Pulso crítico / J. Enrique Olivera Arce
El humor negro tiene demasiadas fronteras: La tontería, la ironía escéptica, la broma sin gravedad...
André Bretón
En Veracruz la visión kafkiana de una ínsula sin mayor contacto con el mundo, guarda semejanza con la estrechez de miras del México concebido en la mente de un Antonio López de Santa Ana. Cuando menos, así se podría interpretar el surrealismo en que suele incurrir el Maestro Fidel Herrera Beltrán, cuando desbocado hace de la verborrea su propio epitafio político.
Seguramente nadie duda de las buenas intenciones del gobernador de Veracruz. Algunas encuestas incluso le califican con más de un 90 por ciento de aceptación entre sus gobernados. Y no faltará quien justifique su confrontación con el gobierno federal, en tanto ello sea en defensa de los intereses de los veracruzanos. Sin embargo, tampoco faltará quien coincida con aquello de que el auto elogio es vituperio. Los excesos verbales con los que de manera reiterada, hace centro de atención su imagen e incansable ir y venir, pretendiendo colocarse muy por encima de cualquier otro personaje de la fauna política nacional, le hacen incurrir en un auto canibalismo que habrá de lamentar.
No conforme con haber utilizado al niño Edgar Hernández Hernández para anunciar triunfalmente al mundo que en Veracruz no pasa nada, y hacer del poblado La Gloria ejemplo de eficiencia y eficacia de su gobierno en materia de salud pública y desarrollo humano, su afán propagandístico le lleva a declarar a esa misérrima localidad “destino turístico internacional”, como si el exhibir desigualdad, miseria y abandono fuera motivo de orgullo.
Cientos de comunidades veracruzanas, con cotidianos decesos certificados por enfermedad fruto de la miseria, por contraste se ocultan a la opinión pública destacando, eso sí, ante el mundo una inversión de apenas 5 millones de devaluados pesos, para acondicionar a La Gloria como destino receptor de ávidos turistas deseosos de satisfacer su morbo. Como inversión resulta más barato que montar un zoológico.
Pero si fuera poco tal despliegue de surrealismo, Fidel Herrera Beltrán se corona con una expresión de humor negro: Mientras en el concierto internacional la inminente pandemia por la influenza porcina, hoy “influenza humana”, sigue cobrando víctimas, registrándose ya en México 89 decesos, el gobernante anuncia a bombo y platillo que en los próximos días erigirá un monumento al niño Edgar Hernández, por haber sido el primer sobreviviente de la infección del virus A/H1N1, atendido y curado por su gobierno con ampicilina y paracetamol.
La atención a las demandas de los trabajadores del sector salud bien puede esperar.
No cabe duda, Bretón y Kafka, se quedan chicos.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
El humor negro tiene demasiadas fronteras: La tontería, la ironía escéptica, la broma sin gravedad...
André Bretón
En Veracruz la visión kafkiana de una ínsula sin mayor contacto con el mundo, guarda semejanza con la estrechez de miras del México concebido en la mente de un Antonio López de Santa Ana. Cuando menos, así se podría interpretar el surrealismo en que suele incurrir el Maestro Fidel Herrera Beltrán, cuando desbocado hace de la verborrea su propio epitafio político.
Seguramente nadie duda de las buenas intenciones del gobernador de Veracruz. Algunas encuestas incluso le califican con más de un 90 por ciento de aceptación entre sus gobernados. Y no faltará quien justifique su confrontación con el gobierno federal, en tanto ello sea en defensa de los intereses de los veracruzanos. Sin embargo, tampoco faltará quien coincida con aquello de que el auto elogio es vituperio. Los excesos verbales con los que de manera reiterada, hace centro de atención su imagen e incansable ir y venir, pretendiendo colocarse muy por encima de cualquier otro personaje de la fauna política nacional, le hacen incurrir en un auto canibalismo que habrá de lamentar.
No conforme con haber utilizado al niño Edgar Hernández Hernández para anunciar triunfalmente al mundo que en Veracruz no pasa nada, y hacer del poblado La Gloria ejemplo de eficiencia y eficacia de su gobierno en materia de salud pública y desarrollo humano, su afán propagandístico le lleva a declarar a esa misérrima localidad “destino turístico internacional”, como si el exhibir desigualdad, miseria y abandono fuera motivo de orgullo.
Cientos de comunidades veracruzanas, con cotidianos decesos certificados por enfermedad fruto de la miseria, por contraste se ocultan a la opinión pública destacando, eso sí, ante el mundo una inversión de apenas 5 millones de devaluados pesos, para acondicionar a La Gloria como destino receptor de ávidos turistas deseosos de satisfacer su morbo. Como inversión resulta más barato que montar un zoológico.
Pero si fuera poco tal despliegue de surrealismo, Fidel Herrera Beltrán se corona con una expresión de humor negro: Mientras en el concierto internacional la inminente pandemia por la influenza porcina, hoy “influenza humana”, sigue cobrando víctimas, registrándose ya en México 89 decesos, el gobernante anuncia a bombo y platillo que en los próximos días erigirá un monumento al niño Edgar Hernández, por haber sido el primer sobreviviente de la infección del virus A/H1N1, atendido y curado por su gobierno con ampicilina y paracetamol.
La atención a las demandas de los trabajadores del sector salud bien puede esperar.
No cabe duda, Bretón y Kafka, se quedan chicos.
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