De narcolores y partidos

Ramón Alberto Garza / Dossier Índigo

AMARILLO.— En el Zacatecas perredista de Amalia García se fugan 53 reos del penal de alta seguridad y decomisan 14 toneladas de droga en un local de la familia de Ricardo Monreal.

El comando que libera a los peligrosos reos se desplaza apertrechado con vehículos y uniformes con siglas de la AFI. Nadie los ve desplazarse por avenidas o carreteras zacatecanas. No levantan sospecha.

AZUL.— En el Morelos del panista Marco Adame Castillo arraigan por presuntos nexos con el crimen organizado a su secretario de Seguridad e investigan a dos coordinadores de la Policía Ministerial.

Como lo documenta hoy Reporte Índigo, con el arraigado trabaja la hermana de Genaro García Luna, el muy cuestionado responsable de la seguridad pública. Y los dos ministeriales cobraban también en las nóminas federales de la SSP y de la AFI.

ROJO AZULADO.— En el Nuevo León priísta de Natividad González Parás capturan una célula del cártel de los Beltrán Leyva que operaba el área metropolitana de Monterrey. El jefe del cártel y su banda rentaban un departamento en la Torre Dataflux, un exclusivo y lujoso condominio ubicado el panista municipio de San Pedro. Es el mismo emblemático edificio donde acaba de comprar tres departamentos Juan José Rojas Cardona, el llamado Zar de los Casinos.

El mismo edificio donde el operador de casinos renta un local para un restaurante que hace meses fue inaugurado por el cardenal Norberto Rivera, quien hizo un viaje ex profeso a Monterrey para rociarle el agua bendita. Es el mismo operador de casinos que se salvó hace meses de una ejecución callejera. Y el mismo que filantrópicamente “donó” un helicóptero al municipio panista de San Nicolás de los Garza, donde operan algunas de sus casas de apuestas.

El departamento donde vivían los narcos capturados el martes es propiedad del prominente abogado Gerardo Montes, socio del despacho jurídico del hijo del actual procurador de Nuevo León. Es el mismo abogado Gerardo Montes que sirviera como subprocurador del estado cuando el ahora candidato panista, Fernando Elizondo Barragán, era gobernador interino.

Y ni modo de decir que como casero de los narcos no se daba por enterado. El prominente abogado ocupaba el otro departamento de su propiedad. En el mismo piso 28 de sus narcoinquilinos.

La lección que ratifican estos tres episodios, ocurridos en cuatro días, es que en México la frontera entre el poder y la droga ya es invisible. Y que por incompetencia o por complicidad, elija la que mejor le acomode, las autoridades municipales, estatales y federales están rebasadas, cooptadas o involucradas por el crimen organizado.

De poco sirve entonces que Germán Martínez sostenga su narcocampaña política en un intento por endosar al PRI el monopolio de la complicidad con los cárteles.

En dependencias como la AFI y la PFP, en estados panistas como Morelos, en municipios azules como Monterrey, San Nicolás o San Pedro, o con subprocuradores que sirvieron al PAN y hoy son renteros de los narcos, aferrarse es escupir para arriba.

El color blanco del polvo terminó por igualar colores. Sean rojos, azules o amarillos. ¿Alguien se salva?

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