Y sube la adrenalina...

A Puerta Cerrada / Marcela Gómez Zalce

• Y ahoraaaaaaaa Felipe reta a EU
• Y… ¿tropas a la frontera?


A toda acción, mi estimado, hay una reacción. Sugerente y volátil la semana que finaliza con la tentadora provocación gubernamental del gobierno de Barack Obama al (des)gobierno de Felipe Calderón, con una sugestiva cantidad de misiles discursivos relacionados con el fracaso en el combate al narcotráfico, seguido con la simpática inclusión del Chapo del sexenio, Joaquín Guzmán Loera, en la selecta lista de los billetudos de Forbes y coronado con el anuncio del posible envío de tropas norteamericanas a la frontera.

Pero como la histeria y el descontrol hormonal de Felipe y su Gymboree son conductas típicas y muy predecibles, my friend, nuestros vecinos ya preparan el ring donde les romperán su mandarina en gajos y ya madreados, les pagarán los gastos del hospital... porque así son las formas para conseguir sus propósitos y este fantástico equipo de mexicanos en el poder (del no poder) se están poniendo para la foto por ser, básicamente, una bola de cuates improvisados que, sin recapacitar, están llevando el país al caos… y al enfriamiento de la relación bilateral, cuya historia en la congeladora se recuerda con el delicado caso del agente de la DEA asesinado, Enrique Kiki Camarena, yes?

Las recientes acusaciones, señalamientos, denuncias, inculpaciones, recriminaciones y culpas que comenzaron en las últimas semanas del régimen de George W. Bush, y que han sido in crescendo en el tono y volumen sobre el reverendo desmadre en el patio trasero, rematado con la certeza de aquellito de que el narco impide que Los Pinos gobierne algunas partes del territorio nacional, ya alcanzan niveles insospechados no sólo en las atractivas provocaciones sino en las lamentables reacciones de “retador, fajador, bravucón y temerario pendenciero” (Paredes dixit) en que se ha vuelto, ni más ni menos, que Felipe Calderón.

Quizá el cálculo del ilustrísimo equipo de estadistas presidenciales y expertos en comunicar mensajes es que aflore –con ayuda de esos calientes discursos que tanto emergen con un carácter (de mecha corta… o, de plano sin mecha) como el de Felipe– el (devaluado) nacionalismo para buscar un balance mediático en la madriza norteamericana y todo en medio de su mal llamada guerra contra la organizada delincuencia, que todos los días acrecienta los números rojos y la escalada de violencia… que ya trasciende los tres mentados estados.

Una vez más se devela que no hay estrategia, mucho menos destreza, habilidad y/u oficio para enfrentar los constantes retos, desafíos y acusaciones sobre el Estado fallido, colapsos rápidos, ingobernabilidad y la joyita de Forbes… que tiene toda la tela de dónde cortar para exhibirse, diplomática y serenamente, un sinfín de placenteras preguntas… que terminarían cuestionando al mismísimo gobierno estadunidense.

No sólo en la sugestiva metodología sino en la legalidad del negocio de uno de los hombres, supuestamente más buscados por la justicia de ambos países y donde la ruta del dinero, amable lector, daría algunas interesantes pistas. Porque hasta hoy no se sabe de sucursales bancarias en la Luna, Marte o Plutón. Y si el travieso capo mueve esas cantidades de dinero, quien esté libre de culpa que aviente la primera transacción o ya encarrerados, un espewa.

En el colmo de la histérica ceguera federal, no se alcanza a leer con sumo cuidado los mensajes de Washington escupidos por el vicepresidente Joe (the plummer?) Biden al decir que debemos controlar la situación…ya lo hicimos en Colombia aunque, not so fast, my dear.

Hace algunas lunas, un altísimo funcionario colombiano de visita en nuestro país aventó en una cena entre un selecto círculo de muy simpáticos personajes… la estrategia del éxitosísimo Plan Colombia en un lenguaje que haría palidecer a Luis Téllez. Resumiendo, advirtió que México no debería poner obstáculos, resistencia, impedimentos y dificultades para que los Estados Unidos se manejaran a sus anchas desde sus HQ´ts que están en la sede diplomática. O sea, que los güeritos entren de lleno y con el mando para hacerse cargo de tácticas, operaciones, entrenamientos, negociaciones, capacitaciones, cooperación entre dependencias federales y un cúmulo de linduras más.

El resultado del célebre planecito colombiano es hoy de dudarse en su efectividad… sobre todo si está asentado en terrenos escrupulosos del tráfico de estupefaciente que siguen fluyendo sin mayores problemas. Porque, efectivamente, la ola de violencia colombiana se redujo gracias a la intervención norteamericana en… la negociación.

Tan tan.

¡Adiós!

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