Álvaro Cepeda Neri
El inquilino de Los Pinos (ya sólo por poco más de tres años, para que no siga causando más daño a la Nación, con el poder tras el trono de García Luna, y en una de esas el preferido por Calderón para la sucesión presidencial-militar-policiaca), y la inquilina del nuevo edificio que alberga a la Secretaría de Relaciones Exteriores, lucieron su “inglish”.
Patricia Espinosa, que brincó de la oscuridad, como burócrata de cuarta en Relaciones Exteriores, fue a una academia de: “Aprenda inglés en tres meses” y compró el curso en diez casetes, para dirigir un mal hilvanado discurso ante Hilary Clinton, cuando ésta vino a preparar la agenda de la reunión de Mr. Obama con don Felipe de Jesús para seguirse alineando con el gobierno estadounidense (como lo hizo en Inglaterra, alabando la libertad absoluta de los mercados, que al fin y al cabo el pueblo paga las consecuencias de la crisis).
Y Calderón cuando estuvo en Londres en la reunión de los 20 haciéndola de caja de resonancia de Obama y Brown, mientras la Merkel y Sarkozy se rebelaron y tundieron parejo a los emisarios del capitalismo salvaje que le prendió fuego al sistema financiero.
Pues bien: el “señor presidente” y su secretaria de Relaciones Exteriores, no dudaron en echarse sus respectivas intervenciones en “inglish”. Los dos silabeando porque no saben hablar inglés con fluidez, se soltaron hablando en esa lengua, para demostrar que se fueron a una universidad “patito” allende la frontera norte, para un curso ultrarrápido.
En 1999, Calderón se fue, dice, a obtener una maestría en Harvard. Actuaron así porque querían presumir que “mastican” el idioma más universal en, sobre todo, las transacciones comerciales; una lengua culta por las creaciones de sus literatos encabezados por Shakespeare.
Daba risa escucharlos, tratando de hilar frases mientras sus oyentes los miraban con curiosidad. A doña Patricia, no obstante que los usos diplomáticos, la obligan a usar su idioma (éste, a su vez, ilustre por el trabajo de sus creadores literarios, precedidos por Cervantes), prefirió que la Clinton no tuviera que escuchar la traducción y le recetó una bienvenida en “inglish”.
En cuanto a Calderón Hinojosa (para que no vayan a confundirlo con el gigante del idioma Calderón de la Barca) nada le importó su pronunciación de academia precisamente en la capital de la Commonwealth (o sea los restos del ya inexistente imperio británico, con su reina y herederos en decadencia).
Mientras los demás presidentes latinoamericanos utilizaron su idioma (la mayoría en español, porque Lula lo hace en portugués) el inquilino de Los Pinos lucía su “inglish” porque no le gusta el español ni en los actos protocolarios. Así los panuchos proestadounidenses y Calderón, que está ahora con Obama, como antes con Bush y se comporta como Nixon, le fascina el imperio de los mercados que han sido, a pesar de los neoliberales, intervenidos para salvar, una vez más, al capitalismo salvaje.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
El inquilino de Los Pinos (ya sólo por poco más de tres años, para que no siga causando más daño a la Nación, con el poder tras el trono de García Luna, y en una de esas el preferido por Calderón para la sucesión presidencial-militar-policiaca), y la inquilina del nuevo edificio que alberga a la Secretaría de Relaciones Exteriores, lucieron su “inglish”.
Patricia Espinosa, que brincó de la oscuridad, como burócrata de cuarta en Relaciones Exteriores, fue a una academia de: “Aprenda inglés en tres meses” y compró el curso en diez casetes, para dirigir un mal hilvanado discurso ante Hilary Clinton, cuando ésta vino a preparar la agenda de la reunión de Mr. Obama con don Felipe de Jesús para seguirse alineando con el gobierno estadounidense (como lo hizo en Inglaterra, alabando la libertad absoluta de los mercados, que al fin y al cabo el pueblo paga las consecuencias de la crisis).
Y Calderón cuando estuvo en Londres en la reunión de los 20 haciéndola de caja de resonancia de Obama y Brown, mientras la Merkel y Sarkozy se rebelaron y tundieron parejo a los emisarios del capitalismo salvaje que le prendió fuego al sistema financiero.
Pues bien: el “señor presidente” y su secretaria de Relaciones Exteriores, no dudaron en echarse sus respectivas intervenciones en “inglish”. Los dos silabeando porque no saben hablar inglés con fluidez, se soltaron hablando en esa lengua, para demostrar que se fueron a una universidad “patito” allende la frontera norte, para un curso ultrarrápido.
En 1999, Calderón se fue, dice, a obtener una maestría en Harvard. Actuaron así porque querían presumir que “mastican” el idioma más universal en, sobre todo, las transacciones comerciales; una lengua culta por las creaciones de sus literatos encabezados por Shakespeare.
Daba risa escucharlos, tratando de hilar frases mientras sus oyentes los miraban con curiosidad. A doña Patricia, no obstante que los usos diplomáticos, la obligan a usar su idioma (éste, a su vez, ilustre por el trabajo de sus creadores literarios, precedidos por Cervantes), prefirió que la Clinton no tuviera que escuchar la traducción y le recetó una bienvenida en “inglish”.
En cuanto a Calderón Hinojosa (para que no vayan a confundirlo con el gigante del idioma Calderón de la Barca) nada le importó su pronunciación de academia precisamente en la capital de la Commonwealth (o sea los restos del ya inexistente imperio británico, con su reina y herederos en decadencia).
Mientras los demás presidentes latinoamericanos utilizaron su idioma (la mayoría en español, porque Lula lo hace en portugués) el inquilino de Los Pinos lucía su “inglish” porque no le gusta el español ni en los actos protocolarios. Así los panuchos proestadounidenses y Calderón, que está ahora con Obama, como antes con Bush y se comporta como Nixon, le fascina el imperio de los mercados que han sido, a pesar de los neoliberales, intervenidos para salvar, una vez más, al capitalismo salvaje.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Comentarios