Luis Javier Garrido
El gobierno ilegítimo panista está ofreciendo mayores concesiones a Washington a cambio de obtener su ayuda para sortear la crítica situación por la que atraviesa: a entregar recursos de la nación y atribuciones del Estado a cambio de beneficios privados.
1. La reformulación de la estrategia estadunidense de dominación sobre México anunciada por la administración Obama para sustituir a la llamada Iniciativa Mérida, y que está ahora definiéndose en el Pentágono y el Departamento de Estado, amenaza con abrir nuevas vías para el control estadunidense de México por la actitud cada vez más entreguista del gobierno de facto de Calderón, empeñado en ofrecerlo todo con tal de que el nuevo equipo de la Casa Blanca considere como prioritario ayudar al PAN a mantenerse en el poder, lo que cristalizaría en la visita del nuevo presidente estadunidense a México en abril.
2. La situación de México es cada vez más crítica antes de cumplirse el tercer año del gobierno ilegítimo, según coinciden los análisis hechos por el gran capital privado –como el de Bancomer, del que ayer daba cuenta La Jornada–, pero Felipe Calderón, absolutamente de espaldas al pueblo de México, sigue insistiendo en su misma actitud de indolencia entreguista, sin darse cuenta de que lo están desaprobando no sólo la mayoría de los mexicanos, empobrecidos cada vez más en estos años, sino también aquellos a quienes en su estulticia pretende estar beneficiando.
3. El país está perplejo además tanto por el abandono que manifiesta el equipo calderoniano de sus responsabilidades constitucionales como por la ferocidad con la que está entregado a la corrupción. Mientras los responsables políticos del PAN tratan de ocultar sus vínculos evidentes con el narcopoder y de hacer creer que sólo el PRI está relacionado con los cárteles, Calderón y sus amigos siguen haciendo con las trasnacionales escandalosos negocios ilícitos en materia petrolera, como lo señaló Andrés Manuel López Obrador.
4. La verdad de lo que acontece no puede ocultarse ya que los hechos son contundentes, como lo está entendiendo la propia derecha mexicana. El gobierno extremista de Calderón no tiene proyecto alguno para la nación, pues entiende que su obligación fundamental es ante los poderes trasnacionales –únicos a los que se siente obligado a rendir cuentas–, y que ésta se limita a tratar de aplicar los programas neoliberales privatizadores para seguir desmantelando el Estado nacional y a la vez el buscar seguir cediendo áreas estratégicas al gobierno estadunidense, para lo cual le ha resultado fundamental el clima de violencia que ha instaurado en un remedo del Plan Colombia. Calderón pretende seguir argumentando así ante Obama que el suyo es, junto con el de Uribe, uno de los gobiernos más confiables para Estados Unidos en el continente.
5. La historia tiene sus ironías: en los años de la guerra fría, México era, además de Cuba, el único país latinoamericano que aspiraba a tener una diplomacia independiente frente a Estados Unidos, mientras las demás naciones del continente se asumían como protectorados, y hoy la situación es a la inversa. La carta que Calderón y su reducido equipo de confianza está jugando con Obama, demandándole su ayuda a través de las ya desesperadas gestiones de su embajador Sarukhán, ha cobrado un carácter singular, pues México, junto con Colombia, aparece como uno de los dos países más sometidos a Estados Unidos en el continente, como lo subraya el histórico triunfo electoral de Mauricio Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en las elecciones del domingo 15 en El Salvador, que entre otras cosas aisla aún más en el continente al gobierno ultraderechista de los panistas mexicanos.
6. El signo que caracteriza a la mayor parte de los gobiernos del continente es el de la definición de políticas propias, pero el de México es el de un entreguismo sin límites ante Estados Unidos y el poder trasnacional. Cuando desde el interior del gobierno colombiano se denuncian ya los efectos catastróficos del Plan Colombia, aquí Calderón quiere que se nos imponga un remedo de éste.
7. El modelo político neoliberal que se ha ido diseñando en los centros de poder financiero supone la reducción a su mínima expresión de los estados nacionales, pues tras la reconversión económica se busca que las decisiones esenciales en materia económica y social sean tomadas por los centros de poder financiero, y el control estratégico militar quede a cargo de las fuerzas del Pentágono, y a eso es a lo que está colaborando Calderón: a hacer de México un territorio de saqueo para el gran capital.
8. La estrategia de Bush ha rendido sus frutos, y desde los años previos a la guerra de 1846-1848, jamás en la historia entre México y Estados Unidos se había producido una andanada de descalificación tan violenta contra México en el Congreso estadunidense y en los medios informativos de ese país, ni una injerencia tan abierta y ofensiva de las autoridades estadunidenses, que han contado con la complacencia vergonzosa del gobierno espurio que, carente de toda dignidad, lo ha aceptado todo.
9. El actual desprestigio internacional de México como un país inmerso en la violencia, la corrupción y el narcotráfico es responsabilidad exclusiva de Calderón, que con su estulta decisión de lanzar una campaña de propaganda con su supuesta “guerra contra el narco”, no logró forjarse una imagen sino hundirse en un mayor descrédito, y sí consiguió, por otro lado, el objetivo buscado por Washington de acelerar la descomposición del Estado mexicano. Los exabruptos histéricos de Calderón al sorprenderse por la visión que se tiene en el exterior de su gobierno lo ponen por lo mismo en el centro de la discusión.
10. El país requiere tener un funcionamiento institucional y conforme a la legalidad constitucional para enfrentar sus gravísimos problemas. Dar curso a la demanda de que es urgente destituir a Calderón del cargo por sus actos evidentes de traición a la patria y por su incapacidad manifiesta para ejercer el cargo, agravada por el escenario de alcoholización que se dice prevalece en Los Pinos, ambos casos conforme al segundo párrafo del 108 constitucional, es la vía para resarcir a la nación e iniciar una rectificación profunda de las políticas actuales, que ignoran por completo los derechos fundamentales de los mexicanos.
El gobierno ilegítimo panista está ofreciendo mayores concesiones a Washington a cambio de obtener su ayuda para sortear la crítica situación por la que atraviesa: a entregar recursos de la nación y atribuciones del Estado a cambio de beneficios privados.
1. La reformulación de la estrategia estadunidense de dominación sobre México anunciada por la administración Obama para sustituir a la llamada Iniciativa Mérida, y que está ahora definiéndose en el Pentágono y el Departamento de Estado, amenaza con abrir nuevas vías para el control estadunidense de México por la actitud cada vez más entreguista del gobierno de facto de Calderón, empeñado en ofrecerlo todo con tal de que el nuevo equipo de la Casa Blanca considere como prioritario ayudar al PAN a mantenerse en el poder, lo que cristalizaría en la visita del nuevo presidente estadunidense a México en abril.
2. La situación de México es cada vez más crítica antes de cumplirse el tercer año del gobierno ilegítimo, según coinciden los análisis hechos por el gran capital privado –como el de Bancomer, del que ayer daba cuenta La Jornada–, pero Felipe Calderón, absolutamente de espaldas al pueblo de México, sigue insistiendo en su misma actitud de indolencia entreguista, sin darse cuenta de que lo están desaprobando no sólo la mayoría de los mexicanos, empobrecidos cada vez más en estos años, sino también aquellos a quienes en su estulticia pretende estar beneficiando.
3. El país está perplejo además tanto por el abandono que manifiesta el equipo calderoniano de sus responsabilidades constitucionales como por la ferocidad con la que está entregado a la corrupción. Mientras los responsables políticos del PAN tratan de ocultar sus vínculos evidentes con el narcopoder y de hacer creer que sólo el PRI está relacionado con los cárteles, Calderón y sus amigos siguen haciendo con las trasnacionales escandalosos negocios ilícitos en materia petrolera, como lo señaló Andrés Manuel López Obrador.
4. La verdad de lo que acontece no puede ocultarse ya que los hechos son contundentes, como lo está entendiendo la propia derecha mexicana. El gobierno extremista de Calderón no tiene proyecto alguno para la nación, pues entiende que su obligación fundamental es ante los poderes trasnacionales –únicos a los que se siente obligado a rendir cuentas–, y que ésta se limita a tratar de aplicar los programas neoliberales privatizadores para seguir desmantelando el Estado nacional y a la vez el buscar seguir cediendo áreas estratégicas al gobierno estadunidense, para lo cual le ha resultado fundamental el clima de violencia que ha instaurado en un remedo del Plan Colombia. Calderón pretende seguir argumentando así ante Obama que el suyo es, junto con el de Uribe, uno de los gobiernos más confiables para Estados Unidos en el continente.
5. La historia tiene sus ironías: en los años de la guerra fría, México era, además de Cuba, el único país latinoamericano que aspiraba a tener una diplomacia independiente frente a Estados Unidos, mientras las demás naciones del continente se asumían como protectorados, y hoy la situación es a la inversa. La carta que Calderón y su reducido equipo de confianza está jugando con Obama, demandándole su ayuda a través de las ya desesperadas gestiones de su embajador Sarukhán, ha cobrado un carácter singular, pues México, junto con Colombia, aparece como uno de los dos países más sometidos a Estados Unidos en el continente, como lo subraya el histórico triunfo electoral de Mauricio Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en las elecciones del domingo 15 en El Salvador, que entre otras cosas aisla aún más en el continente al gobierno ultraderechista de los panistas mexicanos.
6. El signo que caracteriza a la mayor parte de los gobiernos del continente es el de la definición de políticas propias, pero el de México es el de un entreguismo sin límites ante Estados Unidos y el poder trasnacional. Cuando desde el interior del gobierno colombiano se denuncian ya los efectos catastróficos del Plan Colombia, aquí Calderón quiere que se nos imponga un remedo de éste.
7. El modelo político neoliberal que se ha ido diseñando en los centros de poder financiero supone la reducción a su mínima expresión de los estados nacionales, pues tras la reconversión económica se busca que las decisiones esenciales en materia económica y social sean tomadas por los centros de poder financiero, y el control estratégico militar quede a cargo de las fuerzas del Pentágono, y a eso es a lo que está colaborando Calderón: a hacer de México un territorio de saqueo para el gran capital.
8. La estrategia de Bush ha rendido sus frutos, y desde los años previos a la guerra de 1846-1848, jamás en la historia entre México y Estados Unidos se había producido una andanada de descalificación tan violenta contra México en el Congreso estadunidense y en los medios informativos de ese país, ni una injerencia tan abierta y ofensiva de las autoridades estadunidenses, que han contado con la complacencia vergonzosa del gobierno espurio que, carente de toda dignidad, lo ha aceptado todo.
9. El actual desprestigio internacional de México como un país inmerso en la violencia, la corrupción y el narcotráfico es responsabilidad exclusiva de Calderón, que con su estulta decisión de lanzar una campaña de propaganda con su supuesta “guerra contra el narco”, no logró forjarse una imagen sino hundirse en un mayor descrédito, y sí consiguió, por otro lado, el objetivo buscado por Washington de acelerar la descomposición del Estado mexicano. Los exabruptos histéricos de Calderón al sorprenderse por la visión que se tiene en el exterior de su gobierno lo ponen por lo mismo en el centro de la discusión.
10. El país requiere tener un funcionamiento institucional y conforme a la legalidad constitucional para enfrentar sus gravísimos problemas. Dar curso a la demanda de que es urgente destituir a Calderón del cargo por sus actos evidentes de traición a la patria y por su incapacidad manifiesta para ejercer el cargo, agravada por el escenario de alcoholización que se dice prevalece en Los Pinos, ambos casos conforme al segundo párrafo del 108 constitucional, es la vía para resarcir a la nación e iniciar una rectificación profunda de las políticas actuales, que ignoran por completo los derechos fundamentales de los mexicanos.
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