Pedro Echeverría V.
1. En el seminario, Los Partidos y una Nueva Sociedad, celebrado la semana pasada en la ciudad de México, me pareció ver que la delegación argentina estaba representada por tres posiciones: 1. La que apoyaba con convicción la obra de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, 2. La que asumió una posición crítica, el Movimiento Libres del Sur, que nos presentó tres artículos de su revista Patria Grande, y 3. La del Movimiento Patriótico Revolucionario “Quebracho”. Los dos primeros parecen hacer política legal, en la prensa y en el parlamento; por el contrario, los compañeros del MPR Quebracho, de acuerdo con un video que me entregaron, están en la lucha abierta en las calles y manejando posiciones de izquierda radical anticapitalista frente al gobierno de la, o los, Kirchner.
2. La realidad es que es difícil comprender a la Argentina actual sin acudir a los últimos 25 años de su historia, es decir desde la muerte de Perón en 1974 hasta el fin del funesto gobierno de Saúl Ménem en 1999. ¿Puede acaso construirse una idea de la situación actual haciendo a un lado las brutalidades del gobierno de Estela Martínez de Perón que llevó a gran polarización y violencia y los siete años de dictadura militar de los generales Videla, Viola, Galtieri entre los años 1976/83)? ¿Puede olvidarse al fracasado gobierno de Alfonsín que retrocedió ante por cobardía ante los militares y que su fracaso económico dio entrada al nefasto decenio de Ménem? La realidad es que otra cosa sería Argentina si Héctor Cámpora no le hubiese dejado el gobierno a Estela de Perón.
3. Argentina, junto a Brasil y México, por el número de sus habitantes, su extensión territorial, por su fuerza cultural, contribuyeron a construir un bloque de poder en América Latina frente a la dominación yanqui en las décadas de los cuarenta a los ochenta. Sin embargo, al imponerse el neoliberalismo, México adoptó el camino de la sumisión definitiva hacia los gobiernos de Reagan y sucesores, mientras los argentinos y brasileños se sometían y resistían hasta llegar el siglo XXI con gobiernos que parecen luchar en serio por su independencia. Por Brasil y Argentina, a pesar de no haber tomado el camino de construir una nueva constitución y no haberse declarado por la construcción de una nueva sociedad, se tienen algunas esperanzas. No tan grandes como las que tenemos en los pueblos de Venezuela, Bolivia y Ecuador.
4. Después de las dictaduras militares y del civil Ménem, Argentina entró en una gran crisis provocada por luchas entre liderazgos partidaristas y una economía que se desplomaba. El nuevo gobierno de De la Rúa provocó en 2001 una gran fuga de capitales llevando a construir el llamado “corralito” para hacer imposible un mayor desfalco de la banca; sin embargo grandes movilizaciones de masas encabezadas por los “piqueteros” y los “caceroleros” lo echaron del gobierno. Después de breves interinatos, en enero de 2002 subió Duhalde quien frenó en parte el descontento. En aquellas semanas pude estar en varios campamentos de piqueteros en el Gran Buenos Aires, integrados por miles de desempleados y las enormes y combativas manifestaciones de caceroleros en la Plaza de Mayo.
5. Esas poderosas movilizaciones, sin duda, dieron a los argentinos un alto nivel de conciencia y participación. Reivindicaron sus grandes batallas obreras de antaño y los hicieron más críticos y exigentes. Los gobiernos de los Kirchner (2003/07 y 2008/) lograron frenar la profunda crisis política y económica de la Argentina de los últimos nueve años, que se inició con De la Rúa; pero no han podido recuperar a la Argentina que se descompuso desde que Cámpora, el gran presidente Cámpora que en los dos meses de 1973 que gobernó recibió al presidente chileno Allende, al presidente cubano Dorticós y liberó de la cárcel a los presos izquierdistas, entre ellos a los Montoneros. Los argentinos seguramente están arrepentidos por no brindarle a Cámpora el fuerte apoyo que necesitaba.
6. Según documentos de los compañeros de “Movimiento Libres del Sur” el gobierno de los Kirchner viran rápidamente hacia la derecha porque el gobierno de Cristina se ha debilitado. Dicen: “Llegan a tal punto las concesiones que en Catamarca el gobierno nacional acaba de concretar una alianza nada menos que con Barrionuevo y Saadi”. Escriben: “Tenemos a la vieja derecha por un lado (aunque con caras renovadas para disimular) con Macri, De Narváez (Duhalde por detrás) y, lamentablemente, la reciente incorporación de Felipe Solá” Se intenta justificar ese giro hacia la derecha diciendo “que la sociedad se ha corrido hacia la derecha y que a la izquierda del kirchnerismo no hay nada”. La realidad es que ese gobierno no puede virar hacia los trabajadores porque parece ser enemigo de ellos.
7. Por otro lado, basta con observar el material de video que me entregaron hace unos días los compañeros de “Quebracho” para saber que una de sus definiciones políticas más importantes es que jamás han participado en las elecciones por cuestiones estrictamente prácticas. Pero reconocen: “Si en determinada situación viéramos que nuestra participación en las elecciones es conveniente para la causa popular, participaríamos. Lo que vemos es que sin poder real, desde la debilidad, participar de la contienda electoral es facilitar el montaje de un juego tramposo contra el pueblo. Recuerdan que con el cuento de “castigar en las urnas”, al pueblo se le proponía que votara a tal o cual candidato “progresista”. Por eso, ante los llamados burgueses al voto, señala “Quebracho”, el pueblo rechaza la farsa.
8. A los luchadores de “Quebracho” se les acusa de violentos por defender los intereses del pueblo en las calles y las plazas y por no dejarse engañar por los procesos electorales. Por eso explican con mucha claridad: “Acá el único violento es el sistema. La causa de la violencia es la injusticia. Nosotros no estamos en contra de la violencia en manos del pueblo. Creemos que la violencia en manos del pueblo no es violencia, es justicia, y es en defensa propia, contra la violencia del régimen. Si estuviéramos en contra de toda violencia; tendríamos que condenar a San Martín, a Belgrano, a Güemes, a Mariano Moreno, a Yrigoyen; tendríamos que condenar a los pueblos originarios que le hicieron la guerra al invasor europeo, tendríamos que condenar a las masas populares que derrotaron a las invasiones inglesas.
9. No tengo duda de los altos niveles de discusión política que se vive en la Argentina de hoy. Su alta escolaridad, así como la participación política y sindical de su pueblo, convirtieron a la Argentina en modelo de las luchas sindicales. A pesar de las muchas lecturas que pudiéramos tener acerca de las diferentes problemáticas de América Latina siempre estaremos muy lejos de comprenderla en su profunda magnitud. Pero tampoco podemos negar que los que nos dedicamos a conocer lo político tenemos una idea cercana a la realidad. En Argentina, como en todos los países, sólo se resolverán los problemas económicos y políticos fundamentales con la participación directa de los explotados y oprimidos que son la enorme mayoría de las poblaciones. Los cambios en las dirigencias de gobierno son nada ante las necesidades de los pueblos.
1. En el seminario, Los Partidos y una Nueva Sociedad, celebrado la semana pasada en la ciudad de México, me pareció ver que la delegación argentina estaba representada por tres posiciones: 1. La que apoyaba con convicción la obra de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, 2. La que asumió una posición crítica, el Movimiento Libres del Sur, que nos presentó tres artículos de su revista Patria Grande, y 3. La del Movimiento Patriótico Revolucionario “Quebracho”. Los dos primeros parecen hacer política legal, en la prensa y en el parlamento; por el contrario, los compañeros del MPR Quebracho, de acuerdo con un video que me entregaron, están en la lucha abierta en las calles y manejando posiciones de izquierda radical anticapitalista frente al gobierno de la, o los, Kirchner.
2. La realidad es que es difícil comprender a la Argentina actual sin acudir a los últimos 25 años de su historia, es decir desde la muerte de Perón en 1974 hasta el fin del funesto gobierno de Saúl Ménem en 1999. ¿Puede acaso construirse una idea de la situación actual haciendo a un lado las brutalidades del gobierno de Estela Martínez de Perón que llevó a gran polarización y violencia y los siete años de dictadura militar de los generales Videla, Viola, Galtieri entre los años 1976/83)? ¿Puede olvidarse al fracasado gobierno de Alfonsín que retrocedió ante por cobardía ante los militares y que su fracaso económico dio entrada al nefasto decenio de Ménem? La realidad es que otra cosa sería Argentina si Héctor Cámpora no le hubiese dejado el gobierno a Estela de Perón.
3. Argentina, junto a Brasil y México, por el número de sus habitantes, su extensión territorial, por su fuerza cultural, contribuyeron a construir un bloque de poder en América Latina frente a la dominación yanqui en las décadas de los cuarenta a los ochenta. Sin embargo, al imponerse el neoliberalismo, México adoptó el camino de la sumisión definitiva hacia los gobiernos de Reagan y sucesores, mientras los argentinos y brasileños se sometían y resistían hasta llegar el siglo XXI con gobiernos que parecen luchar en serio por su independencia. Por Brasil y Argentina, a pesar de no haber tomado el camino de construir una nueva constitución y no haberse declarado por la construcción de una nueva sociedad, se tienen algunas esperanzas. No tan grandes como las que tenemos en los pueblos de Venezuela, Bolivia y Ecuador.
4. Después de las dictaduras militares y del civil Ménem, Argentina entró en una gran crisis provocada por luchas entre liderazgos partidaristas y una economía que se desplomaba. El nuevo gobierno de De la Rúa provocó en 2001 una gran fuga de capitales llevando a construir el llamado “corralito” para hacer imposible un mayor desfalco de la banca; sin embargo grandes movilizaciones de masas encabezadas por los “piqueteros” y los “caceroleros” lo echaron del gobierno. Después de breves interinatos, en enero de 2002 subió Duhalde quien frenó en parte el descontento. En aquellas semanas pude estar en varios campamentos de piqueteros en el Gran Buenos Aires, integrados por miles de desempleados y las enormes y combativas manifestaciones de caceroleros en la Plaza de Mayo.
5. Esas poderosas movilizaciones, sin duda, dieron a los argentinos un alto nivel de conciencia y participación. Reivindicaron sus grandes batallas obreras de antaño y los hicieron más críticos y exigentes. Los gobiernos de los Kirchner (2003/07 y 2008/) lograron frenar la profunda crisis política y económica de la Argentina de los últimos nueve años, que se inició con De la Rúa; pero no han podido recuperar a la Argentina que se descompuso desde que Cámpora, el gran presidente Cámpora que en los dos meses de 1973 que gobernó recibió al presidente chileno Allende, al presidente cubano Dorticós y liberó de la cárcel a los presos izquierdistas, entre ellos a los Montoneros. Los argentinos seguramente están arrepentidos por no brindarle a Cámpora el fuerte apoyo que necesitaba.
6. Según documentos de los compañeros de “Movimiento Libres del Sur” el gobierno de los Kirchner viran rápidamente hacia la derecha porque el gobierno de Cristina se ha debilitado. Dicen: “Llegan a tal punto las concesiones que en Catamarca el gobierno nacional acaba de concretar una alianza nada menos que con Barrionuevo y Saadi”. Escriben: “Tenemos a la vieja derecha por un lado (aunque con caras renovadas para disimular) con Macri, De Narváez (Duhalde por detrás) y, lamentablemente, la reciente incorporación de Felipe Solá” Se intenta justificar ese giro hacia la derecha diciendo “que la sociedad se ha corrido hacia la derecha y que a la izquierda del kirchnerismo no hay nada”. La realidad es que ese gobierno no puede virar hacia los trabajadores porque parece ser enemigo de ellos.
7. Por otro lado, basta con observar el material de video que me entregaron hace unos días los compañeros de “Quebracho” para saber que una de sus definiciones políticas más importantes es que jamás han participado en las elecciones por cuestiones estrictamente prácticas. Pero reconocen: “Si en determinada situación viéramos que nuestra participación en las elecciones es conveniente para la causa popular, participaríamos. Lo que vemos es que sin poder real, desde la debilidad, participar de la contienda electoral es facilitar el montaje de un juego tramposo contra el pueblo. Recuerdan que con el cuento de “castigar en las urnas”, al pueblo se le proponía que votara a tal o cual candidato “progresista”. Por eso, ante los llamados burgueses al voto, señala “Quebracho”, el pueblo rechaza la farsa.
8. A los luchadores de “Quebracho” se les acusa de violentos por defender los intereses del pueblo en las calles y las plazas y por no dejarse engañar por los procesos electorales. Por eso explican con mucha claridad: “Acá el único violento es el sistema. La causa de la violencia es la injusticia. Nosotros no estamos en contra de la violencia en manos del pueblo. Creemos que la violencia en manos del pueblo no es violencia, es justicia, y es en defensa propia, contra la violencia del régimen. Si estuviéramos en contra de toda violencia; tendríamos que condenar a San Martín, a Belgrano, a Güemes, a Mariano Moreno, a Yrigoyen; tendríamos que condenar a los pueblos originarios que le hicieron la guerra al invasor europeo, tendríamos que condenar a las masas populares que derrotaron a las invasiones inglesas.
9. No tengo duda de los altos niveles de discusión política que se vive en la Argentina de hoy. Su alta escolaridad, así como la participación política y sindical de su pueblo, convirtieron a la Argentina en modelo de las luchas sindicales. A pesar de las muchas lecturas que pudiéramos tener acerca de las diferentes problemáticas de América Latina siempre estaremos muy lejos de comprenderla en su profunda magnitud. Pero tampoco podemos negar que los que nos dedicamos a conocer lo político tenemos una idea cercana a la realidad. En Argentina, como en todos los países, sólo se resolverán los problemas económicos y políticos fundamentales con la participación directa de los explotados y oprimidos que son la enorme mayoría de las poblaciones. Los cambios en las dirigencias de gobierno son nada ante las necesidades de los pueblos.
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