Caro y pesado blindaje

Índice Político / Francisco Rodríguez

Es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas

Benjamin Franklin

EN SUS MEMORIAS,
William Clinton refiere que su decisión, en 1995, de poner a disposición de México una línea de crédito de 20 mil millones de dólares –de los cuales se utilizaron poco más de la mitad-- fue el mejor negocio que su Administración pudo emprender. Y aunque la medida fue impopular y no entendida por los contribuyentes estadounidenses, rindió a los vecinos del norte no sólo porque evitó el colapso de su propia economía tras "el error de diciembre" de 1994, incluso porque produjo intereses por mil 400 millones de billetes verdes, "casi 600 millones de dólares más de lo que ese dinero hubiese producido de haber sido invertido en papeles del Tesoro de EU". El interés fue leonino. Se pagó casi el 10 por ciento de réditos.

No sólo eso, cabría agregar. Clinton, además, recibió sus pagos por adelantado. El 15 de enero de 1997, dos años después de haber dispuesto de 10 mil 500 millones de dólares, el entonces presidente Ernesto Zedillo anunció que México completaría los pagos a Estados Unidos para terminar de saldar el préstamo millonario que, se nos dijo, sirvió para salvar la economía mexicana del desastre en 1994. El último pago de 3 mil 500 millones de dólares se hizo con tres años de adelanto, una señal de que la economía mexicana había hecho grandes progresos desde "el error de diciembre".

Tras ese préstamo había también condiciones que buena parte de la sociedad mexicana consideró inadmisibles. Bajo los términos establecidos, México se comprometía a garantizar el pago con las ventas de petróleo de PEMEX.

El gobierno de Zedillo también se comprometía a imponer un programa de austeridad económica diseñado para fortalecer la economía del país. La estabilización de la economía mexicana, sin embargo, se saldó con un precio alto. El programa de austeridad provocó un aumento de los tipos de interés y mantuvo bajo el valor del peso. Como resultado, millones de mexicanos perdieron sus empleos y negocios, y muchos de ellos, más ahora, siguen luchando para lograr sobrevivir.

Viene a mi memoria lo anterior, luego de conocer el anuncio hecho por el propio señor Felipe Calderón –vestido después por su secretario de Hacienda, y por el gobernador del Banco de México--, a media semana en Londres, en el sentido de que su Administración ha contratado con el FMI una línea de crédito por 47 mil millones de dólares, superior incluso al rescate que otorgaron el gobierno de Estados Unidos y organismos financieros internacionales a México en la crisis de 1995, y superior al blindaje por 23 mil millones de dólares, que recibió el país en líneas de crédito en 1999.

Y aunque los doctos doctores Carstens y Ortiz han vestido con ropajes de fiesta a la medida (el propósito, explicaron, es apoyar el empleo, el acceso de las empresas y hogares al crédito, la estabilidad económica y el crecimiento de México, jejeje), las críticas han llovido cual grueso granizo sobre las testas de estos dos funcionarios e, incluso, sobre la del señor Calderón.

La simple mención de endeudamiento, ha provocado irritación.

Que la institución que ayuda a "blindar" a la economía mexicana sea el Fondo Monetario Internacional, incrementa el enojo popular. No éramos ariscos, pero…

El FMI ha regresado a nuestras vidas sin que nadie lo llamara. En medio de una desorientación general de las grandes potencias sobre qué hacer con el sistema financiero, el FMI reaparece con viejas y gastadas recetas -- ajuste del gasto, alza de tarifas y mayores tasas de interés--, pero sin hacerse responsable de las consecuencias de esas mismas políticas aplicadas en épocas pasadas.

Donde ha intervenido el Fondo Monetario Internacional siempre ha habido fracaso y hoy por hoy es el símbolo del fracaso al no haber podido prevenir la crisis internacional. Tomar consejos y recursos de una institución desprestigiada, que fue incapaz de de supervisar al sistema bancario estadounidense, no ayuda. Al contrario.

Como todo blindaje, el presumido ahora por la Administración es caro y pesado. Lo pagaremos y cargaremos todos los mexicanos.

Índice Flamígero: ¿Y las comisiones, ‘apá? Es sabido que en los mercados financieros hay dispuesto siempre una tajadita que puede ir de uno a varios puntos porcentuales de los recursos que se prestan a las naciones, para aquellos funcionarios que las tramitan.

*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.

Comentarios