- Calderón, seis años después
- "Catarrito" y "gripa", de gira
Carlos Fernández-Vega
Pues nada, que al "catarrito" y a la "gripa" no les quedó otro remedio que tocar a la puerta del Fondo Monetario Internacional, porque esta economía "sólida", "pujante", de "gran calado" y que "nunca más" registraría una crisis, de plano no da para más: en su periplo londinense, el inquilino de Los Pinos anunció que solicitará una línea de crédito al FMI por 30 mil o 40 mil millones de dólares, lo que de entrada obliga a su gobierno a firmar una nueva carta de intención con el organismo, de cuyos efectos los mexicanos pueden dar cátedra.
Las vueltas que da la vida: Felipe Calderón terminó justo en el mismo sitió que tanto cuestionó, junto con su partido, desde la paradisiaca oposición, es decir, en el fondo y en la puerta del abominable organismo financiero internacional, la misma en la que, uno tras otro, los "gobiernos populistas" y los del priato neoliberal tocaron insistentemente para pedir clemencia y crédito, a cambio de llevar a cabo una interminable serie de draconianos "ajustes" y "reformas estructurales", con nulos resultados económicos y un brutal costo social.
Y de nueva cuenta aquí está la "autoridad" pidiendo lo mismo y al mismo, en el inagotable circuito de crisis y recontra crisis, y siempre en el entendido que gratis ni el saludo, porque el FMI no concede crédito nada más porque sí, sin condiciones, sin "reformas" y "ajustes" adicionales. A ese "catarrito" (Carstens dixit) y a esa "gripa" (Calderón ídem) en el país de "aquí no pasa nada", pues "el problema es externo", se les desplomó la actividad económica, a la par que los ingresos fiscales, los petroprecios, las remesas, la inversión extranjera y demás divisas que mediocremente permitían sobrellevarla con una sonrisa y un discurso diametralmente opuesto a la realidad. Todo para que 30 años después el país esté en el Fondo, una vez más.
Qué dirá ahora el inquilino de Los Pinos de aquella no lejana declaración de uno de los cuatro secretarios de Energía que tuvo Vicente Fox en su gabinetazo, el único michoacano, que el último día de octubre de 2003 presumía: "si tuviéramos que recurrir al Fondo Monetario Internacional para llevar al país nuevamente a una irresponsable política de endeudamiento (...), entonces sí entraríamos otra vez a un esquema de dependencia de los organismos internacionales... La presión de este organismo la tuvimos cuando políticas irresponsables hicieron que el país se endeudara más allá de su capacidad, y eso hizo que estuviéramos sometidos a las políticas que se generaban en ese organismo. Nosotros no les debemos nada. Por primera vez en muchísimos años; bueno, no digo que este año, pero ya llevamos un buen rato que no le debemos un centavo al FMI. Al contrario, ahora le estamos poniendo hasta directivos y ejecutivos".
Qué dirá Calderón de sí mismo, porque en realidad ahora esos "directivos y ejecutivos" despachan en la oficina principal de la Secretaría de Hacienda, y juntos, el de la "gripa" y el del "catarrito", humildemente tocan a la puerta del FMI, al que piensan deberle todo.
La historia se repite: heredado por el echeverriato, que cubrió la factura política para limpiarle el camino a José López Portillo, puso en ejecución el primer programa de ajuste con el FMI de la temporada, en las postrimerías de 1976, por medio del cual se pretendía, entre otras cosas, "corregir las causas del desequilibrio económico y restablecer un proceso sano de crecimiento". Seis años después, el gobierno de JLP resumía los resultados obtenidos: crisis del aparato productivo, fuga de divisas sin precedentes (hasta ese momento), abultado endeudamiento externo, declaratoria formal de moratoria de pagos durante 90 días a la banca acreedora internacional, devaluación del peso cercana al 500 por ciento, rigurosa pérdida del poder adquisitivo del salario y creciente desempleo.
JLP procedió como su antecesor y pagó la factura política de la crisis económica para cubrir a su sucesor. El 10 de noviembre de 1982, 20 días antes del cambio de gobierno, hizo pública la firma de una nueva carta de intención con el FMI, con el objetivo de "recuperar el nivel sostenido de crecimiento de la economía y el empleo, reducir la tasa inflacionaria, mejorar el desequilibrio externo y sanear las finanzas públicas".
Pero a Miguel de la Madrid no le resultó suficiente una carta de intención y a mediados de 1986 firmó otra, con la finalidad –dijo– de "restaurar el crecimiento sostenido de la economía en un ambiente de estabilidad financiera, reducir el crecimiento desproporcionado de los precios y resolver los desequilibrios económico-financieros internos y externos".
En 1988, el saldo de la administración de MMH fue brutal: la peor crisis económica y financiera (hasta ese momento), incluyendo el crack del mercado bursátil y el desvalijamiento de miles de pequeños inversionistas, devaluación del tipo de cambio en aproximadamente 3 mil por ciento, inflación superior a 4 mil por ciento en el periodo, crecimiento cero del PIB, incremento sustancial de la pobreza y la marginación, desplome de los salarios, aumento en la concentración de la riqueza, abundante desempleo, desmantelamiento del aparato económico del Estado y, eso sí, riguroso pago puntual de la deuda externa.
De la Madrid no heredó más que la bancarrota. Por ello, el gobierno salinista firmó una nueva carta de intención con el FMI (mayo de 1989), mediante la cual las autoridades mexicanas y las del organismo financiero se esforzarían (¡sorpresa!) para "restablecer el crecimiento económico, consolidar la estabilidad de precios y promover la recuperación gradual del salario".
Los resultados de la herencia económica del salinato los siguen padeciendo millones de mexicanos, pero no fue suficiente. El gobierno zedillista insistió, y el 26 de enero de 1995 envió al FMI un nuevo "memorándum de entendimiento", que antecede a la carta de intención. El programa planteado fue igual: "defensa del empleo, planta productiva, el salario, y el crecimiento", como "imperativos indeclinables para superar la crisis".
Resultado concreto: en tres décadas, 2.3 por ciento de "crecimiento" promedio anual, millones de mexicanos expulsados de su tierra por razones económicas, desempleo creciente en el país, salarios de hambre, desmantelamiento de la planta industrial y lo que guste agregar.
Las rebanadas del pastel
Y ahora Calderón.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
- "Catarrito" y "gripa", de gira
Carlos Fernández-Vega
Pues nada, que al "catarrito" y a la "gripa" no les quedó otro remedio que tocar a la puerta del Fondo Monetario Internacional, porque esta economía "sólida", "pujante", de "gran calado" y que "nunca más" registraría una crisis, de plano no da para más: en su periplo londinense, el inquilino de Los Pinos anunció que solicitará una línea de crédito al FMI por 30 mil o 40 mil millones de dólares, lo que de entrada obliga a su gobierno a firmar una nueva carta de intención con el organismo, de cuyos efectos los mexicanos pueden dar cátedra.
Las vueltas que da la vida: Felipe Calderón terminó justo en el mismo sitió que tanto cuestionó, junto con su partido, desde la paradisiaca oposición, es decir, en el fondo y en la puerta del abominable organismo financiero internacional, la misma en la que, uno tras otro, los "gobiernos populistas" y los del priato neoliberal tocaron insistentemente para pedir clemencia y crédito, a cambio de llevar a cabo una interminable serie de draconianos "ajustes" y "reformas estructurales", con nulos resultados económicos y un brutal costo social.
Y de nueva cuenta aquí está la "autoridad" pidiendo lo mismo y al mismo, en el inagotable circuito de crisis y recontra crisis, y siempre en el entendido que gratis ni el saludo, porque el FMI no concede crédito nada más porque sí, sin condiciones, sin "reformas" y "ajustes" adicionales. A ese "catarrito" (Carstens dixit) y a esa "gripa" (Calderón ídem) en el país de "aquí no pasa nada", pues "el problema es externo", se les desplomó la actividad económica, a la par que los ingresos fiscales, los petroprecios, las remesas, la inversión extranjera y demás divisas que mediocremente permitían sobrellevarla con una sonrisa y un discurso diametralmente opuesto a la realidad. Todo para que 30 años después el país esté en el Fondo, una vez más.
Qué dirá ahora el inquilino de Los Pinos de aquella no lejana declaración de uno de los cuatro secretarios de Energía que tuvo Vicente Fox en su gabinetazo, el único michoacano, que el último día de octubre de 2003 presumía: "si tuviéramos que recurrir al Fondo Monetario Internacional para llevar al país nuevamente a una irresponsable política de endeudamiento (...), entonces sí entraríamos otra vez a un esquema de dependencia de los organismos internacionales... La presión de este organismo la tuvimos cuando políticas irresponsables hicieron que el país se endeudara más allá de su capacidad, y eso hizo que estuviéramos sometidos a las políticas que se generaban en ese organismo. Nosotros no les debemos nada. Por primera vez en muchísimos años; bueno, no digo que este año, pero ya llevamos un buen rato que no le debemos un centavo al FMI. Al contrario, ahora le estamos poniendo hasta directivos y ejecutivos".
Qué dirá Calderón de sí mismo, porque en realidad ahora esos "directivos y ejecutivos" despachan en la oficina principal de la Secretaría de Hacienda, y juntos, el de la "gripa" y el del "catarrito", humildemente tocan a la puerta del FMI, al que piensan deberle todo.
La historia se repite: heredado por el echeverriato, que cubrió la factura política para limpiarle el camino a José López Portillo, puso en ejecución el primer programa de ajuste con el FMI de la temporada, en las postrimerías de 1976, por medio del cual se pretendía, entre otras cosas, "corregir las causas del desequilibrio económico y restablecer un proceso sano de crecimiento". Seis años después, el gobierno de JLP resumía los resultados obtenidos: crisis del aparato productivo, fuga de divisas sin precedentes (hasta ese momento), abultado endeudamiento externo, declaratoria formal de moratoria de pagos durante 90 días a la banca acreedora internacional, devaluación del peso cercana al 500 por ciento, rigurosa pérdida del poder adquisitivo del salario y creciente desempleo.
JLP procedió como su antecesor y pagó la factura política de la crisis económica para cubrir a su sucesor. El 10 de noviembre de 1982, 20 días antes del cambio de gobierno, hizo pública la firma de una nueva carta de intención con el FMI, con el objetivo de "recuperar el nivel sostenido de crecimiento de la economía y el empleo, reducir la tasa inflacionaria, mejorar el desequilibrio externo y sanear las finanzas públicas".
Pero a Miguel de la Madrid no le resultó suficiente una carta de intención y a mediados de 1986 firmó otra, con la finalidad –dijo– de "restaurar el crecimiento sostenido de la economía en un ambiente de estabilidad financiera, reducir el crecimiento desproporcionado de los precios y resolver los desequilibrios económico-financieros internos y externos".
En 1988, el saldo de la administración de MMH fue brutal: la peor crisis económica y financiera (hasta ese momento), incluyendo el crack del mercado bursátil y el desvalijamiento de miles de pequeños inversionistas, devaluación del tipo de cambio en aproximadamente 3 mil por ciento, inflación superior a 4 mil por ciento en el periodo, crecimiento cero del PIB, incremento sustancial de la pobreza y la marginación, desplome de los salarios, aumento en la concentración de la riqueza, abundante desempleo, desmantelamiento del aparato económico del Estado y, eso sí, riguroso pago puntual de la deuda externa.
De la Madrid no heredó más que la bancarrota. Por ello, el gobierno salinista firmó una nueva carta de intención con el FMI (mayo de 1989), mediante la cual las autoridades mexicanas y las del organismo financiero se esforzarían (¡sorpresa!) para "restablecer el crecimiento económico, consolidar la estabilidad de precios y promover la recuperación gradual del salario".
Los resultados de la herencia económica del salinato los siguen padeciendo millones de mexicanos, pero no fue suficiente. El gobierno zedillista insistió, y el 26 de enero de 1995 envió al FMI un nuevo "memorándum de entendimiento", que antecede a la carta de intención. El programa planteado fue igual: "defensa del empleo, planta productiva, el salario, y el crecimiento", como "imperativos indeclinables para superar la crisis".
Resultado concreto: en tres décadas, 2.3 por ciento de "crecimiento" promedio anual, millones de mexicanos expulsados de su tierra por razones económicas, desempleo creciente en el país, salarios de hambre, desmantelamiento de la planta industrial y lo que guste agregar.
Las rebanadas del pastel
Y ahora Calderón.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Comentarios