EU solapó a Salinas

Dolia Estévez

Durante más de medio siglo, EU aplicó una fórmula en México que no por sencilla dejaba de ser menos perversa: proteger el statu quo que garantizaba el PRI, aun cuando esto significara tolerar el auge del narcotráfico, la corrupción, la represión de la disidencia, la violación de los derechos humanos y el fraude electoral. Por décadas, Washington y sus agencias de espionaje soportaron todo eso y más, con tal de evitar el arribo de un gobierno comunista o antagónico que pusiera en riesgo la estabilidad del patio trasero.

En 1988, cuando el movimiento democrático nacional, aglutinado en torno a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, tambaleó la permanencia del PRI en el poder, Washington no sólo respaldó a Carlos Salinas de Gortari, sino desató a las hordas de la ultraderecha estadounidense para que demonizaran al hijo de Lázaro Cárdenas como una “amenaza mayor” a los intereses de EU. (En octubre de 1988, media docena de diarios de EU publicaron un misterioso desplegado calumniando a Cárdenas de “sedicioso”).

Históricamente, la DEA, la CIA y el FBI han operado bajo las órdenes de darle a México el tratamiento de “caso especial”. Pero, debido al desmedido interés de la administración de George Bush padre de vender el TLCAN a un público escéptico que desconfiaba de México, durante el sexenio de Salinas esas órdenes adquirieron un significado siniestro. En las pugnas internas por decidir las prioridades en el proceso de toma de decisiones, el TLCAN tomó precedente sobre la lucha antinarcóticos. Combatir la narcocorrupción podía esperar, el pacto de “reconciliación histórica” con México, como lo llamó Robert Zoellick, no. ¿Hubo instrucciones superiores de ignorar o suprimir pruebas que comprometían a la familia presidencial?

Después de la negociación exitosa del TLCAN y de once entrevistas personales, Bush padre terminó glorificando a Salinas. En enero de 1997, cuando le pregunté su reacción ante el súbito desplome de su ídolo y las revelaciones sobre corrupción en los altos niveles de su administración, me respondió: “Me han desilusionado mucho los alegatos sobre él y su familia. Conozco poco lo que está pasando en México acerca de las imputaciones contra Salinas, pero creo que es justo decir que un hombre es inocente hasta que sea encontrado culpable.” ¿Tenía conocimiento —insistí— de que había problemas de corrupción en el gobierno de Salinas? “Jamás tuve información que insinuara, ni siquiera levemente, que el presidente Salinas fuera otra cosa que totalmente honesto.”

Incapacitado, más moral que físicamente, para confrontar a los Dioses del Olimpo, Miguel de la Madrid niega su propia palabra a Carmen Aristegui y a los mexicanos. Aun así, no puede, aunque quisiera, negar lo que todo México atestiguó: el enseñoramiento del narcotráfico, la corrupción y los sobornos bajo el salinato. Ahora me pregunto: ¿Qué hubiera sido de la negociación del TLCAN si la DEA hubiera filtrado a la prensa los supuestos vínculos, que sus agentes aseguraban tener, de Raúl Salinas con los narcos?

¿LUZ AL FINAL DEL TÚNEL?

Los analistas económicos creen que hay indicios de que lo peor ya pasó. Basan sus pronósticos en los siguientes datos: el Banco de la Reserva Federal informó que la actividad industrial, minera y del sector servicios registró una caída de 0.5 % durante abril, en contraste con 1.7% en marzo y 1% en febrero. También el mes pasado se perdieron 540,000 empleos, en comparación a los 699,000 de marzo y los 681,000 de febrero.

La Fed dijo que la actividad industrial sigue débil. Ha caído en 15 meses de los 17 transcurridos desde el inicio de la recesión. El desempleo, por otro lado, seguirá aumentando y es muy probable que pronto alcance dos dígitos. El anuncio de la General Motors de que recortará 1,100 distribuidoras puso en riesgo 140,00 empleos.

El que este deprimente panorama genere optimismo, simplemente, confirma el terrible estado de la economía de EU. Un menor ritmo del declive económico es señal, en el mejor de los casos, de que la recesión no desembocará en otra Gran Depresión. Dicho en otras palabras: la casa sigue ardiendo, pero el fuego empieza a ceder; surge un rayito de luz al final del túnel, pero la economía sigue atrapada.

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