Vicky Peláez (ELDIARIO, Nueva York)
Estábamos acostumbrados al colonialismo vulgar. Ahora tenemos uno más sofisticado llamado ‘reconstrucción’ (Shalman Guttal).
La puesta en marcha del Plan México o Plan Mérida por el Congreso norteamericano, y el nombramiento como embajador del cubano americano Carlos Pascual -uno de los mejores expertos en “estados fallidos”- significa el inicio oficial de la nueva fase de expansión del dominio norteamericano en América Latina. El petróleo mexicano, cuyas reservas durarán no menos de 100 años con los descubrimientos en el Golfo de México, es demasiado importante para la seguridad energética del Gran Patrón que decidió establecer ya, el control sobre el Estado mexicano y sus instituciones claves: las fuerzas armadas, policía, poder judicial y el servicio de inteligencia.
Desde este punto de vista, el Plan México es mucho más complejo y ambicioso que el Plan Colombia, pues plantea la implantación del Plan Patriota norteamericano. Para lograr esto Estados Unidos está utilizando toda clase de pretextos creíbles y no creíbles, el último fue decir que ¡Hezbolá del Libano está operando en la frontera de México!.
Entristece la historia moderna de México. Fue símbolo de la independencia para todo el continente desde su revolución en 1910, hasta los años 1980. Quién no se acuerda del apoyo que brindó a los republicanos españoles y a los exiliados políticos latinoamericanos. Fue el único opositor al bloqueo norteamericano a Cuba y fue transmisor de la chispa de rebeldía. Sin embargo, aquel México empezó a desaparecer en los años 1980, cuando Estados Unidos se preocupó seriamente sobre su seguridad energética y se aseguró de controlar las finanzas de su vecino por medio de géneros préstamos.
El Tratado de Libre Comercio (NAFTA) entre EE.UU., Canadá y México en 1994, facilitó el dominio estadounidense sobre la economía mexicana. Desde entonces comenzó un dramático proceso del empobrecimiento de México, desmantelamiento de su Estado y el crecimiento del narcotráfico que llegó a salir del control del Estado al crear una fuerza paramilitar de unas 100,000 personas. La seguridad y la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo dieron un nuevo pretexto para la expansión del dominio. En el 2005 se formó la Asociación para Prosperidad y Seguridad que tenía que ser “fortalecida” a través de la militarización del país en forma del Plan México.
El nuevo embajador Carlos Pascual, que viene con el Plan México se ubica fácilmente en la ecuación: “el mensajero es el mensaje”. De acuerdo al libro de Naomi Klein “The Shock Doctrine”, Pascual es uno de los “arquitectos de la Terapia de Choque que terminó con las economías de los países en desarrollo. Fue parte de la ‘Revolución Naranja’ en Ucrania y desde el 2004 Coordinador de la Oficina de Reconstrucción y Estabilización del Departamento de Estado. Creó planes para 25 países entre ellos Irak, Afganistán, Sudán, Cuba etc. Su idea es remodelar los países de pies a cabeza, “cambiar la fábrica social de cada país”, “terminar con el sector estatal de la economía teniendo en cuenta que a veces reconstruir implica destruir todo lo viejo”.
El mundo sabe cómo el Gran Patrón “reconstruye” Irak y Afganistán, por eso asusta que Pascual haya dicho en uno de sus discursos que “tenemos contratos preelaborados para reconstruir países que todavía no están rotos”. ¿Será México uno de estos países?.
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Estábamos acostumbrados al colonialismo vulgar. Ahora tenemos uno más sofisticado llamado ‘reconstrucción’ (Shalman Guttal).
La puesta en marcha del Plan México o Plan Mérida por el Congreso norteamericano, y el nombramiento como embajador del cubano americano Carlos Pascual -uno de los mejores expertos en “estados fallidos”- significa el inicio oficial de la nueva fase de expansión del dominio norteamericano en América Latina. El petróleo mexicano, cuyas reservas durarán no menos de 100 años con los descubrimientos en el Golfo de México, es demasiado importante para la seguridad energética del Gran Patrón que decidió establecer ya, el control sobre el Estado mexicano y sus instituciones claves: las fuerzas armadas, policía, poder judicial y el servicio de inteligencia.
Desde este punto de vista, el Plan México es mucho más complejo y ambicioso que el Plan Colombia, pues plantea la implantación del Plan Patriota norteamericano. Para lograr esto Estados Unidos está utilizando toda clase de pretextos creíbles y no creíbles, el último fue decir que ¡Hezbolá del Libano está operando en la frontera de México!.
Entristece la historia moderna de México. Fue símbolo de la independencia para todo el continente desde su revolución en 1910, hasta los años 1980. Quién no se acuerda del apoyo que brindó a los republicanos españoles y a los exiliados políticos latinoamericanos. Fue el único opositor al bloqueo norteamericano a Cuba y fue transmisor de la chispa de rebeldía. Sin embargo, aquel México empezó a desaparecer en los años 1980, cuando Estados Unidos se preocupó seriamente sobre su seguridad energética y se aseguró de controlar las finanzas de su vecino por medio de géneros préstamos.
El Tratado de Libre Comercio (NAFTA) entre EE.UU., Canadá y México en 1994, facilitó el dominio estadounidense sobre la economía mexicana. Desde entonces comenzó un dramático proceso del empobrecimiento de México, desmantelamiento de su Estado y el crecimiento del narcotráfico que llegó a salir del control del Estado al crear una fuerza paramilitar de unas 100,000 personas. La seguridad y la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo dieron un nuevo pretexto para la expansión del dominio. En el 2005 se formó la Asociación para Prosperidad y Seguridad que tenía que ser “fortalecida” a través de la militarización del país en forma del Plan México.
El nuevo embajador Carlos Pascual, que viene con el Plan México se ubica fácilmente en la ecuación: “el mensajero es el mensaje”. De acuerdo al libro de Naomi Klein “The Shock Doctrine”, Pascual es uno de los “arquitectos de la Terapia de Choque que terminó con las economías de los países en desarrollo. Fue parte de la ‘Revolución Naranja’ en Ucrania y desde el 2004 Coordinador de la Oficina de Reconstrucción y Estabilización del Departamento de Estado. Creó planes para 25 países entre ellos Irak, Afganistán, Sudán, Cuba etc. Su idea es remodelar los países de pies a cabeza, “cambiar la fábrica social de cada país”, “terminar con el sector estatal de la economía teniendo en cuenta que a veces reconstruir implica destruir todo lo viejo”.
El mundo sabe cómo el Gran Patrón “reconstruye” Irak y Afganistán, por eso asusta que Pascual haya dicho en uno de sus discursos que “tenemos contratos preelaborados para reconstruir países que todavía no están rotos”. ¿Será México uno de estos países?.
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