Sin bloqueos y paralización las marchas son pura ficción

Pedro Echeverría V.

1. Hemos realizado en la ciudad de México y el resto del país millones de marchas o manifestaciones masivas de trabajadores. Hubo un tiempo, pero hace muchos años, que sí fueron tomadas en cuenta y contribuyeron al despertar de la conciencia cívica. Nadie puede negar la importancia de larga marcha de los trabajadores de Nueva Rosita en 1952, las manifestaciones de estudiantes y profesores en las inmediaciones del Casco de Santo Tomás y la Nacional de maestros, las marchas de ferrocarrileros en Puente de Alvarado y la avenida Hidalgo, las concentraciones de médicos en el Zócalo, las grandes marchas estudiantiles de 1968 y las de obreros y sectores populares recientes en el Paseo de la Reforma, en Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Morelos.

2. Sin embargo, si las analizamos bien, puede decirse que contribuyeron al desarrollo general de la conciencia de los oprimidos, pero todos (o casi todos) los movimientos fueron derrotados. La clase gobernante (antes) se preocupaba por las concentraciones de protesta; hoy, de tanto repetirse y por sólo durar un pequeño lapso de tiempo de dos o tres horas, sólo les sirven las marchas y mítines para decir que “en México se respetan las libertades”. Nuestros presos políticos (absolutamente inocentes) siguen en las cárceles; la secretaría del Trabajo golpea a los mineros, Calderón hipoteca más a México con préstamos, la devaluación del peso es gigantesca, el desempleo se agudiza, la concentración de la riqueza y salarios a funcionarios son una mentada de madre.

3. Pareciera que la burguesía dominante se burla de los indígenas, de los campesinos, obreros, sectores populares. Los gobiernos actúan sin consultar y hacen lo que les venga en gana. Los partidos establecen acuerdos y alianzas para seguir en el poder. La concentración de la riqueza es cada vez mayor, los servicios de salud y de educación son cada vez más deficientes y hasta escasos y, ante las protestas, los gobernantes se ríen porque éstas no llegan a más: tres o diez discursos repetitivos y de allí no pasan. Se observa un gran cansancio y desanimo entre los asistentes porque nada se logra. Los jóvenes aguerridos anarcos que buscan radicalizar los actos bloqueando y pintando paredes son sermoneados, acusados de provocadores y hasta desconocidos.

4. Los discursos en los mítines de protesta comienzan a ser lastimosos, vergonzosos, repetitivos, fastidiosos; quizá la gente empieza a cansarse de acudir a actos “de protesta y lucha” que van convirtiéndose en más de lo mismo: en algo así como ir a misa los domingos, en un divertimento. Incluso, para que la gente asista, se les dice que sólo durarán dos o tres horas. ¿Qué pasaría si las preparamos para estar dos o tres días bloqueando varias carreteras claves, cinco casetas, diez bancos, la avenida reforma, con el fin de paralizar la ciudad a cambio de que salgan de la cárcel todos los presos políticos y el ejército de los estados de la República? La burguesía gobernante y empresarial, así como los medios de información, se pondrían rabiosos, pero, ¿se podría esperar otra cosa?

5. Si, también se podría esperar al ejército disfrazado de policía y al mismo ejército sin disfraz; pero ni modo, son los gajes del oficio. No podría llevar a la cárcel a todos, aunque sí a muchos; pero si repetimos las acciones pronto se dará cuenta la burguesía que son las masas rebeldes las que deben mandar en este país. A esto se llama lucha de clases porque los explotados y oprimidos se darían cuenta de quiénes son sus enemigos y contra quiénes hay que luchar de manera consecuente. Más ahora que se pretenden prohibir o reglamentar las protestas. Quizá las pongan a las 12 de la noche y en las calles o carreteras donde nadie se entere; o quizá construyan un marchódromo entre muros donde “los rebeldes” desahoguen sus furias tirándole al blanco o al negro.

6. Los partidos políticos, incluyendo al PRD, están ya muy puestitos a reglamentar las marchas, plantones, mítines y manifestaciones; los empresarios y gobernantes, así como los medios de información están muy listos para aplaudirlos. ¿Saldrán los jóvenes, los verdaderos luchadores sociales, a las marchas arregladas, controladas, acordadas, que sólo servirán para domesticar más a la gente? Al parecer esos acuerdos, como la llamada “Iniciativa Mérida” y el ejército en las calles, son una provocación, un reto de la clase dominante hacia el pueblo para ver si éste es capaz de responder de otra manera. Esa provocación y ese reto han hecho surgir movimientos armados y seguramente harán aparecer secuestros políticos para intercambiar con presos.

7. La situación económica del país ha sido grave, por lo menos desde la década de los ochenta, desde las grandes inflaciones, devaluaciones y endeudamientos de los gobiernos neoliberales de De la Madrid y Salinas hasta el de Calderón, pasando por Zedillo y Fox. Pero debe reconocerse que esos gobiernos han demostrado gran habilidad para engañar y manipular a la población al mismo tiempo que para absorber a las llamadas “oposiciones”. ¿Cuántos izquierdistas se vendieron a la primera de cambio? Si en los sesenta y setenta hubo una oposición de izquierda en escuelas y sindicatos a partir de los años ochenta ésta comenzó a convertirse en “oposición” socialdemócrata integrada al poder. Si antes éramos mil “apocalípticos” hoy son 10 mil integrados.

8. Los partidos políticos, metidos hasta el cuello en la defensa de sus privilegios y espacios de gobierno, han votado incluso los entrenamientos de militares mexicanos en territorio y bajo órdenes del ejército yanqui. Sólo les falta autorizar que se trasladen los soldados a Afganistán, Irak o Palestina para defender a la bandera de los EEUU. La pregunta siguiente podría ser: ¿Cuándo los legisladores autorizarán bases militares gringas en el país o en la región y cuándo el gobierno de Calderón comenzará a convocar a la construcción de refugios subterráneos en México para resguardarse de los próximos bombardeos de “los enemigos del país”? Así como van las cosas es probable que la llamada persecución contra el narcotráfico sea en la realidad un gran entrenamiento milico.

9. ¿Por qué en vez de cien marchas limitadas a tres horas que más parecen “paseíllos” no preparamos acciones permanentes, muy contundentes, que paralicen ciudades? Y si estas acciones fuertes no se pueden ahora porque las organizaciones todavía no están maduras para arriesgar sus liderazgos o caudillismos, ¿por qué no trabajar en serio en ellas para evitar que la gente se canse de tantos mítines casi inútiles? Quizá hay que poner a prueba la inteligencia y la honestidad de los más valiosos luchadores sociales para lograr acciones unidas y fuertes que logren que la clase dominante retroceda. Todo lo demás podrían ser autojustificaciones para no entrarle en serio a las tareas que en este momento corresponden. ¿O mejor nos dedicamos a votar en las elecciones para cambiar en mundo en el siglo XXII?

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