Obama, sin estrategia

Dolia Estévez

Esta semana, cuando visite México y Trinidad y Tobago, Obama no hará propuestas paradigmáticas o visionarias. John F. Kennedy, con su Alianza para el Progreso y los Cuerpos de Paz, fue el último Presidente estadounidense con una estrategia de largo alcance para la región, aun cuando, cabe decir, haya nacido de la necesidad de combatir la expansión comunista.

El viaje de Obama se desarrollará principalmente en el ámbito de las percepciones; rico en formas y escaso en sustancia. Será un éxito si logra convencer a sus interlocutores de que su gobierno tiene el compromiso político de reparar las dañadas relaciones con Latinoamérica, después de ocho años de desavenencias y confrontaciones ideológicas con George W. Bush y de que, a diferencia de su antecesor, sabe escuchar, respetar y reconocer errores.

México, por la relación especial que la vecindad impone, ejemplifica ese cambio en las formas del nuevo líder. Mientras que Bush nunca visitó la Ciudad de México y Bill Clinton lo hizo en el quinto año de su mandato, Obama lo hará en los primeros 100 días. Ningún antecesor suyo ha viajado al Distrito Federal en los albores de su gestión. De hecho, en 100 años, sólo cinco han pisado suelo de la capital mexicana: Truman (1947); Kennedy (1962); Johnson (1966); Carter (1979) y Clinton (1997). El resto ha preferido los ranchos y las playas mexicanas.

Pese al innegable valor simbólico del viaje, la agenda mexicana de Obama no contiene nada novedoso. Más bien, el tema central es herencia de su antecesor: cooperación antinarcóticos a través de la Iniciativa Mérida. Si bien Obama ha intensificado y ampliado la coordinación bilateral para reducir el flujo de armas de alto poder de Norte a Sur, su gobierno se opone a reimponer la prohibición en la venta de armas de asalto que venció en 2004. Hacerlo implicaría confrontar al poderoso lobby armamentista. En otros aspectos, concretamente el acceso de los camiones a EU, Obama representa un retroceso. Bajo la presión del sindicato de los Teamsters, no hizo nada por impedir que el Congreso aniquilara el programa piloto del autotransporte, perpetuando así 14 años de violaciones al TLCAN. El compromiso de Obama con México toca fondo cuando contraviene intereses electoreros de la política interna de EU.

COOPERACIÓN ENERGÉTICA

Con el interés de avanzar en la agenda de cooperación energética, tema que Obama y Calderón atribuyen gran importancia, la secretaria de Energía, Georgina Kessel, visitó Washington el 6 de abril. Acompañada del embajador Arturo Sarukhan, Kessel se entrevistó con su homólogo Steven Chu, Premio Nobel de Física (1997). Acordaron impulsar conjuntamente acciones de promoción de energía renovable en la lucha para mitigar el cambio climático y reactivar la agenda del Grupo Trilateral de Energía de América del Norte. Kessel también se refirió al interés de iniciar la explotación de yacimientos petroleros fronterizos.

Kessel inició la jornada con un desayuno con expertos entre los que destacan: John Negroponte (ex Embajador en México); Fred Bergstein (Instituto de Economía Peterson); Sidney Weintraub (CSIS); Eric Farnsworth (Consejo de las Américas); Clyde Prestowitz (Instituto de Estrategia Económica); Bernie Aranson (Poisidon); Cris Arcos (ex subsecretario adjunto de Seguridad Interna); Deborah Wince-Smith (Council on Competiveness); Phillip Sharp (Resources for the Future); Karen Harbert (Institute for 21st Century Energy); y Kent Hughes (Wilson Center).

EMBAJADOR PALOMEADO

Después de tres semanas, el gobierno de Calderón finalmente concedió el beneplácito para Carlos Pascual, el experto sobre Estados fallidos designado Embajador en México por la administración Obama. En una muestra más de la prioridad del caso mexicano, Pascual es apenas el segundo nombramiento de Embajador que hace Obama. El primero fue a Iraq. De no haber contratiempos en la ratificación por el Senado de EU, estaría viajando a la capital mexicana (se cree que por primera vez) a principios o mediados de mayo.

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