¿Y el tipo de cambio, apá?

Marcela Gómez Zalce

• Los costos de las lealtades
• El ABC de Mullen


Los peores enemigos, mi estimado, son los que siempre asienten. Finaliza la agitada semanita con la caída del ¿traidor?, perdón, balconeado Luis Téllez y la llegada de un leal (whatever the fuck this means), Juan Molinar, que esbozó el panorama interno que a Felipe le interesa (besides the booze), que no es sino un gabinete de sumisos funcionarios que se pliegan a la incondicional agenda presidencial que un cuadro de colaboradores con experiencia a la altura de las complejas circunstancias que enfrenta su (des)gobierno, que además para completar el espectáculo de la casa de la risa histérica, ha entrado en estos últimos días a un inédito intercambio de acusaciones, señalamientos, declaraciones e inculpaciones bilaterales por el descontrol de su mal llamada guerra contra la organizada delincuencia.

A 27 meses de una declaración frontal (para legitimarse en el poder… del no poder) contra los traviesos, my friend, y con una evidente estrategia que comenzó con una temeraria, irreflexiva y aventurada extradición de los principales operadores y capos de la droga, esta administración paga las consecuencias de falsos diagnósticos, reciclamientos de políticas y tácticas añejas y de remedios equivocados… que han colocado en el epicentro de preocupación (y pronta ocupación) de nuestros inquietos vecinos, que están anunciando el ABC para comenzar, si no a solucionar, sí a poner orden en el desorden del patio trasero.

Y así con su distintivo estilo, Calderón, micrófono en mano, acusa tardíamente al gobierno de Estados Unidos – en una clara táctica de (chickenshit leverage) desarrollar un nacionalismo en época de crisis— de ser parte del volátil problema que se le ha salido completamente de control y cuyo fracaso, rumbo al colapso rápido, ya se enfila al de un Estado fallido.

Y todo en medio de la severa crisis económica donde, para documentar el tamaño del nubarrón catastrofista, el Banco de México se aventó (sin paracaídas) al fondo del hoyo negro advirtiendo que se colocarán en el mercado 19 mil millones de dólares diarios en lo que resta del año para generar certidumbre (¿¡?!), cuando lo que están haciendo, amable lector, es jugar su resto (de nuestras reservas, of course) para fijar, aunque no lo parezca, la paridad cambiaria.

Y con esto lo único que están logrando (bunch of retards) es enviar (señales desesperadas), para no perder la costumbre de la incongruencia sexenal, la señal contraria. La de la… incertidumbre.

Porque no sólo la simpática chequera no va a alcanzar para fijar un tipo de cambio (de cuidado), sino que la factura para el país en el mediano plazo será de pronóstico muy reservado, quedando constatado que el presumido equipo económico del Gymboree presidencial (the usual, worthless morons) logró imponer agenda frente a otras estupendas sugerencias que fueron silenciadas con la forma que dijo todo del fondo…

Y el sugestivo fondo, mi estimado, es que el ambiente interno de los gabinetes de seguridad y económico están, gracias a ese cariñosito sello de lealtad vs. experiencia, en delicadas disputas de visión, enfoque y perspectiva… que está desencadenando precipitadas y comprometidas soluciones.

Lo bueno de todo esto es (lo malo que se va a seguir poniendo) que alrededor del asunto de la mentada seguridad, Estados Unidos sigue machacando el discursito con eso de su inquietud (o sea, nerviosismo, intranquilidad, impaciencia y temor) por la escalada de violencia en México. Y utilizando como misil, perdón de nuevo, mensajero, ni más ni menos que al jefe del Estado Mayor de la Fuerzas Armadas, hoy en encantadora gira, al almirante Mullen, se esboza el camino abierto de la cooperación bilateral… con un enfoque militar (the Colombian experience)… lo que pone algunas llamativas íes al índice de confianza en los civiles mexicanos, yes?

Por el contrario, en la arena económica nacional más allá del catarri… no, no… del tsunami financiero, un grupito de empresarios pasados, avalados por el (des)gobierno de Felipe, le han dado el empujoncito final al abismo de la incertidumbre…

La simpática duda es el timing de este colapso…, para colmos también, rápido.

¡Adiós!

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