tenido el tiempo y oportunidad para enfrentar este virus y prevenir su contagio”.
En el segundo aspecto, ¿cómo es posible que el actual huésped de Los Pinos, con bombo y platillo, haga entrega de la cepa del virus A H1N1 a las autoridades sanitarias internacionales, cuando lo único que está demostrando es la incapacidad del país para desarrollar los medicamentos y las vacunas para salvar vidas de mexicanos y seguramente del mundo?
No lo decimos nosotros, nos remitimos a dos autoridades en la materia que tratan el tema con valentía y pundonor: La ciencia en México, una tragedia nacional, afirma la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, AMC, y emite un puntual y enérgico “ya basta” ante la discriminación a la ciencia que han hecho los gobiernos y señala la necesidad de que haya una política que nos permita como país superar problemas de rezago científico y de dependencia tecnológica.
Calderón Hinojosa, sin rubor alguno, nos dicen algunos médicos que por razones obvias omitimos sus nombres, hizo la entrega simbólica del virus A H1N1 a Phillippe Lamy, representante en México de la Organización Mundial de la Salud, OMS, exacto, para que se desarrolle y produzca una nueva vacuna accesible para producirla y aplicarla en el extranjero y no en nuestro país, como debería de ser su cometido.
El rezago científico al que México se enfrenta actualmente no es por la calidad de investigadores con el que se cuenta, sino por el escaso impulso que el gobierno ha dado a este sector, denunció por su parte el Premio Nobel de Química, Mario Molina. Por ello mismo demandó del gobierno federal estructurar políticas de apoyo que impulsen el desarrollo de la ciencia y que generen más científicos de calidad internacional.
México destinará en este año 6.6 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB, al rubro salud, del cual sólo el 0.6 por ciento será para desarrollo de ciencia básica y aplicada, explica la investigadora Ruiz Gutiérrez, por eso nuestro país ocupa entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, el último lugar en inversión: destina 0.33 por ciento del PIB de 2009, a diferencia de Suecia, que lidera la lista, con 4 por ciento. La organización recomienda una inversión mínima de 2.26 por ciento.
Rosaura Ruiz Gutiérrez advierte que la no inversión en ciencia “sale muy caro, sólo en 2005 pagamos más de 2 mil millones de dólares por la compra de tecnología, estamos pagando la factura de no tener la infraestructura para analizar el virus”, eso aunado a nuestros enfermos y muertos son precisamente los costos del rezago, por eso mismo, ni somos salvadores de la humanidad y mucho somos contribuyentes de la ciencia.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Comentarios