La desvergüenza de Peña Nieto

Alberto Híjar

Con la apostura y seguridad que lo caracteriza, el gobernador del Estado de México es reiteradamente exhibido como un enérgico defensor de los derechos de las mujeres en cuyo honor entregó tres galardones. Con auditorio lleno de acarreados y familiares de las premiadas, Peña Nieto pretendió probar los empeños de su gobierno en pro de las mujeres.

No somos pocos quienes lo tenemos presente como uno de los mandos principales que ordenaron el ataque a los pueblos del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y en especial al de San Salvador Atenco. Más que probadas están las innumerables violaciones de todo tipo cometidas por soldados y policías instruidos para aplicar lo que los tiranos llaman todo el peso de la ley. Valientes testimoniantes han narrado los secuestros, el amontonamiento en transportes improvisados, las golpizas, los insultos, las agresiones sexuales y la indefensión absoluta.

El escándalo llegó hasta Sudamérica por la expulsión de una estudiante de cine Valentina Palma, quien un año después respondió con una película testimonial no sin antes distribuir fotos de los moretones y magulladuras en su cuerpo como resultado de la agresión militar y policíaca. Nada de esto se hizo sin el consentimiento y el interés de Peña Nieto y las autoridades federales para escarmentar a los campesinos defensores de sus tierras contra el proyecto de aeropuerto que sólo hubiera beneficiado a una minoría. En aquel entonces, el actual procurador general Medina Mora era responsable de seguridad nacional y quien lo es ahora de ésta área, Genaro García Luna, dirigía la AFI. No fue ajena a todo esto la Secretaría de Gobernación dirigida por Santiago Creel y cabe suponer la ingerencia de la Presidencia de la República y de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes así como de los presidentes municipales perredistas de Atenco y Texcoco. La violencia en territorio del Estado de México y con gobernador recién estrenado no sólo fue tolerada sino propiciada.

Precandidato a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto gasta un dineral del erario público en promover su imagen de empresario exitoso pero duro a la vez. La prueba está en el proyecto Resplandor Teotihuacano que pese a todas las voces en contra sigue adelante como parte de un monstruoso proyecto turístico incluyente de los pueblos del antiguo Lago de Texcoco donde CONAGUA y la ICA están comprando centenares de hectáreas que no serán más para el cultivo del maíz y otras especies.

Esta vesania, dulcificada con la actuación de Lucero en Televisa con tiempo triple A comprado, pretende lavar la imagen de quien figura como enemigo principal de las mujeres y los pueblos campesinos. Es el jefe del gobierno que no sólo alivió la agresión a las mujeres, sino las encarceló, las violentó y llegó al extremo de levantarle nuevo auto de formal prisión a la dirigente mazahua Magdalena García Durán cuando había sido liberada por un amparo.

La compañera no olvida la campaña internacional de cartas por su libertad entre las que recuerda las de Hilaria Clinton y madame Miterrand. Magdalena no es la única afectada por la secuela de los daños físicos y psicológicos y sólo hay que imaginar el clandestinaje obligado de América del Valle para librarse de la orden de aprehensión que suma dolor a la familia de Nacho del Valle, el sentenciado a 107 años de prisión.

Depredador de familias enteras, buen pagador de fianzas para policías acusados de delitos menores de acoso sexual, destructor del hábitat campesino y favorecedor de proyectos empresariales destructores del ambiente, el desvergonzado Peña Nieto tiene que ser recordado como enemigo de la humanidad pese a sus costosas campañas publicitarias que no lograrán lavar del todo su imagen de engominado galán de fotonovela.

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