Pedro Echeverría V.
1. El presidente ilegítimo Calderón, de manera hábil está aprovechando todos los foros para hacer campaña. Parece que prolongará “la terrible epidemia de la influenza” -hasta por lo menos una semana antes de la elecciones del 5 de julio- para continuar su campaña política por cadena nacional gratuita o a cargo del presupuesto público. Los discursos de Calderón, además de tapar al ejército y el narcotráfico, el desempleo y la miseria, frenar las luchas sociales y por los presos políticos, están llenos de halagos a su gobierno, de justificaciones a sus políticas, de llamados al apoyo de su gestión y a la necesidad de “seguir caminando juntos”. En lugar de tontos o estúpidos, esos funcionarios panistas han sido hábiles en aprovechar todas las coyunturas que se les presentan.
2. ¿Qué podría pensarse de la idea ya difundida: que la industria farmacéutica a nivel mundial tenía hace más de dos años problemas financieros por la baja en la venta de medicamentos y que si no se creaban guerras habría que crear enfermedades para poner en marcha la economía mundial? ¿Que México fue trampolín para lanzar la enfermedad y de aquí saldrían turistas a diferentes partes del mundo, curiosamente los países que reportan enfermos que estuvieron en México, y que están reforzando su cerco sanitario son los países que integran el G7? Ahora el discurso de Calderón es "Gracias a las medidas que se tomaron a tiempo y el apoyo de la ciudadanía pudimos controlar la enfermedad". Parece que el virus jugó el papel de cortina de humo para esconder la crisis.
3. Así como subestimamos en política al ladronzuelo y “merolico” Fox, seguimos restándole méritos a los funcionarios panistas por su ignorancia política, sin tomar en cuenta su enorme capacidad en relaciones empresariales y legalismos institucionales. Es seguro que ignoran la historia, la filosofía y las artes; que nada saben de Herodoto, Platón y Tiziano; pero los panistas saben mucho de administración de empresas, de abogados empresariales y de contadurías. Y dado que esta es una sociedad capitalista de “dinero contable y sonante”, donde las grandes ideas sólo parecen bellas utopías, los priístas y los panistas –que son pragmáticos y concretos- llevan siempre las de ganar. Por eso Calderón, como su maestro Fox, sigue aprovechándose de las circunstancias.
4. En política burguesa o capitalista –que es la que siempre han practicado los partidos electoreros, en particular el PAN y el PRI- lo que cuenta son los resultados reales y concretos. Los discursos sobre grandes ideales son sólo para minorías honestas y un tanto ilustradas que suelen estancarse y decrecer. Acostumbradas las masas a tener poco o nada y a ver en la televisión lo mucho que puede comprar o tener haciendo a un lado su dignidad y su ética, son fácilmente engañadas en las campañas con unas cuantas despensas de comida, láminas de cartón o algunos kilos de cemento. Si no encontramos la manera de derrotar y enterrar esa ideología capitalista enraizada en la misma realidad que ha creado, será difícil lograr el apoyo permanente mayoritario de la población.
5. Los noticieros, comentarios, entrevistas, así como las encuestas, bien planeados, dirigidos y escogidos de la televisión y la radio, tienen un poder fundamental en los triunfos electorales del gobierno, del PAN y del PRI. Los medios encaminan de manera inteligente el rumbo de la elección y empujan los votos. Con excepción de algún candidato de un pueblito que pudiera ganar por su persona, el 99.9 por ciento obtiene votos por la presencia en los medios de su partido. El partido que gasta más millones de pesos en los medios, en la propaganda, que reparte más dinero y regalos, obtiene los votos. La democracia burguesa consiste en votar por partidos porque son éstos los que garantizan la estabilidad del sistema de explotación y opresión vigentes.
6. La mayoría de las personas del mundo se mueven en esa dinámica porque el capitalismo y su ideología individualista son muy difíciles de extirpar. El “yo hago, yo determino y yo mando”, está mucho más arraigado que cualquier pensamiento colectivo que priorice el “nosotros hacemos, juntos determinamos y en colectivo decidimos”. En la familia manda el padre y a veces la madre, en la iglesia el cura, en la escuela el maestro, en el partido la jerarquía, en la fábrica el dueño y el capataz y en política el gobierno y su mafia. Aquel planteamiento de Freire de que juntos construimos el mundo o los conocimientos, que no hay educadores y educandos, como tampoco sabios e ignorantes, no cabe en una sociedad capitalista donde los dueños de la riqueza mandan.
7. En el PRD mexicano, pienso, los seguidores de “Nueva Izquierda” u orteguistas son los mejor adaptados a la política burguesa de PAN y PRI. Al parecer, razonan de la siguiente manera: la política radical de izquierda y los lópezobradoristas están por la práctica “no civilizada” del enfrentamiento al no reconocer al presidente Calderón; nosotros, dicen, por el contrario pensamos que si queremos avanzar hacia la conquista del gobierno debemos reconocer a las instituciones, adaptarnos al pensamiento de las mayorías y hacer las “concesiones” necesarias para que los electores y los empresarios televisivos crean en nosotros. Esa es la vieja táctica de la socialdemocracia de finales del siglo XIX: lo importante es el poder, no importan los medios como se obtenga.
8. Si la izquierda social (no electoral) lucha por una sociedad justa, igualitaria y de democracia directa o autogestiva, tiene que ser congruente con sus métodos. No puede actuar con disfraces “democráticos” para obtener con métodos de “acarreo” el apoyo de gente, tal como lo hacen los partidos. El PAN y el PRI, al servicio del capitalismo internacional, están siempre dispuestos a hacer lo que fuera para conservar la fuerza y la vida del sistema de desigualdad social. No les importan las guerras, el narcotráfico, las epidemias o las enfermedades. Ellos saben, por convicción, que el dinero y el poder lo son todo. Con ellos no hay concesiones ni blandenguerías en lo económico y político. Sólo estarán dispuestos a dejar el poder cuando se les arrebate y no puedan sostenerlo.
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1. El presidente ilegítimo Calderón, de manera hábil está aprovechando todos los foros para hacer campaña. Parece que prolongará “la terrible epidemia de la influenza” -hasta por lo menos una semana antes de la elecciones del 5 de julio- para continuar su campaña política por cadena nacional gratuita o a cargo del presupuesto público. Los discursos de Calderón, además de tapar al ejército y el narcotráfico, el desempleo y la miseria, frenar las luchas sociales y por los presos políticos, están llenos de halagos a su gobierno, de justificaciones a sus políticas, de llamados al apoyo de su gestión y a la necesidad de “seguir caminando juntos”. En lugar de tontos o estúpidos, esos funcionarios panistas han sido hábiles en aprovechar todas las coyunturas que se les presentan.
2. ¿Qué podría pensarse de la idea ya difundida: que la industria farmacéutica a nivel mundial tenía hace más de dos años problemas financieros por la baja en la venta de medicamentos y que si no se creaban guerras habría que crear enfermedades para poner en marcha la economía mundial? ¿Que México fue trampolín para lanzar la enfermedad y de aquí saldrían turistas a diferentes partes del mundo, curiosamente los países que reportan enfermos que estuvieron en México, y que están reforzando su cerco sanitario son los países que integran el G7? Ahora el discurso de Calderón es "Gracias a las medidas que se tomaron a tiempo y el apoyo de la ciudadanía pudimos controlar la enfermedad". Parece que el virus jugó el papel de cortina de humo para esconder la crisis.
3. Así como subestimamos en política al ladronzuelo y “merolico” Fox, seguimos restándole méritos a los funcionarios panistas por su ignorancia política, sin tomar en cuenta su enorme capacidad en relaciones empresariales y legalismos institucionales. Es seguro que ignoran la historia, la filosofía y las artes; que nada saben de Herodoto, Platón y Tiziano; pero los panistas saben mucho de administración de empresas, de abogados empresariales y de contadurías. Y dado que esta es una sociedad capitalista de “dinero contable y sonante”, donde las grandes ideas sólo parecen bellas utopías, los priístas y los panistas –que son pragmáticos y concretos- llevan siempre las de ganar. Por eso Calderón, como su maestro Fox, sigue aprovechándose de las circunstancias.
4. En política burguesa o capitalista –que es la que siempre han practicado los partidos electoreros, en particular el PAN y el PRI- lo que cuenta son los resultados reales y concretos. Los discursos sobre grandes ideales son sólo para minorías honestas y un tanto ilustradas que suelen estancarse y decrecer. Acostumbradas las masas a tener poco o nada y a ver en la televisión lo mucho que puede comprar o tener haciendo a un lado su dignidad y su ética, son fácilmente engañadas en las campañas con unas cuantas despensas de comida, láminas de cartón o algunos kilos de cemento. Si no encontramos la manera de derrotar y enterrar esa ideología capitalista enraizada en la misma realidad que ha creado, será difícil lograr el apoyo permanente mayoritario de la población.
5. Los noticieros, comentarios, entrevistas, así como las encuestas, bien planeados, dirigidos y escogidos de la televisión y la radio, tienen un poder fundamental en los triunfos electorales del gobierno, del PAN y del PRI. Los medios encaminan de manera inteligente el rumbo de la elección y empujan los votos. Con excepción de algún candidato de un pueblito que pudiera ganar por su persona, el 99.9 por ciento obtiene votos por la presencia en los medios de su partido. El partido que gasta más millones de pesos en los medios, en la propaganda, que reparte más dinero y regalos, obtiene los votos. La democracia burguesa consiste en votar por partidos porque son éstos los que garantizan la estabilidad del sistema de explotación y opresión vigentes.
6. La mayoría de las personas del mundo se mueven en esa dinámica porque el capitalismo y su ideología individualista son muy difíciles de extirpar. El “yo hago, yo determino y yo mando”, está mucho más arraigado que cualquier pensamiento colectivo que priorice el “nosotros hacemos, juntos determinamos y en colectivo decidimos”. En la familia manda el padre y a veces la madre, en la iglesia el cura, en la escuela el maestro, en el partido la jerarquía, en la fábrica el dueño y el capataz y en política el gobierno y su mafia. Aquel planteamiento de Freire de que juntos construimos el mundo o los conocimientos, que no hay educadores y educandos, como tampoco sabios e ignorantes, no cabe en una sociedad capitalista donde los dueños de la riqueza mandan.
7. En el PRD mexicano, pienso, los seguidores de “Nueva Izquierda” u orteguistas son los mejor adaptados a la política burguesa de PAN y PRI. Al parecer, razonan de la siguiente manera: la política radical de izquierda y los lópezobradoristas están por la práctica “no civilizada” del enfrentamiento al no reconocer al presidente Calderón; nosotros, dicen, por el contrario pensamos que si queremos avanzar hacia la conquista del gobierno debemos reconocer a las instituciones, adaptarnos al pensamiento de las mayorías y hacer las “concesiones” necesarias para que los electores y los empresarios televisivos crean en nosotros. Esa es la vieja táctica de la socialdemocracia de finales del siglo XIX: lo importante es el poder, no importan los medios como se obtenga.
8. Si la izquierda social (no electoral) lucha por una sociedad justa, igualitaria y de democracia directa o autogestiva, tiene que ser congruente con sus métodos. No puede actuar con disfraces “democráticos” para obtener con métodos de “acarreo” el apoyo de gente, tal como lo hacen los partidos. El PAN y el PRI, al servicio del capitalismo internacional, están siempre dispuestos a hacer lo que fuera para conservar la fuerza y la vida del sistema de desigualdad social. No les importan las guerras, el narcotráfico, las epidemias o las enfermedades. Ellos saben, por convicción, que el dinero y el poder lo son todo. Con ellos no hay concesiones ni blandenguerías en lo económico y político. Sólo estarán dispuestos a dejar el poder cuando se les arrebate y no puedan sostenerlo.
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