Joanne Mariner / CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mi último artículo comenzó a esbozar el impacto global sobre los derechos humanos de la “guerra contra el terror” de EE.UU. Describí cómo abusos de EE.UU. como la tortura, los desaparecimientos forzados, y la detención arbitraria, fueron, en muchos casos, realizados en colaboración con otros gobiernos.
Por cierto, las violaciones de los derechos humanos de los últimos ocho años no hubieran sido posibles sin apoyo y ayuda extranjeros.
Este artículo da algunos ejemplos de esa abusiva colaboración. Entre las docenas de países que han apoyado abusivos esfuerzos estadounidenses de contraterrorismo están Egipto, Etiopía, Gambia, Indonesia y Jordania.
Egipto
Las autoridades egipcias trabajaron en estrecha colaboración con la CIA en entregas extraordinarias, arrestando a sospechosos en Egipto y entregándolos a la CIA, y aceptando entregas de prisioneros para detenerlos e interrogarlos. Los prisioneros que fueron entregados a Egipto por la CIA después del 11-S incluyen a Abd al-Hamid al-Fakhiri (más conocido como Ibn al-Sheikh al-Libi), Ahmad Hussain Mustafa 'Agiza, Muhammad al-Zari, Hafez Qari Mohamed Saad Iqbal Madni, Osama Mustafa Hassan Nasr (alias Abu Omar), Mamdouh Habib, y Mohammed Omar Abdel-Rahman (alias Asadallah).
La mayoría de los sospechosos entregados a Egipto eran nacionales egipcios que permanecieron en ese país durante una detención prolongada. Sin embargo, otros prisioneros – tales como Ibn al-Sheikh al-Libi (libio), Mamdouh Habib (australiano), and Hafez Saad Iqbal Madni (paquistaní) – eran no egipcios que al parecer fueron enviados a Egipto para ser interrogados; después de algunas semanas o meses fueron devueltos a la custodia de EE.UU.
Uno de los primeros casos de entrega después del 11-S fueron los de Ahmad 'Agiza y Muhammad al-Zari, quienes fueron transferidos de Suecia a Egipto el 18 de diciembre de 2001. Los dos fueron mantenidos incomunicados durante cinco semanas antes de que se permitieran visitas de sus familias.
Existe considerable evidencia que muestra que agentes de seguridad egipcios torturaron a esos hombres durante ese período. Un memorando confidencial del gobierno sueco que detalla la primera visita a los hombres de funcionarios de la embajada incluye afirmaciones de los hombres de que fueron golpeados repetidamente por guardias de la prisión, que se les negaron medicamentos necesarios, que les vendaron los ojos durante los interrogatorios, y que fueron amenazados con represalias contra miembros de sus familias si no cooperaban en los interrogatorios.
Los hombres también hicieron serias afirmaciones sobre torturas ante miembros de sus familias y sus abogados egipcios y suecos. Según la madre de Agiza, éste le dijo que fue sometido a repetidas golpizas y choques eléctricos, después de lo cual le aplicaron una crema (para minimizar la evidencia de quemaduras), y que en una ocasión lo dejaron encadenado y con los ojos vendados durante 10 días, durante los cuales tuvo que orinar y defecar sobre sí mismo. También afirmó que lo obligaron a lamer sus alimentos del piso de la prisión.
Ibn al-Sheikh al-Libi fue entregado a Egipto por la CIA a comienzos de 2002. Bajo tortura, “admitió” que Sadam Husein había entrenado a al-Qaeda en armas químicas y biológicas, información que más adelante fue utilizada en el discurso del Secretario de Estado Colin Powell en Naciones Unidas para justificar la invasión de Iraq.
ABC News informó que obtuvo un cable de la CIA describiendo un interrogatorio de al-Libi por la CIA, en el cual al-Libi describió las circunstancias de su supuesta confesión. Al-Libi dijo a la CIA que los interrogadores egipcios le dijeron que querían información sobre las conexiones de al-Qaeda con Iraq, un tema “sobre el cual [al-Libi] dijo que no sabía nada y que incluso le costó inventar una historia.”
Al describir el tratamiento que condujo a las declaraciones de al-Libi sobre los vínculos iraquíes de al-Qaeda, el cable sigue diciendo:
Al Libi indicó que a sus interrogadores no les gustaron sus respuestas y que entonces “lo colocaron en una pequeña caja de aproximadamente 50 cm por 50 cm.” Afirmó que lo tuvieron en la caja durante aproximadamente 17 horas. Cuando lo dejaron salir de la caja, al Libi afirma que le dieron una última oportunidad de “decir la verdad.” Cuando al Libi no satisfizo al interrogador, al Libi afirmó que “lo derribaron con un golpe de brazo contra su pecho y que cayó de espaldas.” Al Libi dijo a los interrogadores de la CIA que entonces “lo golpearon durante 15 minutos.”
Los ex detenidos Hafez Qari Mohamed Saad Iqbal Madni, Osama Mustafa Hassan Nasr (alias Abu Omar), y Mamdouh Habib relataron semejantes historias detalladas de tortura y abuso.
Las autoridades egipcias también entregaron a la CIA a por lo menos un sospechoso arrestado en territorio egipcio: el yemenita Abdel Salem al-Hila, quien fue detenido en el Cairo en septiembre de 2002. Después de ser retenido por la CIA en prisiones secretas en Afganistán, lo colocaron bajo custodia militar, y luego, en septiembre de 2004, fue llevado a Guantánamo. Sigue detenido allí sin ser acusado.
Etiopía
A principios de 2007, después de la invasión etíope de Somalia, el gobierno etíope permitió que funcionarios de los servicios de inteligencia estadounidenses interrogaran a prisioneros en detención secreta en Addis Abeba. Los detenidos formaban parte de un gran grupo que anteriormente había sido entregado por Kenia a Somalia, y de allí a Etiopía. Incluía a gente de diversas nacionalidades, incluidos ciudadanos estadounidenses, británicos, canadienses, y suecos.
Otros sospechosos fueron arrestados por los militares etíopes en Somalia incluso antes de que lograran cruzar la frontera hacia Kenia. Un detenido describió cómo fue llevado a un puesto avanzado de EE.UU. cerca de la frontera de Kenia, pero dentro de Somalia, donde dos agentes de civil estadounidenses lo interrogaron durante varias horas antes de ser llevado en avión a Kismayo y Addis Abeba.
Antiguos detenidos entrevistados por Human Rights Watch dijeron que agentes de inteligencia de EE.UU. operaban desde una villa en las afueras de Addis Abeba durante este período. Cada mañana, guardias etíopes sacaban a un cierto número de detenidos de sus celdas, les vendaban los ojos, y los conducían a la villa para ser interrogados. Cada noche, los guardias devolvían los detenidos a varios sitios de detención en Addis Abeba, donde eran retenidos sin acceso a controles internacionales como ser el CICR, abogados o representantes consulares, y no se les permitía ponerse en contacto con miembros de sus familias para informarles sobre su paradero.
Los interrogatorios por agentes de EE.UU. continuaron hasta mayo de 2007.
Gambia
Las autoridades de Gambia entregaron a por lo menos dos prisioneros a la CIA. Jamal el-Banna, ciudadano jordano y residente en el Reino Unido, y Bisher al-Rawi, ciudadano iraquí y residente en el Reino Unido, fueron arrestados por agentes de inteligencia gambianos el 8 de noviembre. “A la mañana siguiente funcionarios de EE.UU. dirigían la operación, tomando fotos y haciendo preguntas,” dijo más tarde al-Eawi a The Independent.
Los dos hombres – junto con otros tres sospechosos – fueron supuestamente ocultos en refugios seguros e intensivamente interrogados durante muchos días, entre otros por un fornido estadounidense que utilizaba el alias Lee. Mientras los otros tres hombres fueron liberados al fin de ese período de interrogatorio al-Rawi y el-Banna fueron llevados en avión a la detención por la CIA en Afganistán. Luego fueron llevados a Guantánamo, donde pasaron varios años sin proceso antes de ser liberados en Gran Bretaña.
Indonesia
El gobierno indonesio entregó a por lo menos dos presuntos terroristas a la custodia de la CIA en 2002. Eran
Hafez Qari Mohamed Saad Iqbal Madni, paquistaní, quien fue arrestado en Yakarta, Indonesia, en enero de 2002 (después fue entregado por la CIA a Egipto y luego llevado a Guantánamo, donde fue retenido durante cinco años y medio sin ser acusado); y Mahmoud Ahmad Assegaf (alias Omar Faruq), iraquí, quien fue arrestado en Java Occidental en junio de 2002.
Además, Salah Salim Ali Qaru, yemenita, quien fue arrestado en Yakarta en agosto de 2003, fue despachado a Jordania, donde los jordanos lo entregaron a la CIA.
Jordania
Desde 2001 hasta por lo menos 2004, el Departamento General de Inteligencia (GID) de Jordania, sirvió de carcelero por encargo para la CIA, recluyendo a prisioneros a los que la CIA había detenido en países alrededor del mundo, y entregado posteriormente a algunos de vuelta a la CIA. Más que simplemente albergar a esos hombres, el GID los interrogó utilizando métodos aún más brutales que los de la CIA. Habitualmente los prisioneros eran mantenidos durante varios meses bajo custodia del GID – y en por lo menos un caso, durante casi dos años.
Por lo menos 14 prisioneros no jordanos fueron transferidos de EE.UU. a la custodia jordana durante ese período de tres años, tal vez más. Human Rights Watch tiene información verosímil que indica que los prisioneros incluían a por lo menos cinco yemenitas, tres argelinos, dos saudíes, un mauritano, un sirio, un tunecino, y uno o más chechenos. También pueden haber incluido a un libio, un kurdo iraquí, un kuwaití, uno o más egipcios, y un nativo de los Emiratos Árabes Unidos.
Mientras estaba detenido por el GID a fines de 2002, uno de esos detenidos, Ali al-Hajj al-Sharqawi, escribió una larga nota describiendo su horrorosa experiencia. La nota, que al-Sharqawi marcó con su dedo pulgar, fue sacada en secreto de la instalación en 2003. En ella, al-Sharqawi describe cómo fue retenido como prisionero secreto y ocultado en celdas secretas. Confirmando lo que al-Sharqawi dijo a otros dos prisioneros en el GID en esos días, la nota señala que los interrogadores del GID “me golpearon de una manera que no conoce límites.”
“Me amenazaron con electricidad,” sigue diciendo la nota, “con serpientes y perros… [Dijeron] te vamos a hacer ver la muerte… Amenazaron con violarme.”
Los jordanos también entregaron a otros sospechosos a la custodia de la CIA. El 9 de septiembre de 2003, arrestaron al yemenita Salah Nasir Salim 'Ali Qaru a su llegada a Amman, lo retuvieron durante diez días en la sede del GID, y luego lo entregaron a la CIA. El 19 de octubre de 2003, arrestaron a Muhammed Bashmillah en Amman, varios días después de su llegada a la ciudad, lo retuvieron varios días en la sede del GID, y luego lo entregaron a la CIA.
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Joanne Mariner es abogada de derechos humanos que vive en París
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mi último artículo comenzó a esbozar el impacto global sobre los derechos humanos de la “guerra contra el terror” de EE.UU. Describí cómo abusos de EE.UU. como la tortura, los desaparecimientos forzados, y la detención arbitraria, fueron, en muchos casos, realizados en colaboración con otros gobiernos.
Por cierto, las violaciones de los derechos humanos de los últimos ocho años no hubieran sido posibles sin apoyo y ayuda extranjeros.
Este artículo da algunos ejemplos de esa abusiva colaboración. Entre las docenas de países que han apoyado abusivos esfuerzos estadounidenses de contraterrorismo están Egipto, Etiopía, Gambia, Indonesia y Jordania.
Egipto
Las autoridades egipcias trabajaron en estrecha colaboración con la CIA en entregas extraordinarias, arrestando a sospechosos en Egipto y entregándolos a la CIA, y aceptando entregas de prisioneros para detenerlos e interrogarlos. Los prisioneros que fueron entregados a Egipto por la CIA después del 11-S incluyen a Abd al-Hamid al-Fakhiri (más conocido como Ibn al-Sheikh al-Libi), Ahmad Hussain Mustafa 'Agiza, Muhammad al-Zari, Hafez Qari Mohamed Saad Iqbal Madni, Osama Mustafa Hassan Nasr (alias Abu Omar), Mamdouh Habib, y Mohammed Omar Abdel-Rahman (alias Asadallah).
La mayoría de los sospechosos entregados a Egipto eran nacionales egipcios que permanecieron en ese país durante una detención prolongada. Sin embargo, otros prisioneros – tales como Ibn al-Sheikh al-Libi (libio), Mamdouh Habib (australiano), and Hafez Saad Iqbal Madni (paquistaní) – eran no egipcios que al parecer fueron enviados a Egipto para ser interrogados; después de algunas semanas o meses fueron devueltos a la custodia de EE.UU.
Uno de los primeros casos de entrega después del 11-S fueron los de Ahmad 'Agiza y Muhammad al-Zari, quienes fueron transferidos de Suecia a Egipto el 18 de diciembre de 2001. Los dos fueron mantenidos incomunicados durante cinco semanas antes de que se permitieran visitas de sus familias.
Existe considerable evidencia que muestra que agentes de seguridad egipcios torturaron a esos hombres durante ese período. Un memorando confidencial del gobierno sueco que detalla la primera visita a los hombres de funcionarios de la embajada incluye afirmaciones de los hombres de que fueron golpeados repetidamente por guardias de la prisión, que se les negaron medicamentos necesarios, que les vendaron los ojos durante los interrogatorios, y que fueron amenazados con represalias contra miembros de sus familias si no cooperaban en los interrogatorios.
Los hombres también hicieron serias afirmaciones sobre torturas ante miembros de sus familias y sus abogados egipcios y suecos. Según la madre de Agiza, éste le dijo que fue sometido a repetidas golpizas y choques eléctricos, después de lo cual le aplicaron una crema (para minimizar la evidencia de quemaduras), y que en una ocasión lo dejaron encadenado y con los ojos vendados durante 10 días, durante los cuales tuvo que orinar y defecar sobre sí mismo. También afirmó que lo obligaron a lamer sus alimentos del piso de la prisión.
Ibn al-Sheikh al-Libi fue entregado a Egipto por la CIA a comienzos de 2002. Bajo tortura, “admitió” que Sadam Husein había entrenado a al-Qaeda en armas químicas y biológicas, información que más adelante fue utilizada en el discurso del Secretario de Estado Colin Powell en Naciones Unidas para justificar la invasión de Iraq.
ABC News informó que obtuvo un cable de la CIA describiendo un interrogatorio de al-Libi por la CIA, en el cual al-Libi describió las circunstancias de su supuesta confesión. Al-Libi dijo a la CIA que los interrogadores egipcios le dijeron que querían información sobre las conexiones de al-Qaeda con Iraq, un tema “sobre el cual [al-Libi] dijo que no sabía nada y que incluso le costó inventar una historia.”
Al describir el tratamiento que condujo a las declaraciones de al-Libi sobre los vínculos iraquíes de al-Qaeda, el cable sigue diciendo:
Al Libi indicó que a sus interrogadores no les gustaron sus respuestas y que entonces “lo colocaron en una pequeña caja de aproximadamente 50 cm por 50 cm.” Afirmó que lo tuvieron en la caja durante aproximadamente 17 horas. Cuando lo dejaron salir de la caja, al Libi afirma que le dieron una última oportunidad de “decir la verdad.” Cuando al Libi no satisfizo al interrogador, al Libi afirmó que “lo derribaron con un golpe de brazo contra su pecho y que cayó de espaldas.” Al Libi dijo a los interrogadores de la CIA que entonces “lo golpearon durante 15 minutos.”
Los ex detenidos Hafez Qari Mohamed Saad Iqbal Madni, Osama Mustafa Hassan Nasr (alias Abu Omar), y Mamdouh Habib relataron semejantes historias detalladas de tortura y abuso.
Las autoridades egipcias también entregaron a la CIA a por lo menos un sospechoso arrestado en territorio egipcio: el yemenita Abdel Salem al-Hila, quien fue detenido en el Cairo en septiembre de 2002. Después de ser retenido por la CIA en prisiones secretas en Afganistán, lo colocaron bajo custodia militar, y luego, en septiembre de 2004, fue llevado a Guantánamo. Sigue detenido allí sin ser acusado.
Etiopía
A principios de 2007, después de la invasión etíope de Somalia, el gobierno etíope permitió que funcionarios de los servicios de inteligencia estadounidenses interrogaran a prisioneros en detención secreta en Addis Abeba. Los detenidos formaban parte de un gran grupo que anteriormente había sido entregado por Kenia a Somalia, y de allí a Etiopía. Incluía a gente de diversas nacionalidades, incluidos ciudadanos estadounidenses, británicos, canadienses, y suecos.
Otros sospechosos fueron arrestados por los militares etíopes en Somalia incluso antes de que lograran cruzar la frontera hacia Kenia. Un detenido describió cómo fue llevado a un puesto avanzado de EE.UU. cerca de la frontera de Kenia, pero dentro de Somalia, donde dos agentes de civil estadounidenses lo interrogaron durante varias horas antes de ser llevado en avión a Kismayo y Addis Abeba.
Antiguos detenidos entrevistados por Human Rights Watch dijeron que agentes de inteligencia de EE.UU. operaban desde una villa en las afueras de Addis Abeba durante este período. Cada mañana, guardias etíopes sacaban a un cierto número de detenidos de sus celdas, les vendaban los ojos, y los conducían a la villa para ser interrogados. Cada noche, los guardias devolvían los detenidos a varios sitios de detención en Addis Abeba, donde eran retenidos sin acceso a controles internacionales como ser el CICR, abogados o representantes consulares, y no se les permitía ponerse en contacto con miembros de sus familias para informarles sobre su paradero.
Los interrogatorios por agentes de EE.UU. continuaron hasta mayo de 2007.
Gambia
Las autoridades de Gambia entregaron a por lo menos dos prisioneros a la CIA. Jamal el-Banna, ciudadano jordano y residente en el Reino Unido, y Bisher al-Rawi, ciudadano iraquí y residente en el Reino Unido, fueron arrestados por agentes de inteligencia gambianos el 8 de noviembre. “A la mañana siguiente funcionarios de EE.UU. dirigían la operación, tomando fotos y haciendo preguntas,” dijo más tarde al-Eawi a The Independent.
Los dos hombres – junto con otros tres sospechosos – fueron supuestamente ocultos en refugios seguros e intensivamente interrogados durante muchos días, entre otros por un fornido estadounidense que utilizaba el alias Lee. Mientras los otros tres hombres fueron liberados al fin de ese período de interrogatorio al-Rawi y el-Banna fueron llevados en avión a la detención por la CIA en Afganistán. Luego fueron llevados a Guantánamo, donde pasaron varios años sin proceso antes de ser liberados en Gran Bretaña.
Indonesia
El gobierno indonesio entregó a por lo menos dos presuntos terroristas a la custodia de la CIA en 2002. Eran
Hafez Qari Mohamed Saad Iqbal Madni, paquistaní, quien fue arrestado en Yakarta, Indonesia, en enero de 2002 (después fue entregado por la CIA a Egipto y luego llevado a Guantánamo, donde fue retenido durante cinco años y medio sin ser acusado); y Mahmoud Ahmad Assegaf (alias Omar Faruq), iraquí, quien fue arrestado en Java Occidental en junio de 2002.
Además, Salah Salim Ali Qaru, yemenita, quien fue arrestado en Yakarta en agosto de 2003, fue despachado a Jordania, donde los jordanos lo entregaron a la CIA.
Jordania
Desde 2001 hasta por lo menos 2004, el Departamento General de Inteligencia (GID) de Jordania, sirvió de carcelero por encargo para la CIA, recluyendo a prisioneros a los que la CIA había detenido en países alrededor del mundo, y entregado posteriormente a algunos de vuelta a la CIA. Más que simplemente albergar a esos hombres, el GID los interrogó utilizando métodos aún más brutales que los de la CIA. Habitualmente los prisioneros eran mantenidos durante varios meses bajo custodia del GID – y en por lo menos un caso, durante casi dos años.
Por lo menos 14 prisioneros no jordanos fueron transferidos de EE.UU. a la custodia jordana durante ese período de tres años, tal vez más. Human Rights Watch tiene información verosímil que indica que los prisioneros incluían a por lo menos cinco yemenitas, tres argelinos, dos saudíes, un mauritano, un sirio, un tunecino, y uno o más chechenos. También pueden haber incluido a un libio, un kurdo iraquí, un kuwaití, uno o más egipcios, y un nativo de los Emiratos Árabes Unidos.
Mientras estaba detenido por el GID a fines de 2002, uno de esos detenidos, Ali al-Hajj al-Sharqawi, escribió una larga nota describiendo su horrorosa experiencia. La nota, que al-Sharqawi marcó con su dedo pulgar, fue sacada en secreto de la instalación en 2003. En ella, al-Sharqawi describe cómo fue retenido como prisionero secreto y ocultado en celdas secretas. Confirmando lo que al-Sharqawi dijo a otros dos prisioneros en el GID en esos días, la nota señala que los interrogadores del GID “me golpearon de una manera que no conoce límites.”
“Me amenazaron con electricidad,” sigue diciendo la nota, “con serpientes y perros… [Dijeron] te vamos a hacer ver la muerte… Amenazaron con violarme.”
Los jordanos también entregaron a otros sospechosos a la custodia de la CIA. El 9 de septiembre de 2003, arrestaron al yemenita Salah Nasir Salim 'Ali Qaru a su llegada a Amman, lo retuvieron durante diez días en la sede del GID, y luego lo entregaron a la CIA. El 19 de octubre de 2003, arrestaron a Muhammed Bashmillah en Amman, varios días después de su llegada a la ciudad, lo retuvieron varios días en la sede del GID, y luego lo entregaron a la CIA.
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Joanne Mariner es abogada de derechos humanos que vive en París
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