Confusión y pugnas en el GDF
Ciudad Perdida / Miguel Ángel Velázquez
Parece un sinsentido, una dolorosa confusión, por decir lo menos, o hasta peor: un engaño, y si así fuera sería realmente imperdonable. El sábado pasado la Secretaría de Gobierno del DF, que encabeza José Ángel Ávila, dio a conocer mediante un pequeño anuncio que los bares, restaurantes, antros y demás lugares de reunión pública serían cerrados al público. La fecha en que terminaría la medida no quedó aclarada porque el anuncio refería una que no consignaba el documento.
El lunes anterior, el secretario de Finanzas del gobierno de la ciudad, Mario Delgado, aseguró que la actividad económica en la ciudad no se paralizaría, pero después, por ahí de las 20:00 horas, luego de una reunión entre Marcelo Ebrard y los miembros de la cúpula empresarial del DF, se llegó al "acuerdo" de que 35 mil establecimientos mercantiles, léase restaurantes, bares, etcétera, tendrían que dejar de vender debido a la emergencia sanitaria que se vive en la capital, y en casi todo el país.
La aparente contradicción –es de esperarse que de inmediato se dé una explicación seria al respecto– parte de la idea, muy clara, de que esta ciudad asienta sus bases económicas en los servicios, esos que prestan, en buena parte, los establecimientos mercantiles, que a partir de ya deberán cerrar sus puertas, y de la oposición manifiesta de la Secretaría de Finanzas del DF de no tocar al mercado.
Parecería entonces que el ya muy largo pleito entre los más cercanos colaboradores del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, se desbordó. La rivalidad entre Ávila y Delgado, bastante conocida en el entorno de la jefatura de Gobierno, puede ser el motivo del aparente desatino, y de ser así sería un error mucho muy grave de ambos lados, pero esto que decimos, por atroz, no debemos tenerlo en cuenta.
De cualquier forma hay confusión en esto del cierre de los establecimientos mercantiles. Como decíamos arriba, el primer intento por cerrar los bares, restaurantes y demás se hizo mediante un acuerdo publicado el domingo pasado. Ayer lunes se publicó otro con el mismo enunciado: "Acuerdo de suspensión de actividades en los establecimientos mercantiles ubicados en las delegaciones del Distrito Federal". En el primero se instruye a los delegados para que ordenen la suspensión de actividades, en el segundo se ordena, nada más, la suspensión, es decir, ya no se deja en manos de los delegados el cierre de los llamados establecimientos, sólo se les pide supervisar que la orden se cumpla. De la misma manera, en el que se publicó el lunes se "abroga" el acuerdo del 24 de abril por el cual los comederos y demás no serían tocados por la clausura debido a la crisis económica.
Se agrega también que los restaurantes podrán vender los alimentos preparados siempre que no se ingieran en las instalaciones, es decir, de lo que se trata es de que la gente no esté junta, para evitar las transmisión del virus.
Es necesario decir que ni el lunes ni el martes se cerraron los establecimientos mercantiles. Si bien el lunes sólo algunos acataron el acuerdo, para el martes ya casi nadie hizo caso de la medida, esto, tal vez porque las palabras de Mario Delgado no precisaron a qué giros del mercado se refería cuando señaló que la actividad económica no se detendría. Total, ¿a quién tenemos que hacerle caso? ¿Verdad que la confusión es criminal? Que nos expliquen.
Sea como sea, tenemos que señalar que si las medidas que se han tomado han servido, todos deberíamos de seguir acatándolas, aunque en este momento parezcan extremas.
De pasadita
¿Y entonces de qué murió el muerto? Ahora resulta que los más de un centenar de fallecimientos no eran los que se nos dijo que eran, y los que dejaron esta vida fue porque les tocaba, nada que ver con la extraña enfermedad que ha vaciado la ciudad y ha creado olas de pánico, alimentadas por los anuncios ¿catastrofistas? que nos recetaron noche y día, en cadena nacional, las autoridades federales. Bien, si la idea era confundir a la gente, ya lo lograron, y si la intención era mantener vivo el sistema de terror, también lo lograron, y si todo esto es verdad, a ver quién les cree cuando las cosas se pongan difíciles. Esto también lo lograron. El saldo de esta ¿tragedia? seguramente les será desfavorable, cuando menos.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Ciudad Perdida / Miguel Ángel Velázquez
Parece un sinsentido, una dolorosa confusión, por decir lo menos, o hasta peor: un engaño, y si así fuera sería realmente imperdonable. El sábado pasado la Secretaría de Gobierno del DF, que encabeza José Ángel Ávila, dio a conocer mediante un pequeño anuncio que los bares, restaurantes, antros y demás lugares de reunión pública serían cerrados al público. La fecha en que terminaría la medida no quedó aclarada porque el anuncio refería una que no consignaba el documento.
El lunes anterior, el secretario de Finanzas del gobierno de la ciudad, Mario Delgado, aseguró que la actividad económica en la ciudad no se paralizaría, pero después, por ahí de las 20:00 horas, luego de una reunión entre Marcelo Ebrard y los miembros de la cúpula empresarial del DF, se llegó al "acuerdo" de que 35 mil establecimientos mercantiles, léase restaurantes, bares, etcétera, tendrían que dejar de vender debido a la emergencia sanitaria que se vive en la capital, y en casi todo el país.
La aparente contradicción –es de esperarse que de inmediato se dé una explicación seria al respecto– parte de la idea, muy clara, de que esta ciudad asienta sus bases económicas en los servicios, esos que prestan, en buena parte, los establecimientos mercantiles, que a partir de ya deberán cerrar sus puertas, y de la oposición manifiesta de la Secretaría de Finanzas del DF de no tocar al mercado.
Parecería entonces que el ya muy largo pleito entre los más cercanos colaboradores del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, se desbordó. La rivalidad entre Ávila y Delgado, bastante conocida en el entorno de la jefatura de Gobierno, puede ser el motivo del aparente desatino, y de ser así sería un error mucho muy grave de ambos lados, pero esto que decimos, por atroz, no debemos tenerlo en cuenta.
De cualquier forma hay confusión en esto del cierre de los establecimientos mercantiles. Como decíamos arriba, el primer intento por cerrar los bares, restaurantes y demás se hizo mediante un acuerdo publicado el domingo pasado. Ayer lunes se publicó otro con el mismo enunciado: "Acuerdo de suspensión de actividades en los establecimientos mercantiles ubicados en las delegaciones del Distrito Federal". En el primero se instruye a los delegados para que ordenen la suspensión de actividades, en el segundo se ordena, nada más, la suspensión, es decir, ya no se deja en manos de los delegados el cierre de los llamados establecimientos, sólo se les pide supervisar que la orden se cumpla. De la misma manera, en el que se publicó el lunes se "abroga" el acuerdo del 24 de abril por el cual los comederos y demás no serían tocados por la clausura debido a la crisis económica.
Se agrega también que los restaurantes podrán vender los alimentos preparados siempre que no se ingieran en las instalaciones, es decir, de lo que se trata es de que la gente no esté junta, para evitar las transmisión del virus.
Es necesario decir que ni el lunes ni el martes se cerraron los establecimientos mercantiles. Si bien el lunes sólo algunos acataron el acuerdo, para el martes ya casi nadie hizo caso de la medida, esto, tal vez porque las palabras de Mario Delgado no precisaron a qué giros del mercado se refería cuando señaló que la actividad económica no se detendría. Total, ¿a quién tenemos que hacerle caso? ¿Verdad que la confusión es criminal? Que nos expliquen.
Sea como sea, tenemos que señalar que si las medidas que se han tomado han servido, todos deberíamos de seguir acatándolas, aunque en este momento parezcan extremas.
De pasadita
¿Y entonces de qué murió el muerto? Ahora resulta que los más de un centenar de fallecimientos no eran los que se nos dijo que eran, y los que dejaron esta vida fue porque les tocaba, nada que ver con la extraña enfermedad que ha vaciado la ciudad y ha creado olas de pánico, alimentadas por los anuncios ¿catastrofistas? que nos recetaron noche y día, en cadena nacional, las autoridades federales. Bien, si la idea era confundir a la gente, ya lo lograron, y si la intención era mantener vivo el sistema de terror, también lo lograron, y si todo esto es verdad, a ver quién les cree cuando las cosas se pongan difíciles. Esto también lo lograron. El saldo de esta ¿tragedia? seguramente les será desfavorable, cuando menos.
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