Fracaso del modelo económico
Carlos Fernández-Vega
Para fortalecer el ánimo provocado por la espléndida racha que vive el país (y los "signos alentadores" que los ciegos de Los Pinos dicen ver), en 48 horas los mexicanos tendrán a la mano el dato (oficial) exacto de cómo le fue en el primer trimestre de 2009 al "sólido navío de gran calado" (Calderón dixit) que es la economía mexicana, aunque no será mucha la sorpresa que les provoque, puesto que son ellos los que cotidianamente sufren el feroz embate de lo que algunos creativos de la "continuidad" catalogaron de "catarrito" y "crisis externa".
De cualquier suerte, el costo de la crisis en los tres primeros meses del año rondaría el 7-8 por ciento del producto interno bruto, de acuerdo con las estimaciones oficiales y amigos afines (en el cuarto trimestre de 2008 la caída del PIB fue de 1.6 por ciento). Así, de ser correcto el cálculo, el desplome económico que registra el país sería el mayor de cuando menos los últimos 33 años para un periodo igual, superando por mucho el efecto negativo registrado en las sacudidas de 1976, 1982, 1983, 1986 y 1995, con ganas de empeorar en el segundo trimestre de 2009.
Un par de semanas atrás el Banco de México adelantó su pronóstico sobre el resultado económico en el primer trimestre del año: un desplome en el producto interno bruto de entre 7 y 8 por ciento a tasa anual (sin considerar el impacto de la emergencia sanitaria, que se registrará en las cifras del segundo trimestre), o lo que es lo mismo una proporción 10 veces mayor a la reportada en igual periodo, pero de 1995, el año de la gran crisis.
Días después, la siempre optimista Secretaría de Hacienda se vio en la penosa necesidad de darle la razón al Banco de México (antes estaba inventariado como "catastrofista"), y reconocer lo que todo mundo sabe y padece, es decir, que la economía nacional está en recesión y que de enero a marzo de 2009 el PIB reportaría un desplome de 7 por ciento, a pesar de lo cual insiste, junto con Los Pinos, en aquello de los "signos alentadores".
En este ambiente de "signos alentadores" –los desafinados niños cantores dixit– un buen número de bancos extranjeros que operan en México ya no ve todo color de rosa, como Agustín Carstens comprenderá, y divulgaron sus estimaciones sobre el costo de la crisis en el primer trimestre del año, llevándolo, en promedio, a 7.5 por ciento del producto interno bruto. Así, el estadunidense Banamex-Citigroup pronostica una caída de 7.7 por ciento del PIB, con especial deterioro en los sectores industrial y de servicios, sin considerar efecto alguno por la emergencia sanitaria.
En igual sentido, el español BBVA-Bancomer calcula que el citado costo será de 7.4 por ciento del PIB, resultado, principalmente, de un descenso de 7 por ciento en el sector servicios y de 11 por ciento en el industrial. La estimación del también español Santander se alinea a los cálculos de Banamex-Citigroup: baja de 7.7 por ciento, "con una elevada incertidumbre en la toma de decisiones de inversión y una severa restricción de liquidez; retroceso de 10.5 por ciento en la producción industrial y 5.9 por ciento en servicios. El sector agropecuario habría presentado un avance de 2 por ciento anual". El canadiense Scotiabank considera de 7.8 por ciento el desplome en el primer trimestre de 2009, mientras Ixe coincide con la estimación más moderada de la Secretaría de Hacienda, es decir, 7 por ciento.
Cualquiera que sea el dato concreto que reporte el INEGI, que obviamente rondará en torno a los pronósticos referidos, lo cierto es que un desplome de 7 u 8 por ciento para un primer trimestre no se registra desde hace cuando menos 33 años, lo que no sólo ubica la magnitud del "catarrito" que padece México y su pavoroso costo social, sino confirma el rotundo fracaso del modelito económico que con tanto ahínco han defendido hasta la ignominia cinco inquilinos de Los Pinos al hilo.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría, sobre la zarzuela a la mexicana: “independientemente de lo que ya sabíamos sobre nuestra clase política y cómo se las gastan sus personeros, el affaire Salinas deja varias cuestiones sin responder. En principio, ¿no resulta muy ‘coincidente’ que en menos de una semana se produzcan tres eventos que se quieren pensar independientes –Carlos Ahumada, Miguel de la Madrid y Roberto Madrazo– y sea un solo destinatario? En política no hay coincidencias. Por eso, vale la pena aventurar algunas conjeturas que tienen como marco el proceso electoral próximo, con miras a 2012: A) el gobierno calderonista maniobró por su partido, el PAN, en contra del PRI y del PRD; B) al efecto se orientó el ‘hambre’ noticiosa de medios informativos y comunicadores para la ‘oportuna’ publicación, y C) que siendo Salinas un político de gran colmillo –el cual se nutre de lealtades, favores, venganzas y chantajes–, resulta por demás curioso el involucramiento en este affaire de políticos variopintos. Ello nos habla de un ‘ventaneo’ de la red de intereses del salinismo, tanto en el PAN, como en el PRD y en el mismo PRI. De estas opciones, yo desecharía la A), pues ello sería concederle al gobierno calderonista y su partido el que cuente con una estrategia inteligente, la cual incluso iría más allá de lo electoral. Por eso, pensaría que la situación se explica por la B) y la C). Queda, sin embargo, pendiente una pregunta: ¿cuáles son las razones del ‘ataque’ tan directo al ex presidente? Mi impresión es que Salinas prepara(ba) una nueva embestida política –para su reposicionamiento en los próximos comicios e influir de manera determinante en el proceso sucesorio– la cual intentó frenarla… el mismo PRI. Los costos políticos serían manejables y el ‘ventaneo’ de la red de intereses permitiría una limpieza de cara al tricolor. Al parecer hubo un empate técnico; pero esto aún no termina. ¿No lo creen? Por cierto, la familia de Gustavo Ponce fue perseguida y acosada como no tienes idea. Como dice Beatriz Paredes: yo no pongo las manos al fuego ni por mí mismo. Sin embargo, hay cosas que me resultan aberrantes” (Ricardo García Ortega, chispolito@prodigy.net.mx)... Un fuerte, cariñoso, apapachador abrazo de despedida al queridísimo y siempre leído Mario Benedetti. Hasta pronto maestro, Gracias por el fuego.
Carlos Fernández-Vega
Para fortalecer el ánimo provocado por la espléndida racha que vive el país (y los "signos alentadores" que los ciegos de Los Pinos dicen ver), en 48 horas los mexicanos tendrán a la mano el dato (oficial) exacto de cómo le fue en el primer trimestre de 2009 al "sólido navío de gran calado" (Calderón dixit) que es la economía mexicana, aunque no será mucha la sorpresa que les provoque, puesto que son ellos los que cotidianamente sufren el feroz embate de lo que algunos creativos de la "continuidad" catalogaron de "catarrito" y "crisis externa".
De cualquier suerte, el costo de la crisis en los tres primeros meses del año rondaría el 7-8 por ciento del producto interno bruto, de acuerdo con las estimaciones oficiales y amigos afines (en el cuarto trimestre de 2008 la caída del PIB fue de 1.6 por ciento). Así, de ser correcto el cálculo, el desplome económico que registra el país sería el mayor de cuando menos los últimos 33 años para un periodo igual, superando por mucho el efecto negativo registrado en las sacudidas de 1976, 1982, 1983, 1986 y 1995, con ganas de empeorar en el segundo trimestre de 2009.
Un par de semanas atrás el Banco de México adelantó su pronóstico sobre el resultado económico en el primer trimestre del año: un desplome en el producto interno bruto de entre 7 y 8 por ciento a tasa anual (sin considerar el impacto de la emergencia sanitaria, que se registrará en las cifras del segundo trimestre), o lo que es lo mismo una proporción 10 veces mayor a la reportada en igual periodo, pero de 1995, el año de la gran crisis.
Días después, la siempre optimista Secretaría de Hacienda se vio en la penosa necesidad de darle la razón al Banco de México (antes estaba inventariado como "catastrofista"), y reconocer lo que todo mundo sabe y padece, es decir, que la economía nacional está en recesión y que de enero a marzo de 2009 el PIB reportaría un desplome de 7 por ciento, a pesar de lo cual insiste, junto con Los Pinos, en aquello de los "signos alentadores".
En este ambiente de "signos alentadores" –los desafinados niños cantores dixit– un buen número de bancos extranjeros que operan en México ya no ve todo color de rosa, como Agustín Carstens comprenderá, y divulgaron sus estimaciones sobre el costo de la crisis en el primer trimestre del año, llevándolo, en promedio, a 7.5 por ciento del producto interno bruto. Así, el estadunidense Banamex-Citigroup pronostica una caída de 7.7 por ciento del PIB, con especial deterioro en los sectores industrial y de servicios, sin considerar efecto alguno por la emergencia sanitaria.
En igual sentido, el español BBVA-Bancomer calcula que el citado costo será de 7.4 por ciento del PIB, resultado, principalmente, de un descenso de 7 por ciento en el sector servicios y de 11 por ciento en el industrial. La estimación del también español Santander se alinea a los cálculos de Banamex-Citigroup: baja de 7.7 por ciento, "con una elevada incertidumbre en la toma de decisiones de inversión y una severa restricción de liquidez; retroceso de 10.5 por ciento en la producción industrial y 5.9 por ciento en servicios. El sector agropecuario habría presentado un avance de 2 por ciento anual". El canadiense Scotiabank considera de 7.8 por ciento el desplome en el primer trimestre de 2009, mientras Ixe coincide con la estimación más moderada de la Secretaría de Hacienda, es decir, 7 por ciento.
Cualquiera que sea el dato concreto que reporte el INEGI, que obviamente rondará en torno a los pronósticos referidos, lo cierto es que un desplome de 7 u 8 por ciento para un primer trimestre no se registra desde hace cuando menos 33 años, lo que no sólo ubica la magnitud del "catarrito" que padece México y su pavoroso costo social, sino confirma el rotundo fracaso del modelito económico que con tanto ahínco han defendido hasta la ignominia cinco inquilinos de Los Pinos al hilo.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría, sobre la zarzuela a la mexicana: “independientemente de lo que ya sabíamos sobre nuestra clase política y cómo se las gastan sus personeros, el affaire Salinas deja varias cuestiones sin responder. En principio, ¿no resulta muy ‘coincidente’ que en menos de una semana se produzcan tres eventos que se quieren pensar independientes –Carlos Ahumada, Miguel de la Madrid y Roberto Madrazo– y sea un solo destinatario? En política no hay coincidencias. Por eso, vale la pena aventurar algunas conjeturas que tienen como marco el proceso electoral próximo, con miras a 2012: A) el gobierno calderonista maniobró por su partido, el PAN, en contra del PRI y del PRD; B) al efecto se orientó el ‘hambre’ noticiosa de medios informativos y comunicadores para la ‘oportuna’ publicación, y C) que siendo Salinas un político de gran colmillo –el cual se nutre de lealtades, favores, venganzas y chantajes–, resulta por demás curioso el involucramiento en este affaire de políticos variopintos. Ello nos habla de un ‘ventaneo’ de la red de intereses del salinismo, tanto en el PAN, como en el PRD y en el mismo PRI. De estas opciones, yo desecharía la A), pues ello sería concederle al gobierno calderonista y su partido el que cuente con una estrategia inteligente, la cual incluso iría más allá de lo electoral. Por eso, pensaría que la situación se explica por la B) y la C). Queda, sin embargo, pendiente una pregunta: ¿cuáles son las razones del ‘ataque’ tan directo al ex presidente? Mi impresión es que Salinas prepara(ba) una nueva embestida política –para su reposicionamiento en los próximos comicios e influir de manera determinante en el proceso sucesorio– la cual intentó frenarla… el mismo PRI. Los costos políticos serían manejables y el ‘ventaneo’ de la red de intereses permitiría una limpieza de cara al tricolor. Al parecer hubo un empate técnico; pero esto aún no termina. ¿No lo creen? Por cierto, la familia de Gustavo Ponce fue perseguida y acosada como no tienes idea. Como dice Beatriz Paredes: yo no pongo las manos al fuego ni por mí mismo. Sin embargo, hay cosas que me resultan aberrantes” (Ricardo García Ortega, chispolito@prodigy.net.mx)... Un fuerte, cariñoso, apapachador abrazo de despedida al queridísimo y siempre leído Mario Benedetti. Hasta pronto maestro, Gracias por el fuego.
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