Trousers y pantalones

Índice Político / Francisco Rodríguez

El avaro visita su tesoro por traerle a la memoria
que es su dueño, carcelero de su moneda.

Francisco de Quevedo y Villegas

UN VIEJO CHISTE
daba cuenta de cómo en su primera visita a la Casa Blanca, el entonces Presidente Luis Echeverría Álvarez habría sido advertido por alguno de sus asistentes de que, antes de ingresar al Despacho Oval, se bajara los pantalones.

-- ¿Tan grave está la situación con los gringos?, –habría preguntado quien inició el crecimiento desbordado de la deuda externa mexicana--. ¿Tanto así les debemos?

-- No, señor Presidente –respondería el comedido attaché--, lo que pasa es que, tras lustrar sus zapatos, el bolero le dejó dobladas las valencianas.

Llega hoy, de entrada por salida, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y en términos recién referidos por el líder senatorial Manlio Fabio Beltrones, encuentra al ocupante de Los Pinos, Felipe Calderón, con los pantalones desfajados.

Tal no molestará al visitante, quien durante su campaña electoral declaró a la cadena de televisión MTV, no estar en contra de los jóvenes que han adoptado la moda de usar sus trousers o slacks a media nalga, mostrando sus coloridos boxers. "Pienso que aquellos que están preocupados por aprobar una ley en contra la gente que usa sagging pants pierden el tiempo… Los ‘hermanos’ –refiriéndose a la muchachada afroamericana— caminan por las calles mostrando su ropa interior y, ¿qué hay de malo en ello? ¡Vamos! Hay otros temas que debemos encarar… aunque ello no signifique que estos cuates –folks, en inglés— no puedan tener algún sentido de respeto, pues hay a quienes no les gusta ver la ropa interior de los demás. Y yo soy uno de ellos."

A fajarse los pantalones, se ha dicho. A mister Obama no le gusta andar viendo los calzones de aquellos con quienes se encuentra… lo que ciertamente debe ser un alivio para todos los mexicanos. ¡Uf!

Llega hoy Obama a una Nación calificada por los académicos, políticos y militares de su país cual "un Estado fallido". La calificación, justa o injusta, permanece no obstante los aparentes buenos resultados de la "Operación Cicatriz" --o apenas un comedido "sana, sana, colita de rana"-- que recién vino a aplicar aquí su secretaria de Estado, Hillary Clinton.

Y como apenas ha dicho alguien por ahí, la mejor prueba de que tal valoración prevalece es el exagerado operativo de seguridad que el Servicio Secreto estadounidense, auxiliado –auxiliado, sí-- por elementos del Estado Mayor Presidencial y policías federales y capitalinas, ha montado en apenas una milla cuadrada, de donde ni por asomo saldrá don Barack. Aún por aire, en sus traslados, será escoltado por helicópteros con matrícula de EU.

Más que precavidos, los encargados de la seguridad de Renegade –el nombre clave asignado a Barack Obama--, han desplegado medidas extremas pues se saben en el corazón de un país cuya administración no sólo ha perdido el control de considerables partes del territorio, sino que además presumen de ello.

¿Helicópteros con misiles custodiando a aquél en el que esta tarde trasladará al huésped del aeropuerto al hotel Presidente Intercontinental? ¿Por qué no si, con su proverbial sentido de oportunidad, los cuarteles de la llamada "guerra al narcotráfico" han dado a conocer el aseguramiento de un vehículo pick up, en cuya batea está montada una ametralladora de alto calibre (.50mm) capaz de derribar a una nave aérea? ¿Es la única de su tipo? ¿Cuántas más hay por ahí, sin haber sido "aseguradas"?

Cientos de agentes del Secret Service –no es exageración— patrullando las calles de Polanco? ¿Por qué no si las autoridades capitalinas consideran a esa señorial colonia más peligrosa aún que Tepito y no sólo por los asaltantes del fuero común, sino por ser la zona en la que los narcos y sus familias, avecindadas en el poniente de la ciudad, realizan su shopping de joyas, accesorios y ropa de marca, a ciencia y paciencia de las autoridades federales?

La visita de escasas horas del presidente estadounidense ha conseguido dar seguridad –exagerada o no-- al área en la que Renegade desarrollará sus actividades. Algunos se han fajado aquí los pantalones, pues

Pero, ¿qué sucederá en cuanto Obama aborde el Air Force One para dirigirse a la reunión continental de Puerto España?

Volverán a la laxitud. Desfajarán sus pantalones, sin considerar que, como al visitante, tampoco a los contribuyentes mexicanos nos gusta andar viéndoles los calzones.

Índice Flamígero: Otro desfajado: "No más palabras, no más planes, no más palmaditas en la espalda como las que yo recibí durante seis años. Hay que actuar, es tiempo de acción", dijo apenas el protagónico Vicente Fox en una entrevista con la cadena de televisión CNN, enmarcada en la visita de Obama a México. ¿De verdad esas palmaditas fueron en la espalda? ¿O más abajo?

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