Las armas de la diplomacia

El anuncio más importante que hizo la semana pasada el nuevo procurador Eric Holder no fue el arresto de 755 narcotraficantes presuntamente ligados al cártel de Sinaloa (“pedazos de basura humana de los narcos mexicanos”, los llamó el incontenible Lou Dobbs, de la CNN), sino el interés de la administración Obama de reinstalar la prohibición de la venta de rifles de asalto que usan los capos mexicanos para asesinar policías, soldados, periodistas y civiles

Holder dijo que sería una medida positiva para México. Un día antes, el funcionario abordó el tema con su contraparte mexicana, Eduardo Medina Mora y el embajador Arturo Sarukhán.

En 1994, en la gestión de Bill Clinton, el Congreso prohibió la venta de 19 tipos de rifles semiautomáticos militares y de cargadores para 10 rondas de balas por un periodo de 10 años. Pero en 2004, George W. Bush no hizo nada por extender la prohibición, lo que inundó a México con ese tipo de rifles. La Barret 50, uno de los rifles en la lista ex prohibida, es el preferido por los cárteles y los francotiradores en Afganistán, pues es capaz de perforar un blindaje a largas distancias. Recientemente, las autoridades incautaron 17 en Reynosa.

En diciembre, en su última rueda de prensa con una delegación mexicana en esta capital, le pregunté a Condoleezza Rice si Bush estaba enterado de la conexión directa entre el fin de la veda y la proliferación de rifles semiautomáticos en México. Con aire de superioridad académica negó la relación: “Sabes, es muy interesante, sigo de cerca el tráfico de armas en el mundo y nunca he conocido traficantes de armas a quienes les importe mucho qué digan las leyes. Simplemente no acepto la noción de que el fin de la prohibición ha llevado a los traficantes a intensificar sus actividades.”

Si bien la llegada de los demócratas —menos ortodoxos y extremistas que los republicanos, respecto al cumplimiento de la Segunda Enmienda Constitucional que garantiza el derecho a poseer armas— es prometedora, es poco probable que el anuncio de Holder prospere. Nancy Pelosi, la poderosa líder de la Cámara Baja, ya dijo que las leyes vigentes bastan para combatir la venta ilegal de armas. Pelosi no quiere abrir un nuevo flanco en las guerras legislativas con los republicanos. Ni qué decir de la combativa oposición del lobby armamentista cuyos blogueros están amenazando con insurrección armada, si hay regreso a la prohibición.

ARTURO SARUKHÁN

El tráfico de armas hacia México no es nuevo. Lo nuevo es que hoy esté en el centro del debate bilateral. Esto se debe en gran medida a la persistencia de Sarukhán, quien en las decenas de foros públicos y reuniones privadas que sostiene semanalmente en este país, no quita el dedo del renglón. De hecho, desde el primer día sentó la agenda cuando, en una célebre entrevista con The Washington Post, acusó a EU de no hacer nada, “cero”, para contribuir en los esfuerzos mexicanos contra las armas y el lavado de dinero.

Hábil, como pocos en la administración Calderón, en el manejo de las relaciones públicas y los medios, Sarukhán no desaprovecha oportunidad para difundir el mensaje de México. Haciendo uso de accesos privilegiados a los nuevos ungidos —Hillary Clinton, Eric Holder, Janet Napolitano, y el poderoso Chief of Staff de la Casa Blanca Rahm Emmanuel— ya logró, claro con la ayuda de la brutal violencia en la frontera, que la administración Obama pusiera a México en su lista de prioridades. Ahora sólo falta ver resultados.

UNA BUENA NOTICIA

Con el torrente de malas noticias se nos olvida celebrar cuando hay una buena. Por ejemplo, el anuncio de Obama sobre el retiro de tropas de Iraq para el 31 de agosto de 2010. Además del impacto positivo que tendrá sobre la moral y la psicología del pueblo estadounidense, el regreso de 142,000 efectivos (menos un tercio que, en principio, permanecerá hasta 2011), ayudará a la crisis económica. EU ha gastado 860,000 mdd en la guerra. (El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, calcula el derrame bélico en 3 billones de dólares). No sólo eso. El fin de la guerra podría persuadir a los desanimados estadounidenses que tiempos mejores están por venir. Esperemos que así sea.

Dolia Estévez / ESA

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