Conjeturas / Álvaro Cepeda Neri
El guanajuatense (aspiraba a la sucesión panista-calderonista, pero se conformará con la candidatura a gobernador de la entidad propiedad de Fox y Mart(h)a), titular de la Secretaría de Salud Pública (lo de pública lo agrego yo, pues las tareas de salud privada están fuera de control y las maneja el casi monopolio de Olegario Vázquez Raña a través de su piadosa cadena de hospitales “Ángeles” donde cobran hasta por entrar, teniendo como gancho a los doctores); se ha hecho bolas con las cifras.
Entre los fallecidos y hospitalizados, los en consulta y sospechosos, no le salen las cuentas en sus manipuladas conferencias de información, donde no contesta las preguntas de fondo, callan a los reporteros y su director de comunicación con el de Calderón (Carlos Olmos y Maximiliano Cortázar, respectivamente) se comportan, al unísono, como enemigos de la prensa.
Igual confusión con las cifras tiene Peña Nieto quien, como Ebrard, no pierde oportunidad de protagonismo con fines electoreros, ya que suman y restan muertos y enfermos de una influenza que han convertido en más peligrosa para aterrar a la población nacional, en un casi Estado de Sitio.
Pero los trabajadores de limpia con el resto de los que laboran, los sufridos vendedores en los tianguis itinerantes, etc., andan sin la menor protección, sin cuidados médicos y enviados a la calle como si fueran inmunes al contagio. Tenemos el caso detallado por la reportera Ángeles Velasco (Excélsior: 1/V/09, diario del Vázquez Raña citado arriba, y dicen que en sociedad con la cónyuge de Fox).
Un niño internado con síntomas de influenza, convertida en epidemia, por la negligencia de los funcionarios de salud federal, y en pandemia por su exportación a otros países, fue dado por muerto el miércoles 29 de abril, en las cuentas alegres de Peña Nieto, cuando en realidad falleció hasta el jueves 30 en Chimalhuacán, municipio mexiquense, en un improvisado hospital público.
Vivo pero enfermo, al anunciarse la primera vez por boca del (des)gobernador, los familiares se enteraron por la radio. Se trasladaron al centro hospitalario a recoger el cadáver y los médicos les informaron que el niño seguía vivo, aunque grave. Ya los padres de la criatura habían llorado el deceso de su hijo. Al pasar 24 horas de la falsa noticia, entonces sí se dio parte oficial de su muerte.
Ese día el señor Peña Nieto lo volvió a contabilizar, creando una confusión más en las cifras mexiquenses. Al grado que el diputado Carlos Pérez Cuevas le llamó la atención y lo convocó a tener más orden en su protagonismo; y demandó que el recién nombrado secretario de Salud en la entidad, estuviera más atento a su trabajo, ya que en los hospitales del Estado de México (como en la capital del país) existe falta de profesionalismo, algunos se niegan a dar atención y prevalece desorganización para atajar el mal infeccioso. Como pitoniso, Peña Nieto dio por muerto a ese niño un día antes y aunque resultó cierto un día después, demuestra la frivolidad de un gobernante.
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El guanajuatense (aspiraba a la sucesión panista-calderonista, pero se conformará con la candidatura a gobernador de la entidad propiedad de Fox y Mart(h)a), titular de la Secretaría de Salud Pública (lo de pública lo agrego yo, pues las tareas de salud privada están fuera de control y las maneja el casi monopolio de Olegario Vázquez Raña a través de su piadosa cadena de hospitales “Ángeles” donde cobran hasta por entrar, teniendo como gancho a los doctores); se ha hecho bolas con las cifras.
Entre los fallecidos y hospitalizados, los en consulta y sospechosos, no le salen las cuentas en sus manipuladas conferencias de información, donde no contesta las preguntas de fondo, callan a los reporteros y su director de comunicación con el de Calderón (Carlos Olmos y Maximiliano Cortázar, respectivamente) se comportan, al unísono, como enemigos de la prensa.
Igual confusión con las cifras tiene Peña Nieto quien, como Ebrard, no pierde oportunidad de protagonismo con fines electoreros, ya que suman y restan muertos y enfermos de una influenza que han convertido en más peligrosa para aterrar a la población nacional, en un casi Estado de Sitio.
Pero los trabajadores de limpia con el resto de los que laboran, los sufridos vendedores en los tianguis itinerantes, etc., andan sin la menor protección, sin cuidados médicos y enviados a la calle como si fueran inmunes al contagio. Tenemos el caso detallado por la reportera Ángeles Velasco (Excélsior: 1/V/09, diario del Vázquez Raña citado arriba, y dicen que en sociedad con la cónyuge de Fox).
Un niño internado con síntomas de influenza, convertida en epidemia, por la negligencia de los funcionarios de salud federal, y en pandemia por su exportación a otros países, fue dado por muerto el miércoles 29 de abril, en las cuentas alegres de Peña Nieto, cuando en realidad falleció hasta el jueves 30 en Chimalhuacán, municipio mexiquense, en un improvisado hospital público.
Vivo pero enfermo, al anunciarse la primera vez por boca del (des)gobernador, los familiares se enteraron por la radio. Se trasladaron al centro hospitalario a recoger el cadáver y los médicos les informaron que el niño seguía vivo, aunque grave. Ya los padres de la criatura habían llorado el deceso de su hijo. Al pasar 24 horas de la falsa noticia, entonces sí se dio parte oficial de su muerte.
Ese día el señor Peña Nieto lo volvió a contabilizar, creando una confusión más en las cifras mexiquenses. Al grado que el diputado Carlos Pérez Cuevas le llamó la atención y lo convocó a tener más orden en su protagonismo; y demandó que el recién nombrado secretario de Salud en la entidad, estuviera más atento a su trabajo, ya que en los hospitales del Estado de México (como en la capital del país) existe falta de profesionalismo, algunos se niegan a dar atención y prevalece desorganización para atajar el mal infeccioso. Como pitoniso, Peña Nieto dio por muerto a ese niño un día antes y aunque resultó cierto un día después, demuestra la frivolidad de un gobernante.
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