Miguel Ángel Granados Chapa
Creada Tenochtitlán entre lagos, la Ciudad de México que se asentó sobre las ruinas de aquella urbe que asombró a los conquistadores corre el riesgo de quedarse sin agua. Por lo pronto, padece cada día una sed mayor. Por una variedad de factores, las fuentes propias de la cuenca disminuyen y aun se agotan y, por otro lado, es más caro y difícil hacer llegar desde las partes bajas agua suficiente para la capital federal y su inmensa zona metropolitana. Siempre con faltantes que perjudican extensas zonas del oriente del Distrito Federal y su correspondiente área conurbada del Estado de México, el problema del suministro de agua se ha acentuado y obligado a sequías periódicas. Estamos, en este domingo de Resurrección, a la mitad de una de ellas, pues comenzó el jueves pasado, y aunque oficialmente termina hoy, sus efectos perdurarán hasta el miércoles próximo.
Agregados a los problemas estructurales de una cuenca desecada, demandante de cada vez mayor cantidad del líquido, de tanto en tanto surgen conflictos sustantivos o verbales entre las autoridades involucradas en la materia. Cuando no disputan entre sí los gobiernos mexiquense y capitalino, éste entra en litigios formales y políticos con la Federación, representada por la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Junto a la guerra por el agua, pues su escasez y carestía implica una disputa, hay un enfrentamiento político entre el gobierno federal y su partido y el de la Ciudad de México y el suyo. Por lo pronto, con habilidad, el gobierno mexiquense se ha mantenido al margen de la querella agudizada por las anunciadas y sucesivas interrupciones del suministro de agua del sistema Cutzamala. Efectuados dos cortes anteriores, del segundo de los cuales a principios de marzo todavía no se reponen algunas colonias capitalinas, el tercero, el que está en curso hoy, avivó la periódica reyerta entre José Luis Luege Tamargo, director de la Conagua, y el jefe de gobierno Marcelo Ebrard. Se enfrentan ahora por la verdadera dimensión del efecto que provoca el menor caudal disponible y por sus causas. Ambas partes dicen sólo una porción de la verdad.
Oficialmente, la Conagua anunció que la tercera reducción del suministro del sistema Cutzamala se debe "a la escasez de agua en las presas". Así lo dice en la profusa publicidad con que se exculpa de la anunciada carencia:
"El sistema Cutzamala actualmente aporta un caudal de 14.5 metros cúbicos de agua a la zona metropolitana del Valle de México y del Valle de Toluca, lo que equivale sólo al 20% del total del agua que utiliza el DF y zona conurbada.
"Derivado de las bajas precipitaciones pluviales en la región durante 2008, a la fecha las presas que aportan agua al Sistema Cutzamala registran almacenamientos (47%) significativamente menores al promedio histórico (89.6%).
"Por tal motivo, se acordó con el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM) y la Comisión de Aguas del Estado de México (CAEM) una reducción en la entrega de agua tres días al mes en promedio de enero a junio. Esta tercera reducción se realizará disminuyendo el caudal suministrado por el Sistema al 100% en las primeras 36 horas y posteriormente al 50%. La distribución de estos caudales es competencia de ambos organismos".
El Jueves Santo la Conagua precisó que el corte del suministro en su totalidad se efectuaría de las cinco de la mañana de ese día a las cinco de la tarde del viernes, y a partir de ese momento y hasta la medianoche de hoy, Domingo de Resurrección, se restablecería el suministro al 50%. Al comenzar el lunes, el servicio se normalizaría. Pero el gobierno de la capital añade que requiere de tres días más, de lunes a miércoles, para echar a andar de nuevo a plenitud el aprovisionamiento. La Conagua, por su parte, oculta en sus avisos el hecho de que el servicio se interrumpe para realizar labores de reparación y mantenimiento del sistema de bombeo, y atribuye el episodio sólo a la escasez de agua y a la necesidad de preservarla hasta que se regularicen las lluvias (si eso ha de ocurrir algún día, porque el cambio climático ha roto las regularidades pluviales).
Por su parte, el gobierno del DF disimula su responsabilidad. La red de distribución es muy vieja (en extensas zonas data de hace 75 años) y no se la repara y mantiene a efecto de evitar las fugas, que en porciones de la capital son de un volumen inadmisible, y ocasionan un muy inequitativo reparto del líquido. En la víspera del paro anunciado por la Conagua, es decir en condiciones "normales", diez colonias de las delegaciones de Coyoacán y Cuajimalpa dejaron de contar con el suministro habitual. En Iztapalapa, la comarca más castigada por ese problema en todo tiempo (debido a su lejanía de las fuentes suministradoras), se acrecentó la demanda, entre otras cosas porque su consumo crece el Viernes Santo por los cientos de miles de personas que acuden al Cerro de la Estrella a presenciar y participar en la escenificación del Vía Crucis y la crucifixión.
Más de la mitad del agua que consume la Ciudad de México proviene de mantos acuíferos, no todos situados en su territorio, sino en la entidad vecina, y por lo tanto sujetos a una autoridad diferente del gobierno capitalino. Y de los respectivos pozos que opera directamente el SACM, alrededor de 200 (de un total de poco más de mil) han dejado de funcionar por agotamiento, por contaminación o por fallas en sus sistemas de bombeo.
A las dificultades nacidas de la ubicación geográfica de la gran zona metropolitana y de las transformaciones en el régimen de lluvias, se agregan problemas de organización y otros de naturaleza política. Aunque se ha buscado crear instancias de coordinación metropolitana, subsisten mecanismos y conflictos que datan de la época en que el Departamento del Distrito Federal era una dependencia del gobierno central, y en que las autoridades obedecían a un solo mando, el presidencial. La distribución del poder que a trompicones ha venido sustituyendo el monopolio priista ha causado que cada una de las zonas de autoridad involucradas esté en manos de partidos distintos: el PRI gobierna en el Estado de México, y el PRD la capital, mientras que el gobierno federal es ejercido por el PAN.
Una noción atrasada de la competencia partidaria, que antepone los intereses particulares por encima de los generales, conduce a que la función pública se ejerza con criterios partidarios y como parte de la contienda electoral. Las imputaciones del director de la Conagua al jefe de gobierno capitalino se inscriben en la estrategia general panista para reemplazar al perredismo en el gobierno del DF, y dejar de ser segunda fuerza electoral con reducidos enclaves de autoridad. El PRD atribuye además a Luege un interés particular en esta disputa, porque le supone el propósito de ser el candidato de su partido a la jefatura de gobierno en 2012. Debe recordarse, para que esta afirmación tenga sentido, que el director de Conagua presidió el comité panista del DF, es decir encabezó la oposición durante el sexenio en que gobernó Andrés Manuel López Obrador.
Se entiende que los partidos busquen mantenerse en el poder y los funcionarios mejorar sus posiciones. Pero se espera al mismo tiempo que lo hagan sin contrariar el propósito formal de todo gobierno, que es servir a la población. En este caso la fuerza de la necesidad: el riesgo de que la sed se apodere de la capital federal debería conducir a una armonización de intereses, en que cada parte salga con ganancias pero la mayor sea para la sociedad.
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Creada Tenochtitlán entre lagos, la Ciudad de México que se asentó sobre las ruinas de aquella urbe que asombró a los conquistadores corre el riesgo de quedarse sin agua. Por lo pronto, padece cada día una sed mayor. Por una variedad de factores, las fuentes propias de la cuenca disminuyen y aun se agotan y, por otro lado, es más caro y difícil hacer llegar desde las partes bajas agua suficiente para la capital federal y su inmensa zona metropolitana. Siempre con faltantes que perjudican extensas zonas del oriente del Distrito Federal y su correspondiente área conurbada del Estado de México, el problema del suministro de agua se ha acentuado y obligado a sequías periódicas. Estamos, en este domingo de Resurrección, a la mitad de una de ellas, pues comenzó el jueves pasado, y aunque oficialmente termina hoy, sus efectos perdurarán hasta el miércoles próximo.
Agregados a los problemas estructurales de una cuenca desecada, demandante de cada vez mayor cantidad del líquido, de tanto en tanto surgen conflictos sustantivos o verbales entre las autoridades involucradas en la materia. Cuando no disputan entre sí los gobiernos mexiquense y capitalino, éste entra en litigios formales y políticos con la Federación, representada por la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Junto a la guerra por el agua, pues su escasez y carestía implica una disputa, hay un enfrentamiento político entre el gobierno federal y su partido y el de la Ciudad de México y el suyo. Por lo pronto, con habilidad, el gobierno mexiquense se ha mantenido al margen de la querella agudizada por las anunciadas y sucesivas interrupciones del suministro de agua del sistema Cutzamala. Efectuados dos cortes anteriores, del segundo de los cuales a principios de marzo todavía no se reponen algunas colonias capitalinas, el tercero, el que está en curso hoy, avivó la periódica reyerta entre José Luis Luege Tamargo, director de la Conagua, y el jefe de gobierno Marcelo Ebrard. Se enfrentan ahora por la verdadera dimensión del efecto que provoca el menor caudal disponible y por sus causas. Ambas partes dicen sólo una porción de la verdad.
Oficialmente, la Conagua anunció que la tercera reducción del suministro del sistema Cutzamala se debe "a la escasez de agua en las presas". Así lo dice en la profusa publicidad con que se exculpa de la anunciada carencia:
"El sistema Cutzamala actualmente aporta un caudal de 14.5 metros cúbicos de agua a la zona metropolitana del Valle de México y del Valle de Toluca, lo que equivale sólo al 20% del total del agua que utiliza el DF y zona conurbada.
"Derivado de las bajas precipitaciones pluviales en la región durante 2008, a la fecha las presas que aportan agua al Sistema Cutzamala registran almacenamientos (47%) significativamente menores al promedio histórico (89.6%).
"Por tal motivo, se acordó con el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM) y la Comisión de Aguas del Estado de México (CAEM) una reducción en la entrega de agua tres días al mes en promedio de enero a junio. Esta tercera reducción se realizará disminuyendo el caudal suministrado por el Sistema al 100% en las primeras 36 horas y posteriormente al 50%. La distribución de estos caudales es competencia de ambos organismos".
El Jueves Santo la Conagua precisó que el corte del suministro en su totalidad se efectuaría de las cinco de la mañana de ese día a las cinco de la tarde del viernes, y a partir de ese momento y hasta la medianoche de hoy, Domingo de Resurrección, se restablecería el suministro al 50%. Al comenzar el lunes, el servicio se normalizaría. Pero el gobierno de la capital añade que requiere de tres días más, de lunes a miércoles, para echar a andar de nuevo a plenitud el aprovisionamiento. La Conagua, por su parte, oculta en sus avisos el hecho de que el servicio se interrumpe para realizar labores de reparación y mantenimiento del sistema de bombeo, y atribuye el episodio sólo a la escasez de agua y a la necesidad de preservarla hasta que se regularicen las lluvias (si eso ha de ocurrir algún día, porque el cambio climático ha roto las regularidades pluviales).
Por su parte, el gobierno del DF disimula su responsabilidad. La red de distribución es muy vieja (en extensas zonas data de hace 75 años) y no se la repara y mantiene a efecto de evitar las fugas, que en porciones de la capital son de un volumen inadmisible, y ocasionan un muy inequitativo reparto del líquido. En la víspera del paro anunciado por la Conagua, es decir en condiciones "normales", diez colonias de las delegaciones de Coyoacán y Cuajimalpa dejaron de contar con el suministro habitual. En Iztapalapa, la comarca más castigada por ese problema en todo tiempo (debido a su lejanía de las fuentes suministradoras), se acrecentó la demanda, entre otras cosas porque su consumo crece el Viernes Santo por los cientos de miles de personas que acuden al Cerro de la Estrella a presenciar y participar en la escenificación del Vía Crucis y la crucifixión.
Más de la mitad del agua que consume la Ciudad de México proviene de mantos acuíferos, no todos situados en su territorio, sino en la entidad vecina, y por lo tanto sujetos a una autoridad diferente del gobierno capitalino. Y de los respectivos pozos que opera directamente el SACM, alrededor de 200 (de un total de poco más de mil) han dejado de funcionar por agotamiento, por contaminación o por fallas en sus sistemas de bombeo.
A las dificultades nacidas de la ubicación geográfica de la gran zona metropolitana y de las transformaciones en el régimen de lluvias, se agregan problemas de organización y otros de naturaleza política. Aunque se ha buscado crear instancias de coordinación metropolitana, subsisten mecanismos y conflictos que datan de la época en que el Departamento del Distrito Federal era una dependencia del gobierno central, y en que las autoridades obedecían a un solo mando, el presidencial. La distribución del poder que a trompicones ha venido sustituyendo el monopolio priista ha causado que cada una de las zonas de autoridad involucradas esté en manos de partidos distintos: el PRI gobierna en el Estado de México, y el PRD la capital, mientras que el gobierno federal es ejercido por el PAN.
Una noción atrasada de la competencia partidaria, que antepone los intereses particulares por encima de los generales, conduce a que la función pública se ejerza con criterios partidarios y como parte de la contienda electoral. Las imputaciones del director de la Conagua al jefe de gobierno capitalino se inscriben en la estrategia general panista para reemplazar al perredismo en el gobierno del DF, y dejar de ser segunda fuerza electoral con reducidos enclaves de autoridad. El PRD atribuye además a Luege un interés particular en esta disputa, porque le supone el propósito de ser el candidato de su partido a la jefatura de gobierno en 2012. Debe recordarse, para que esta afirmación tenga sentido, que el director de Conagua presidió el comité panista del DF, es decir encabezó la oposición durante el sexenio en que gobernó Andrés Manuel López Obrador.
Se entiende que los partidos busquen mantenerse en el poder y los funcionarios mejorar sus posiciones. Pero se espera al mismo tiempo que lo hagan sin contrariar el propósito formal de todo gobierno, que es servir a la población. En este caso la fuerza de la necesidad: el riesgo de que la sed se apodere de la capital federal debería conducir a una armonización de intereses, en que cada parte salga con ganancias pero la mayor sea para la sociedad.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
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