Ebrard y Luege: focos de contaminación

Álvaro Cepeda Neri

Marcelo Ebrard perredista del chuchismo a punto de consumar la traición contra su benefactor López Obrador (con la divisa de que “no es la veleta la que cambia de rumbo, sino el viento”), y José Luis Luege, fanático religioso ultraderechista del PAN, más inclinado al foxismo que al calderonismo y uno de los guardianes de Manuel Espino, se han enfrascado en un enfrentamiento politiquero por el abasto de agua para la capital del país.

Ésta ahora, la región menos transparente por la contaminación y espesas nubes de polvo (por las 385 obras llevadas a cabo al mismo tiempo). La epidemia de la nueva influenza obligó al panista a detener sus cortes arbitrarios y a medio parar el pseudoperredista las obras.

Traer agua a la Ciudad de México, sobre todo del sistema Cutzamala (alimentado por tres presas) es un problema no atendido a partir de las sequías recientes, agudizadas por el calentamiento de la Tierra debido al exceso de bióxido de carbono que arrojamos a la atmósfera y causante del desgarramiento de la capa de ozono que ya no filtra los rayos solares.

El problema se planteó cuando menos desde finales del sangriento sexenio salinista y se convirtió en alarmante con el foxismo sin que, hasta la fecha, tome cartas en el asunto el calderonismo. A ello debe agregarse que desde Manuel Camacho en la jefatura del Distrito Federal, nada hicieron tampoco.

Ebrard, fugitivo del PRI, saltamontes de Convergencia y oportunista del perredismo (sangriento jefe de la policía) para darle mantenimiento al Distrito Federal (y el botín) diseñó con su grupo depredador levantar el pavimento, construir puentes a desnivel (continuando los inconclusos que dejó AMLO) y otras obras, contratando empresas que tienen al mínimo personal (para ahorrar costos y tener para los sobornos y la rapiña) por toda la ciudad... ¡al mismo tiempo! generando dos años de polvo, que con la falta de agua propician muchos de los males respiratorios de los capitalinos y sus visitantes.

Los dos, por negligencia e intencionalmente, tienen a los defeños sobreviviendo en antesalas de constantes contagios y caldo de cultivo para la epidemia gripal que tuvo la mayoría de fallecidos en esta ciudad, en grado de homicidios, por falta de agua y las toneladas de polvo esparcidas por el ya malísimo aire que se respira (con la falta de previsiones de salubridad por el gobierno federal y el amañado seguro popular).

Esto es suficiente para llevarlos a juicio político y penal; al menos, para destituirlos y que nunca más ocupen cargos, al fin y al cabo que los dos tienen suficientes recursos para vivir a sus anchas. No toman en cuenta que por años hay delegaciones sin agua, surtidas por pipas que encarecen el servicio; ni que las obras defeñas tienen a los habitantes sometidos a contraer enfermedades de todo tipo.

Luege, del PAN y Ebrard, del PRD de Chuchín Ortega y su pandilla de Los Chuchos, son focos de contagio por sus actos y estar jugando a las vencidas para ver quién impone sus caprichos, sin importarles el buen gobierno en beneficio del pueblo.

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