El gobierno de México garantiza dólares a corporativos
Carlos Fernández-Vega
Una emergencia nacional, la sanitaria, momentáneamente eclipsó a la otra gran sacudida nacional, la económica, pero dada la proporción de la primera y la magnitud de la segunda ambas comenzaron a caminar de la mano. Y no es para menos, porque si bien la información relativa a la epidemia domina la oferta de los medios de comunicación y concentra la atención de los ciudadanos, la de carácter económico no deja de sacudir a este heroico país.
Transcurrida casi una semana desde que la autoridad sanitaria declaró la emergencia sanitaria con motivo de la influenza porcina, la realidad económica aparentemente pasó a una muy alejada segunda posición, por mucho que cotidianamente a la ciudadanía le cale hasta los huesos. Aún así, el Inegi se encarga de reubicar la ingrata información de carácter económico, tal como lo hizo ayer al divulgar que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) se desplomó 10.8 por ciento en términos reales durante febrero pasado, en comparación con igual mes de 2008, el mismo índice que en enero del presente año reportó una caída de 9.3 por ciento.
Así, la actividad económica en el país acumula cinco meses al hilo de desplome (octubre de 2008 a febrero de 2009), sin considerar que en agosto del año anterior el resultado fue de cero por ciento, lo que da cuerpo, por si hubiera alguna duda, a la emergencia que intenta ser opacada por la sanitaria, cuando en realidad ambas van de la mano. El resultado oficial en febrero pasado hace retroceder el IGAE a un nivel no reportado desde enero de 2005, lo que da idea del efecto real que este "catarrito" ha tenido en la actividad económica del país.
Para el segundo mes de 2009, el Inegi precisa que el desempeño negativo de la actividad económica de México fue producto de la caída en sus tres grandes grupos de actividades: las secundarias se desplomaron 13.2 por ciento; las terciarias 9.6 por ciento y las primarias 7.1 por ciento. Como bien lo precisa el propio organismo, "el IGAE incorpora información preliminar y no incluye la totalidad de las actividades que integran el PIB trimestral, por lo que debe considerarse como un indicador de tendencia o dirección de la economía mexicana en el corto plazo". Falta sumar los efectos económicos de la emergencia sanitaria, aunque éstos condicionarán el comportamiento de los resultados para el segundo trimestre del año.
El detalle, de acuerdo con el Inegi, dice así: con información preliminar de la Sagarpa, las actividades primarias (que incluyen a la agricultura y ganadería) cayeron 7.1 por ciento a tasa anual durante el segundo mes de 2009, "debido al retroceso reportado en la agricultura como consecuencia de la menor superficie sembrada en el ciclo otoño-invierno y de la cosechada en el primavera-verano, lo que derivó en una disminución de la producción de cultivos como: sorgo y trigo en grano, caña de azúcar, papa, alfalfa verde, cebada en grano, sorgo forrajero, chile y tomate verde, café cereza y tomate rojo. Por su parte, la ganadería presentó un aumento anual en el mes en cuestión".
Por lo que toca a las actividades secundarias (minería; electricidad, agua y suministro de gas por ductos al consumidor final; construcción e industrias manufactureras) se desplomaron 13.2 por ciento en términos reales en el segundo mes de este año respecto de febrero de 2008. "Este comportamiento se derivó de las disminuciones mostradas en la mayoría de los subsectores que las integran, destacando las caídas de equipo de transporte; edificación; extracción de petróleo y gas; equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos; industrias metálicas básicas; productos a base de minerales no metálicos; productos metálicos; industria química; equipo de generación eléctrica y aparatos y accesorios eléctricos; maquinaria y equipo, y trabajos especializados para la construcción, entre otros".
Las actividades terciarias registraron una caída de 9.6 por ciento. "Dicha evolución fue resultado de los decrementos reportados en el comercio; servicios inmobiliarios; autotransporte de carga; instituciones de intermediación crediticia y financiera no bursátil; servicios profesionales, científicos, técnicos, de alojamiento temporal, relacionados con el transporte, de preparación de alimentos y bebidas, y educativos, básicamente".
Ese es el panorama documentado por el Inegi. Como se observa, nada tiene que ver con los "signos alentadores" que Calderón dice ver, pero que nadie registra por ninguna parte. Sin duda, por mucho que desde Los Pinos se pretenda minimizar, la situación económica es de emergencia nacional, la cual se ve robustecida por la otra emergencia, la sanitaria, que independientemente de su lamentable cuota fatal ha obligado a poner en marcha una seria de acciones que repercutirán negativamente en la propia actividad económica y en lo socialmente más elemental, el empleo.
De hecho, la decisión del gobierno capitalino de, entre otras, cerrar los restaurantes –aunque éstos surtan pedidos a domicilio o "para llevar"– pone en el filo de la navaja a cerca de 450 mil personas (jefes de familia la mayoría de ellos) que en el Distrito Federal se ocupan en y obtienen sus ingresos de tal actividad. Y la cifra tiende a incrementarse nacionalmente, en la medida en que la epidemia aumenta su intensidad y las autoridades sanitarias sus decisiones para acotarla lo más posible.
Las rebanadas del pastel
Prioridades son prioridades: mientras en México el gobierno calderonista actúa rápidamente para "rescatar" a las grandes empresas privadas y se esfuerza para conseguirles dolaritos baratos, como los 30 mil millones de billetes verdes obtenidos por el Banco de México, vía "líneas swap" con la Reserva Federal del vecino del norte, para "proveer financiamientos a participantes del sector privado que enfrenten presiones para obtener recursos en dólares a plazo", en Estados Unidos el presidente Barack Obama solicita urgentemente al Congreso de su país una partida presupuestal de mil 500 millones de dólares "para luchar contra el brote de fiebre porcina en el país, con 64 casos confirmados, acumular fármacos contra la enfermedad y reforzar las labores de supervisión; se trata de fortalecer la capacidad de nuestro país para responder el potencial avance de este brote; estos fondos deberán aportarse con máxima flexibilidad para permitirnos hacer frente a esta situación de emergencia". Más claro, el agua.
Carlos Fernández-Vega
Una emergencia nacional, la sanitaria, momentáneamente eclipsó a la otra gran sacudida nacional, la económica, pero dada la proporción de la primera y la magnitud de la segunda ambas comenzaron a caminar de la mano. Y no es para menos, porque si bien la información relativa a la epidemia domina la oferta de los medios de comunicación y concentra la atención de los ciudadanos, la de carácter económico no deja de sacudir a este heroico país.
Transcurrida casi una semana desde que la autoridad sanitaria declaró la emergencia sanitaria con motivo de la influenza porcina, la realidad económica aparentemente pasó a una muy alejada segunda posición, por mucho que cotidianamente a la ciudadanía le cale hasta los huesos. Aún así, el Inegi se encarga de reubicar la ingrata información de carácter económico, tal como lo hizo ayer al divulgar que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) se desplomó 10.8 por ciento en términos reales durante febrero pasado, en comparación con igual mes de 2008, el mismo índice que en enero del presente año reportó una caída de 9.3 por ciento.
Así, la actividad económica en el país acumula cinco meses al hilo de desplome (octubre de 2008 a febrero de 2009), sin considerar que en agosto del año anterior el resultado fue de cero por ciento, lo que da cuerpo, por si hubiera alguna duda, a la emergencia que intenta ser opacada por la sanitaria, cuando en realidad ambas van de la mano. El resultado oficial en febrero pasado hace retroceder el IGAE a un nivel no reportado desde enero de 2005, lo que da idea del efecto real que este "catarrito" ha tenido en la actividad económica del país.
Para el segundo mes de 2009, el Inegi precisa que el desempeño negativo de la actividad económica de México fue producto de la caída en sus tres grandes grupos de actividades: las secundarias se desplomaron 13.2 por ciento; las terciarias 9.6 por ciento y las primarias 7.1 por ciento. Como bien lo precisa el propio organismo, "el IGAE incorpora información preliminar y no incluye la totalidad de las actividades que integran el PIB trimestral, por lo que debe considerarse como un indicador de tendencia o dirección de la economía mexicana en el corto plazo". Falta sumar los efectos económicos de la emergencia sanitaria, aunque éstos condicionarán el comportamiento de los resultados para el segundo trimestre del año.
El detalle, de acuerdo con el Inegi, dice así: con información preliminar de la Sagarpa, las actividades primarias (que incluyen a la agricultura y ganadería) cayeron 7.1 por ciento a tasa anual durante el segundo mes de 2009, "debido al retroceso reportado en la agricultura como consecuencia de la menor superficie sembrada en el ciclo otoño-invierno y de la cosechada en el primavera-verano, lo que derivó en una disminución de la producción de cultivos como: sorgo y trigo en grano, caña de azúcar, papa, alfalfa verde, cebada en grano, sorgo forrajero, chile y tomate verde, café cereza y tomate rojo. Por su parte, la ganadería presentó un aumento anual en el mes en cuestión".
Por lo que toca a las actividades secundarias (minería; electricidad, agua y suministro de gas por ductos al consumidor final; construcción e industrias manufactureras) se desplomaron 13.2 por ciento en términos reales en el segundo mes de este año respecto de febrero de 2008. "Este comportamiento se derivó de las disminuciones mostradas en la mayoría de los subsectores que las integran, destacando las caídas de equipo de transporte; edificación; extracción de petróleo y gas; equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos; industrias metálicas básicas; productos a base de minerales no metálicos; productos metálicos; industria química; equipo de generación eléctrica y aparatos y accesorios eléctricos; maquinaria y equipo, y trabajos especializados para la construcción, entre otros".
Las actividades terciarias registraron una caída de 9.6 por ciento. "Dicha evolución fue resultado de los decrementos reportados en el comercio; servicios inmobiliarios; autotransporte de carga; instituciones de intermediación crediticia y financiera no bursátil; servicios profesionales, científicos, técnicos, de alojamiento temporal, relacionados con el transporte, de preparación de alimentos y bebidas, y educativos, básicamente".
Ese es el panorama documentado por el Inegi. Como se observa, nada tiene que ver con los "signos alentadores" que Calderón dice ver, pero que nadie registra por ninguna parte. Sin duda, por mucho que desde Los Pinos se pretenda minimizar, la situación económica es de emergencia nacional, la cual se ve robustecida por la otra emergencia, la sanitaria, que independientemente de su lamentable cuota fatal ha obligado a poner en marcha una seria de acciones que repercutirán negativamente en la propia actividad económica y en lo socialmente más elemental, el empleo.
De hecho, la decisión del gobierno capitalino de, entre otras, cerrar los restaurantes –aunque éstos surtan pedidos a domicilio o "para llevar"– pone en el filo de la navaja a cerca de 450 mil personas (jefes de familia la mayoría de ellos) que en el Distrito Federal se ocupan en y obtienen sus ingresos de tal actividad. Y la cifra tiende a incrementarse nacionalmente, en la medida en que la epidemia aumenta su intensidad y las autoridades sanitarias sus decisiones para acotarla lo más posible.
Las rebanadas del pastel
Prioridades son prioridades: mientras en México el gobierno calderonista actúa rápidamente para "rescatar" a las grandes empresas privadas y se esfuerza para conseguirles dolaritos baratos, como los 30 mil millones de billetes verdes obtenidos por el Banco de México, vía "líneas swap" con la Reserva Federal del vecino del norte, para "proveer financiamientos a participantes del sector privado que enfrenten presiones para obtener recursos en dólares a plazo", en Estados Unidos el presidente Barack Obama solicita urgentemente al Congreso de su país una partida presupuestal de mil 500 millones de dólares "para luchar contra el brote de fiebre porcina en el país, con 64 casos confirmados, acumular fármacos contra la enfermedad y reforzar las labores de supervisión; se trata de fortalecer la capacidad de nuestro país para responder el potencial avance de este brote; estos fondos deberán aportarse con máxima flexibilidad para permitirnos hacer frente a esta situación de emergencia". Más claro, el agua.
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