Tula y pok ta pok

Índice Político / Francisco Rodríguez

No podemos negociar con aquéllos que dicen,
"lo que es mío es mío y lo que es tuyo es negociable"

John F. Kennedy

¿A QUIÉN LE
dan pan que llore? No, ciertamente, a la denominada "familia priísta" hidalguense a la que, otra vez, una administración federal panista ha brindado la oportunidad de realizar un gran negocio inmobiliario, a costa de la adquisición de terrenos ejidales de los habitantes más pobres de todo el país.

Se trata hoy de la zanahoria que el señor Felipe Calderón les ha colocado enfrente en forma de una nueva refinería en Tula, cual no ha mucho sucedió con Fox quien les pusiera adelante la construcción de un aeropuerto en Tizayuca.

Fox los engañó. No pudieron utilizar las poco más de 65 mil hectáreas que, con engaños y a precios menores que los del mercado, adquirieron para más tarde revender a precios harto inflados. No hubo aeropuerto. Se quedaron con los terrenos y ahora no saben qué hacer con ellos.

Calderón, ahora, podría estar también dándoles atole con el dedo, pues se ha filtrado que desde el inicio del proceso de selección del lugar en el que se construiría la refinería comprometida por él, mostró enojo por que Salamanca, en el panista Guanajuato, no había sido la sele escogida.

Para ello se montó la pasarela por la que desfilaron diez gobernadores. Para salir, a final de cuentas, con Tula, como la mejor opción –siempre y cuando, en 100 días, el gobierno de Miguel Ángel Osorio dé a Pemex 700 hectáreas-- y Salamanca, cual la segunda.

Hoy todo indicaría que, dentro de poco más de 90 jornadas, cuando los panistas evidencien –plena campaña electoral de descrédito al PRI de por medio— los manejos poco claros en la adquisición de esas 700 hectáreas en Tula, la opción de Salamanca será la triunfadora, pues ya ahora mismo se habla de cómo es que en la región poniente de Hidalgo se han "inflado" los precios inmobiliarios y de créditos que endeudarán todavía más a la entidad vecina del Distrito Federal.

Falta, todavía, que hagan pública la corrupción que envuelve a esos trafiques.

EL ESTADO DE Hidalgo presumía, hasta hace poco más de una década, de su endeudamiento cero. Seis años después, tras finalizar la administración de Manuel Ángel Núñez, los débitos públicos de la entidad rebasaban los mil millones de dólares. Todo por el proyecto del frustrado aeropuerto en Tizayuca que, en realidad, enmascaraba una precampaña presidencial también fallida.

Se perdieron, además, miles de hectáreas de vocación altamente agrícola, donde se sembraba, fundamentalmente, cebada forrajera, y que fueran de comuneros y ejidatarios, pero que ahora están en manos de familiares, amigos, prestanombres de los últimos ex gobernadores de la entidad, de los cuales Jesús Murillo Karam, es el emblemático.

Este mismo grupo es el que ahora lleva a cabo un montaje para consumo público. Solicitud de –más— empréstitos, para poder adquirir los terrenos, lo que sumirá a la entidad en más pobreza; supuestas negociaciones "en lo oscurito" con ejidatarios a los que ya hace tiempo coaccionaron para vender sus tierras, promesas de que ahí no habrá una repetición de lo sucedido en Atenco, cuando también ahí se pretendía construir una nueva terminal aérea para la capital nacional.

Todo ello trae a mi mente un párrafo escrito no ha mucho por mi maestro de hace tres décadas Miguel Ángel Granados Chapa:

"Cuando la corrupción señoreaba sin siquiera ser puesta en cuestión, se recitaba un dístico pretendidamente gracioso. Hablaba del abuso irrefrenable practicado en el tramo final de un gobierno. Se le llamaba, sólo para efectos de la rima, el Año de Hidalgo, en el que chinga a su madre el que deje algo. El patrimonialismo de los gobernantes priistas en esa entidad hace que no sólo por la ubicación geográfica cada vez haya más años de Hidalgo, no nada más los últimos. El gobierno de Núñez, que aspira a ser transexenal, no fue la excepción."

Lo peor es que el transexenalismo en realidad lo ejerce Jesús Murillo Karam.

Y a él y a su grupo está destinado el golpe, tras el que despúes de asestado se anunciará que es Salamanca la que se lleve la refinería.

LOS PANISTAS QUE han resultado tan buenos émulos de los priístas, no se quedan atrás en cuanto a jugosos negocios inmobiliarios. De hecho, en tratándose de business las diferencias partidarias poco importan.

Apenas a media semana, los funcionarios blanquiazules encargados de Turismo, Fonatur y de la Pofepa, Rodolfo Elizondo, Miguel Gómez Mont Ureta y Patricio Patrón Laviada, dieron el visto bueno para que el tradicional campo de golf Pok Ta Pok, en la isla de Cancún, cambiara su densidad habitacional de prácticamente una vivienda por cada una de las 57 hectáreas que este tenía, a varios miles de ellas, con lo que se incrementan los riesgos ecológicos que ya sufre la cada vez más hedionda laguna Bojórquez, tras la destrucción y relleno del manglar a través del cual aún fluye agua limpia a este espejo de agua.

¿Por qué se otorgan tales permisos que acabarán matando a la gallina de los huevos de oro turístico que es todavía Cancún?

Pues porque en el negocio inmobiliario, que contempla la erección de 2 mil 518 viviendas de las cuales cientos estarán en 5 torres de 30 pisos y en dos de cinco pisos, una zona comercial en 6.59 hectáreas que alcanzará hasta 6 niveles, un hotel de 276 habitaciones en 10 pisos y 45 viviendas multifamiliares y 19 unifamiliares frente al mar, están metidos apellidos tales como Mouriño, Gamboa, Loret de Mola y, entre otros, el de William Karam, ex dentista y burlador de Carlos Cabal.

Priístas y panistas. Salinistas y ex salinistas. No importan las ideologías, mientras las carretonadas de billetes verdes están de por medio, cual lo ejemplifica la entusiasta y nada desinteresada participación en el negocio del alcalde de Benito Juárez, Gregorio Sánchez, del PRD de "Los Chuchos".

Son muchos miles de millones de dólares los que ya se han invertido en la adquisición del campo de golf, hasta hace poco propiedad de un consorcio japonés denominado Hazama. Y muchísimos más los que habrán de necesitarse para la construcción de esta obra. Billetes verdes. Rechinando de limpios. ¿Lavados y planchados?

Índice Flamígero: Por favor, sea usted quien interprete la siguiente información. Tradicionalmente, el gobierno anfitrión paga los gastos de sus ilustres huéspedes extranjeros. No sucedió así en la reciente visita del presidente estadounidense Barack Obama, pues la Casa Blanca fue enfática en no permitir que los recursos destinados a cubrir su estancia aquí los pagara el contribuyente mexicano. La Administración de Calderón sólo gastó en la cena ofrecida al dignatario en el Museo de Antropología. ¡Ah, y en la pintura vegetal de color verde con la que se tiñeron los prados de Los Pinos!

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