La otra epidemia

Índice Político / Francisco Rodríguez

La salud sin riqueza equivale a media enfermedad

La Rouchefoucauld

LA INFLUENZA PORCINA
revela al mundo la faz de la otra epidemia que padece México: 7 de cada 10 de sus habitantes viven en la pobreza, 5 de cada 10 en la miseria. Este abandono en que se encuentra la mayoría de los mexicanos, en hábitats insalubres, sin créditos para la producción, con cada vez menos oportunidades de educación, salud y empleo, con viviendas donde hay hacinamiento y promiscuidad, sin ingresos o con salarios indignos… todo ello es caldo de cultivo para todas las epidemias, conocidas y desconocidas.

Problemas cotidianos como la inseguridad ciudadana y problemas graves y en aumento como el narcotráfico, pese a "la guerra" declarada en contra de esta actividad, además de los graves problemas económicos cual el desempleo –que no es de hoy-- y el estancamiento están directamente asociados a esta plaga social.

De lo que hay que estar claros es de que cuando se habla de pobreza en México, el problema no es la falta de recursos. Los recursos existen, pero el bloqueo a su uso racional se encuentra en el interior del sistema político.

La insensibilidad de nuestro sistema político para resolver los problemas nacionales causa estupor a cualquier observador extranjero. Una ojeada a las actuaciones de los políticos da la sensación de estar ante seres dominados por el cortoplacismo y la contingencia. Esta impresión se acentúa hoy mismo. A pesar de la alarma sanitaria, del deterioro de la economía, del descontento y los reclamos de los productores y de una creciente desestabilización, la clase política permanece ensimismada en enigmáticos juegos de poder donde los aliados de ayer se convierten en sólo unos días en los enemigos de hoy, sin que exista certeza de que amanecerán mañana en la misma alianza o en una nueva. Lo que ayer parecía imposible, hoy resulta permisible. Lo sólido se evapora y el azar es la única certeza que se puede prever en la vida política mexicana, sumida en juegos electorales, de poder, y nada más.

Aparentemente, los diferentes actores políticos padecen de una epidemia de inconstancia y no encuentran sosiego en nada de lo que se proponen. Lo peor es que lo que se proponen parecen acometerlo con frivolidad, sin pasión ni amor por su trabajo y sin compasión por los problemas que más preocupan a la sociedad entre la que buscan a sus electores: pobreza, empleo, seguridad ciudadana, salud, educación... La esperanza de que México puede "vivir mejor".

No hay que engañarse. Este comportamiento errático de los políticos pese a lo impredecible de sus jugadas y a la eficacia de éstas para alcanzar sus propósitos gravita alrededor de un núcleo de intereses muy definido. La inestabilidad del actual sistema político, la falta de principios de sus actores y lo aleatorio de sus comportamientos, están vinculados al "pecado original" de "la transición": la incapacidad del panismo por dotarse de instituciones democráticas capaces de empezar a resolver los problemas básicos del país. Felipe Calderón, como lo hizo Fox en su sexenio, continúa operando al estilo priísta de dizque gobernar.
Lo que existe y lo que se resiste a ser cambiado, es un presidencialismo a ultranza que posibilita la impunidad y la depredación de los recursos públicos y que hace de la corrupción a partir de la política un modo de vida.

En México, la democratización ha tenido que coexistir con un grado considerable de polarización del sistema político. El presidencialismo resultó útil al priísmo para desprenderse de la base política y social que durante 70 años lo mantuvo en el poder. Paradójicamente, "el movimiento revolucionario", desmovilizó a la sociedad. El gobierno tricolor de siete décadas recurrió, para funcionar, a un uso selectivo de la cooptación, del clientelismo, de los "cañonazos" y de la corrupción. Hace lo mismo hoy el PAN, también para compensar esta debilidad congénita: su desprecio al pueblo o a la sociedad.

Y como las municiones de los "cañonazos" las sacan los políticos de los bienes del Estado, del mal uso de la cooperación y créditos externos y del sacrificio que impone a la población… no puede, obviamente, combatir la pobreza ni reactivar la producción, porque los recursos para el gasto social y para las inversiones son sistemáticamente mermados por las mafias estatales y las redes privatizadoras.

Índice Flamígero: Prioridades son prioridades. El IFE ya anunció que el proceso electoral sigue en marcha. Un "patógeno" que, por supuesto, habría que aislar, pues miles de millones de pesos del erario, están destinados al "juego" comicial –para que todo siga igual--, cuyos resultados son, desde ahora, más que previsibles: ganará el abstencionismo, cual muestra de rechazo a la "política" en general. Hay hartazgo.

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