Eduardo Ibarra Aguirre
Por lo menos por ahora, el estudioso de la sucesión presidencial de Lázaro Cárdenas del Río en 1934, Miguel Ángel Beltrán Villegas , no podrá emprender la investigación --para obtener el posdoctorado-- en torno a la oposición de derecha al proyecto cardenista en aquel memorable sexenio que culminó con la fundación del Partido Acción Nacional, en 1939, y mientras el primer panista del país despache en Los Pinos.
Sin reparar en el principio básico de la presunción de inocencia, aislado respecto del abogado Jorge Becerril de la Universidad Nacional Autónoma de México, interrogado en una oficina en la que permaneció más de una hora, el doctor en sociología fue sacado del Instituto Nacional de Migración y obligado a abordar una Van dorada sin placas e insignias –justamente como actúa la delincuencia organizada que tanto combate Felipe de Jesús Calderón Hinojosa --, para ser trasladado al aeropuerto Benito Juárez y entregado el mismo viernes 22 a la Policía Nacional de Colombia.
Álvaro Uribe Vélez , el socio latinoamericano más sólido e ideológicamente más afín al panismo, está muy contento con el regalo y agradecido con Calderón Hinojosa. Tan sólido y afín que es el único gobernante extranjero que públicamente se atrevió, en suelo mexicano, a convertir a la UNAM en “guarida de guerrilleros” y no existió funcionario federal que se atreviera a desmentirlo, menos aún a exigirle una disculpa.
“Hago llegar nuestra más sincera voz de gratitud al presidente Calderón, porque en México se acaba de capturar a uno de los terroristas más peligrosos de la organización narcoterrorista de las FARC”, dijo conmovido el abogado y administrador de Medellín, amigo y aliado del economista y abogado de Morelia.
El nombre del investigador colombiano que estudió en la UNAM la licenciatura y la maestría y ejerció como profesor en las universidades de Cauca, Antioquia (de la que fue alumno Uribe) y Bogotá, fue metamorfoseado de la noche a la mañana por quien trabaja desesperadamente para reelegirse otra vez y despachar en Palacio de Nariño, en “profesor de sociología, dedicado a profesor del crimen”.
La perorata del titular del Ejecutivo se basa en que el nombre de Beltrán aparece en cartas del entonces comandante de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Raúl Reyes (Luis Edgar Devia Silva), asesinado cuando dormía junto a 25 personas más --incluidos cuatro universitarios mexicanos y Lucía Andrea Morett Álvarez resultó herida--, en el bombardeo a un campamento en Sucumbíos, lo que provocó una crisis diplomática con Ecuador que perdura, el distanciamiento aún mayor entre Caracas y Bogotá, el vergonzoso silencio de Patricia Espinosa Cantellano y, sobre todo, el pago de un alto costo político y diplomático para Uribe Vélez tras la cadena de mentiras e inconsistencias con que se exhibió ante Latinoamérica, aisló todavía más de Sudamérica y ostentó su rostro criminal.
La índole indestructible de los discos duros sigue siendo tema que los expertos en computación no alcanzan a dilucidar, más de 14 meses después del bombardeo que contó con la asesoría tecnológica del Pentágono y que para el gobierno de la política de “la seguridad democrática” aún proporciona amplísima información para perseguir judicial y, sobre todo, extrajudicialmente a disidentes del sindicalismo, la academia y el activismo político sin vínculos con el golpeado pero diverso y aún vigoroso movimiento guerrillero.
La expulsión fast track del investigador se produce en la víspera de que Calderón acuda a la tierra chica de su aliado colombiano, a disertar en un congreso sobre víctimas del terrorismo y cuando la amenaza judicial ecuatoriana se cierne sobre Lucía Andrea.
Más que ominoso es el mensaje oficial.
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Por lo menos por ahora, el estudioso de la sucesión presidencial de Lázaro Cárdenas del Río en 1934, Miguel Ángel Beltrán Villegas , no podrá emprender la investigación --para obtener el posdoctorado-- en torno a la oposición de derecha al proyecto cardenista en aquel memorable sexenio que culminó con la fundación del Partido Acción Nacional, en 1939, y mientras el primer panista del país despache en Los Pinos.
Sin reparar en el principio básico de la presunción de inocencia, aislado respecto del abogado Jorge Becerril de la Universidad Nacional Autónoma de México, interrogado en una oficina en la que permaneció más de una hora, el doctor en sociología fue sacado del Instituto Nacional de Migración y obligado a abordar una Van dorada sin placas e insignias –justamente como actúa la delincuencia organizada que tanto combate Felipe de Jesús Calderón Hinojosa --, para ser trasladado al aeropuerto Benito Juárez y entregado el mismo viernes 22 a la Policía Nacional de Colombia.
Álvaro Uribe Vélez , el socio latinoamericano más sólido e ideológicamente más afín al panismo, está muy contento con el regalo y agradecido con Calderón Hinojosa. Tan sólido y afín que es el único gobernante extranjero que públicamente se atrevió, en suelo mexicano, a convertir a la UNAM en “guarida de guerrilleros” y no existió funcionario federal que se atreviera a desmentirlo, menos aún a exigirle una disculpa.
“Hago llegar nuestra más sincera voz de gratitud al presidente Calderón, porque en México se acaba de capturar a uno de los terroristas más peligrosos de la organización narcoterrorista de las FARC”, dijo conmovido el abogado y administrador de Medellín, amigo y aliado del economista y abogado de Morelia.
El nombre del investigador colombiano que estudió en la UNAM la licenciatura y la maestría y ejerció como profesor en las universidades de Cauca, Antioquia (de la que fue alumno Uribe) y Bogotá, fue metamorfoseado de la noche a la mañana por quien trabaja desesperadamente para reelegirse otra vez y despachar en Palacio de Nariño, en “profesor de sociología, dedicado a profesor del crimen”.
La perorata del titular del Ejecutivo se basa en que el nombre de Beltrán aparece en cartas del entonces comandante de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Raúl Reyes (Luis Edgar Devia Silva), asesinado cuando dormía junto a 25 personas más --incluidos cuatro universitarios mexicanos y Lucía Andrea Morett Álvarez resultó herida--, en el bombardeo a un campamento en Sucumbíos, lo que provocó una crisis diplomática con Ecuador que perdura, el distanciamiento aún mayor entre Caracas y Bogotá, el vergonzoso silencio de Patricia Espinosa Cantellano y, sobre todo, el pago de un alto costo político y diplomático para Uribe Vélez tras la cadena de mentiras e inconsistencias con que se exhibió ante Latinoamérica, aisló todavía más de Sudamérica y ostentó su rostro criminal.
La índole indestructible de los discos duros sigue siendo tema que los expertos en computación no alcanzan a dilucidar, más de 14 meses después del bombardeo que contó con la asesoría tecnológica del Pentágono y que para el gobierno de la política de “la seguridad democrática” aún proporciona amplísima información para perseguir judicial y, sobre todo, extrajudicialmente a disidentes del sindicalismo, la academia y el activismo político sin vínculos con el golpeado pero diverso y aún vigoroso movimiento guerrillero.
La expulsión fast track del investigador se produce en la víspera de que Calderón acuda a la tierra chica de su aliado colombiano, a disertar en un congreso sobre víctimas del terrorismo y cuando la amenaza judicial ecuatoriana se cierne sobre Lucía Andrea.
Más que ominoso es el mensaje oficial.
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