El vínculo entre mercado de trabajo y educación

Celso C. Hernández Rojas*

En diciembre cuando se discutió la modificación del artículo 3° Constitucional... sí, ese, el de la educación... , para incluir en su texto la evaluación educativa, pieza central de toda esta, los diputados no supieron lo que hací an, como argumentaron algunos del PRD , quienes aceptaron la modificación a cambio de una reforma engañosa sobre la obligatoriedad del bachillerato, lo que en realidad hicieron fue naturalizar el que ahora sea obligatoria la evaluación educativa , cosa que no existía con anterioridad, cuando menos no había una ley, que le diera el respaldo jurídico.

Ahora bien la iniciativa aún esta en la Cámara de Senadores esperando una aprobación de trámite aunque sectores como el Magisterio democrático agrupado en la CNTE se manifieste contra la aprobación de esta reforma constitucional.

Ahora bien, volvamos un poco a la visión humanísta de la educación, los constituyentes del 17´, junto con muchos de los que han sido legisladores, saben perfectamente que una reforma educativa que sesgue el proyecto nacional sólo traería calamidades en el futuro inmediato, los tecnócratas de ahora por ello no entienden que borrar de un plumazo la universalidad , dicen, para estar acorde con los tiempos actuales y la modernidad frente al atraso de la educación pública, traería como consecuencia entre otras cosas; que la tecnificación de la educación, con sistemas tipo CONALEP, o de Tecnológicos, que creáramos generaciones de jóvenes que van a ir directo a ocupar puestos en la industria, condenándolos a que toda su vida o una parte importante sean trabajadores asalariados, cosa que ahora es discutible por el cierre de empresas, y que en general se desanime la formación universitaria de licenciaturas y posgrados, esto solamente perpetúa la imposibilidad de desarrollar la tecnología en forma independiente en el país, al cortarse la base desde donde se puede desarrollar la investigación científica, la educación superior; otra consecuencia sería además de polarizar la sociedad, aún más de lo que ya está, es que perdamos conciencia e identidad nacional, al integrarnos a modelos de desarrollo y al uso de ciencia y técnica diseñada y utilizada para otras identidades.

Humanismo y universalidad, lo mismo que la educación laica, no son preceptos del pasado sino tienen vigor y actualidad en la medida en que en ellos se resume el proyecto nacional de educación y que alrededor de ellos se han construido las pedagogías alternativas y se construye el proyecto educativo nacional, pero sin embargo, solamente pueden ver las cosas menores, tecnócratas neoliberales como los de la SEP o las personas muy interesada en acabar con la gente pensante de este país y que añoran tener especialistas técnicos, profesionales técnicos, fuerza de trabajo, digamos “calificada”, que sirva para obedecer las ordenes de los jefes y administradores de los corporativos y las empresas, sin chistar o decir nada.

No habría otra explicación, de porque ahora cobra energía la aplicación de un sistema nacional de bachillerato, ¿como será éste si en todo este tiempo lo que se ha querido hacer es que pierda su carácter de ciclo de formación de cultura genera?, y ahora quieren que sea parte del sistema técnico o cuando menos tenga una orientación hacia las ciencias exactas y pierda universalidad y conocimiento humanístico.

Habría que reconocer que el debate en la defensa de la educación pública apenas comienza, que las cosas aún pueden corregirse, pese a que los proyectos Calderonistas de la mano de Elba Esther Gordillo amenacen seriamente al proyecto educativo nacional y a la educación pública con programas como la Alianza para la Calidad Educativa (ACE) , que como ahora hemos visto, intenta imponer un sistema de evaluación e intereses tecnocraticos y burocráticos que hacen que perdamos el sentido de nuestra identidad nacional.

*Miembro del Taller de Economía Social y Políticas Públicas de la Facultad de Economía de la UNAM.

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