INDICADOR POLÍTICO
(Carlos Ramírez)
Agobiado por la falta de un liderazgo político real, el PRI nacional ha perdido los derechos de autor de la guerra sucia. Si los priistas eran los genios de las batallas políticas subterráneas, ahora los panistas los superan con creces.
La guerra de los espots ha mostrado la verdadera derrota política del PRI:
1) El PRI colocó como destinatario de sus espots y críticas al presidente de la República, justamente lo que quería el PAN para exhibir a los priistas.
2) Los ataques contra Calderón tratan de proteger a Carlos Salinas, el verdadero enemigo mediático del PRI. El desprestigio del PRI lo alimentaron Miguel de la Madrid y Carlos Salinas.
3) Se fijaron ya dos posiciones contrarias: la light de Beatriz Paredes Rangel y el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto y la guerrera de Manlio Fabio Beltrones.
4) El PRI ha aceptado en los hechos que quiere la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados para desplazar al presidente de la República y gobernar desde el Legislativo. Por tanto, el PRI tuvo que aceptar el argumento panista que en las elecciones legislativas se juega el futuro del presidente de la República.
5) Los gobernadores priistas han dado un arriesgado salto político al aparecer en reuniones que pugnan por exigir que el PRI ataque al presidente de la República, olvidando que los gobernadores deben de lidiar con la estructura federal presidencialista y dependen del Ejecutivo federal en participaciones y decisiones de seguridad pública.
Lo peor de todo es la fractura estratégica en el PRI. Luego de la reunión donde aparecieron los tambores de guerra y los priistas se pintaron el rostro para la batalla, el PRI salió dividido en los hechos. Y ayer mismo aparecieron esas contradicciones en expresiones: de un lado, espots de evidente paternidad priista acusan al presidente Calderón de haber fallado en la respuesta a la epidemia de influenza, pero del otro una declaración de Paredes reconociendo el papel del gobierno federal.
En su artículo en El Universal, ayer, Paredes escribió a propósito del daño al turismo por las medidas oficiales contra la influenza: "no pretende esta nota juzgar si se hizo lo necesario, o más de lo necesario, si se actuó con oportunidad o un poco tardíamente, con motivo de la emergencia sanitaria. La verdad sobre los alcances de la epidemia y la pertinencia en su manejo es un asunto de expertos y de reportes científicos, y habrá quien afirme que ante el riesgo de exponer vidas humanas no hay medidas que se regateen. ¡En fin! Un análisis con mayores datos y con la sobriedad que da el curso del tiempo, permitirá evaluar las decisiones". Es decir, la presidenta del PRI elude calificar la reacción gubernamental por desconocimiento de datos.
Del otro lado, la decisión priista de marchar a la guerra mediática contra el PAN ha comenzado también a reducirle espacios al PRI. Por ejemplo, el senador priista Manlio Fabio Beltrones había aprovechado el vacío de información dominical para distribuir un boletín con opiniones políticas. Sólo que ahora sus afirmaciones deben pasarse antes por el tamiz de las intenciones electorales. Su operador en la CNOP Marco Antonio Bernal amenazó al gobierno con "atenerse a las consecuencias". Por tanto, las declaraciones de ahora en delante de Beltrones son ineficaces porque forman parte de la ruptura electoral del PRI con el PAN.
Lo peor de todo es que el PAN decidió poner en operación las mañas del PRI. A lo largo de su historia, el PRI hizo magisterio del uso de las técnicas, las tácticas y las maniobras de las guerras sucias para desesperar y provocar a sus adversarios, sobre todo al PAN. Desde el poder presidencial priista, el tricolor inventó, tergiversó, manipuló, engañó y mintió para afectar a la oposición, sobre todo a partir del control del entonces todopoderoso aparato de propaganda del poder. Hoy han bastado algunas declaraciones por Internet del presidente nacional del PAN y un par de espots panistas en espacios marginales para sacar de balance al PRI, hacer enojar a los priistas y sobre todo revelar su rostro autoritario, mientras en las tribunas el pueblo grita: "¡Quieren llorar, quieren llorar!"
El trasfondo de todo el conflicto PRI-PAN se localiza en el papel desnudista de dos priistas. Las declaraciones de Miguel de la Madrid contra Carlos Salinas y sus denuncias de corrupción y relaciones con el narco fueron las que reventaron la campaña priista de moderación. Lo que ingenuamente esperaba el PRI -como cuando el PAN era chamaqueado por la perversidad del poder de los priistas- era que los panistas compartieran el rubor de los priistas y dejaran a un lado ese regalito político. Pero el origen del problema fue el diferendo De la Madrid-Salinas, dos políticos priistas que gobernaron en nombre del PRI y fueron jefes políticos del PRI.
La conclusión que queda de esta batalla de los espots es que el PAN perdió su virginidad política, que el PRI quiere llorar y que los electores van a decidir en función de realidades de los partidos y las historias de sus militantes distinguidos. Por eso el PRI debiera ajustar cuentas no con Calderón o el PAN, sino con De la Madrid y Salinas, dos finísimas personas pero intocables en el PRI.
(Carlos Ramírez)
Agobiado por la falta de un liderazgo político real, el PRI nacional ha perdido los derechos de autor de la guerra sucia. Si los priistas eran los genios de las batallas políticas subterráneas, ahora los panistas los superan con creces.
La guerra de los espots ha mostrado la verdadera derrota política del PRI:
1) El PRI colocó como destinatario de sus espots y críticas al presidente de la República, justamente lo que quería el PAN para exhibir a los priistas.
2) Los ataques contra Calderón tratan de proteger a Carlos Salinas, el verdadero enemigo mediático del PRI. El desprestigio del PRI lo alimentaron Miguel de la Madrid y Carlos Salinas.
3) Se fijaron ya dos posiciones contrarias: la light de Beatriz Paredes Rangel y el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto y la guerrera de Manlio Fabio Beltrones.
4) El PRI ha aceptado en los hechos que quiere la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados para desplazar al presidente de la República y gobernar desde el Legislativo. Por tanto, el PRI tuvo que aceptar el argumento panista que en las elecciones legislativas se juega el futuro del presidente de la República.
5) Los gobernadores priistas han dado un arriesgado salto político al aparecer en reuniones que pugnan por exigir que el PRI ataque al presidente de la República, olvidando que los gobernadores deben de lidiar con la estructura federal presidencialista y dependen del Ejecutivo federal en participaciones y decisiones de seguridad pública.
Lo peor de todo es la fractura estratégica en el PRI. Luego de la reunión donde aparecieron los tambores de guerra y los priistas se pintaron el rostro para la batalla, el PRI salió dividido en los hechos. Y ayer mismo aparecieron esas contradicciones en expresiones: de un lado, espots de evidente paternidad priista acusan al presidente Calderón de haber fallado en la respuesta a la epidemia de influenza, pero del otro una declaración de Paredes reconociendo el papel del gobierno federal.
En su artículo en El Universal, ayer, Paredes escribió a propósito del daño al turismo por las medidas oficiales contra la influenza: "no pretende esta nota juzgar si se hizo lo necesario, o más de lo necesario, si se actuó con oportunidad o un poco tardíamente, con motivo de la emergencia sanitaria. La verdad sobre los alcances de la epidemia y la pertinencia en su manejo es un asunto de expertos y de reportes científicos, y habrá quien afirme que ante el riesgo de exponer vidas humanas no hay medidas que se regateen. ¡En fin! Un análisis con mayores datos y con la sobriedad que da el curso del tiempo, permitirá evaluar las decisiones". Es decir, la presidenta del PRI elude calificar la reacción gubernamental por desconocimiento de datos.
Del otro lado, la decisión priista de marchar a la guerra mediática contra el PAN ha comenzado también a reducirle espacios al PRI. Por ejemplo, el senador priista Manlio Fabio Beltrones había aprovechado el vacío de información dominical para distribuir un boletín con opiniones políticas. Sólo que ahora sus afirmaciones deben pasarse antes por el tamiz de las intenciones electorales. Su operador en la CNOP Marco Antonio Bernal amenazó al gobierno con "atenerse a las consecuencias". Por tanto, las declaraciones de ahora en delante de Beltrones son ineficaces porque forman parte de la ruptura electoral del PRI con el PAN.
Lo peor de todo es que el PAN decidió poner en operación las mañas del PRI. A lo largo de su historia, el PRI hizo magisterio del uso de las técnicas, las tácticas y las maniobras de las guerras sucias para desesperar y provocar a sus adversarios, sobre todo al PAN. Desde el poder presidencial priista, el tricolor inventó, tergiversó, manipuló, engañó y mintió para afectar a la oposición, sobre todo a partir del control del entonces todopoderoso aparato de propaganda del poder. Hoy han bastado algunas declaraciones por Internet del presidente nacional del PAN y un par de espots panistas en espacios marginales para sacar de balance al PRI, hacer enojar a los priistas y sobre todo revelar su rostro autoritario, mientras en las tribunas el pueblo grita: "¡Quieren llorar, quieren llorar!"
El trasfondo de todo el conflicto PRI-PAN se localiza en el papel desnudista de dos priistas. Las declaraciones de Miguel de la Madrid contra Carlos Salinas y sus denuncias de corrupción y relaciones con el narco fueron las que reventaron la campaña priista de moderación. Lo que ingenuamente esperaba el PRI -como cuando el PAN era chamaqueado por la perversidad del poder de los priistas- era que los panistas compartieran el rubor de los priistas y dejaran a un lado ese regalito político. Pero el origen del problema fue el diferendo De la Madrid-Salinas, dos políticos priistas que gobernaron en nombre del PRI y fueron jefes políticos del PRI.
La conclusión que queda de esta batalla de los espots es que el PAN perdió su virginidad política, que el PRI quiere llorar y que los electores van a decidir en función de realidades de los partidos y las historias de sus militantes distinguidos. Por eso el PRI debiera ajustar cuentas no con Calderón o el PAN, sino con De la Madrid y Salinas, dos finísimas personas pero intocables en el PRI.
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